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Canciones bastardas

JORDI PUNTÍ

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Hay palabras que desaparecen de un día para otro. Caen en desuso, alguien las pronuncia por última vez y nos olvidamos de ellas. Luego, el día menos pensado, la palabra retorna y con ella los recuerdos. Es lo que me ocurrió esta semana leyendo el periódico. La banda Primal Scream estaba en Barcelona para tocar en directo su Screamadelica, de 1991. En una entrevista con el guitarrista Andrew Innes, Juan Manuel Freire le preguntó si al grabar el disco sentían que creaban un clásico. Entonces el músico le respondió: «No, nosotros tan solo queríamos hacer un puñado de maxis que funcionaran bien en la pista». Maxis. Maxisingles.

La palabra llevaba dos décadas desaparecida. En los 80, maxisingle era sinónimo de diversión prolongada, pero también de obsesión por un grupo. Uno solo compraba maxis en casos extremos, cuando quería poseer la discografía de una banda, cuando no conocer una canción era causa de desprestigio. Los maxis nacieron como un nuevo negocio musical. La cara A seguía siendo la canción de éxito, pero la B contenía dos o tres temas. Siempre eran canciones bastardas, intrusas, secretas, y nos interesaban porque no se incluían en el elepé.

Recuerdo, por ejemplo, que pasé años buscando un maxi de Everything But The Girl que contenía When all's well y, detrás, una inédita: The kid. La encontré, cómo no, en la feria de Tardà. Sin embargo, mi primer recuerdo de un maxi se asocia con la música negra. Me gustaba la versión ampliada que Sugarhill Gang grabó de The rapper's delight, o «el gozo del rollista», que es como lo traducían los locutores de radio, pues rap era una palabra que aquí aún no circulaba. Hablamos de 1979, poca broma. La cara B de los maxis también era buen lugar para experimentar: versiones instrumentales, en directo, temas remezclados… Me viene a la memoria una versión del maxi de This charming man, de The Smiths: casi seis minutos para recrearse en lo que era una canción perfecta de 2 minutos, 43 segundos.

Imagino que ya no se producen maxis de vinilo. El CD arrasó con ese mercado, pero el mp3 lo está resucitando con formatos similares. Se graban mezclas de djs invitados, versiones raras. Pero en internet las canciones parecen menos bastardas.