Roberto Bolaño: vivir literariamente

'El espíritu de la ciencia ficción' es un ejemplo menor pero paradigmático de lo que Bolaño escribirá después

Roberto Bolaño, en el 2001.

Roberto Bolaño, en el 2001. / periodico

RICARDO BAIXERAS

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La publicación de esta novela póstuma y la nueva vida editorial de Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 1953- Barcelona, 2003) con Alfaguara de testigo ha avivado el sempiterno -y cansino- debate sobre si se deben o no publicar los manuscritos enterrados en una botella dentro de un cajón de una casa que el autor no sacó a la luz en vida. Por algo será, dicen unos. Los otros buscan afanosamente la obra que provocará una nueva vuelta de tuerca jamesiana en uno de los panteones literarios más impresionantes de los últimos cincuenta años. Más allá y más acá de rencillas, debates familiares sobre los herederos y desheredados lo que sí parece claro desde hace ya mucho tiempo es que Bolaño fue un escritor (y lector) más que prolífico y que murió demasiado temprano para poder equilibrar vida, obra y publicaciones. Y que, por ende, aparecerán más obras póstumas además de '2666', 'El gaucho insufrible', 'Entre paréntesis', 'El secreto del mal', 'El Tercer Reich', 'Los sinsabores del verdadero policía' y 'La Universidad Desconocida'. La que hoy nos ocupa está fechada en Blanes en 1984. Aunque su escritura fue más allá de esa fecha.

'El espíritu de la ciencia ficción' es un texto Bolaño, qué duda cabe. Una novela que presagia ya algunas de las cuestiones que años más tarde desarrollará en sus obras mayores'Los detectives salvajes' y '2666'. Y también parece claro que es, en relación a esos dos tótems, una obra de menos valía, a la que le falta el último toque para ensamblar algunos de los materiales que sostienen la narración. Pero eso no significa que no pueda ser leída con interés porque la historia en torno a Remo y Jan es la historia del propio Bolaño: México años 70, dos jóvenes. Atrevidos. Y tratando de inocularse el veneno de la ficción a toda costa, aunque sea malviviendo. Lo decisivo aquí y ahora es vivir y hacerlo literariamente. Y ese salvajismo literario tiene mucho de detectivesco. Lo que se busca es un porqué. ¿Por qué en este México furibundo existían un sinfín de talleres literarios y un exageradísimo número de publicaciones poéticas? ¿Por qué una historia de amor entre Remo y Laura que explosiona de una forma extraordinaria en la última sección del libro, 'Manifiesto mexicano', que Bolaño ya había publicado en 'La Universidad Desconocida'? ¿Por qué la fruición con la que Jan envía misivas a diversos escritores de ciencia ficción mientras trata de escribir él mismo una novela?

MARCA DE LA CASA

En una suerte de desencanto muy a lo Bolaño la respuesta es que la literatura es, una vez más, la tabla de salvación de unos personajes que son la viva imagen de la resistencia en forma de seres diezmados por el peso de la conciencia. Y aquí ya se vislumbra la marca de la casa que hará las delicias en su opus magnum, '2666': personajes dialogando con la historia, con la cultura y, antes que nada, con la propia literatura en un juego continuo entre pensamiento domesticado versus pensamiento crítico.

Si en Bolaño lo que importa es lo que Patricia Espinosa ha llamado con acierto "el desmontaje y la hibridación de los géneros y de la realidad, apostando por la detonación de la trama" entonces 'El espíritu de la ciencia-ficción' es un ejemplo menor, pero paradigmático de lo que vendrá después.