Baroness, metal cargado de vida pop
El grupo de Savannah presentó en Apolo el primer disco que ha grabado tras un catastrófico accidente
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA
El metal de Baroness ha pasado de unos inicios aplastantes a ser, con cada nuevo disco, más melódico y, por qué no decir la palabra, pop. En el reciente ‘Purple’ (2015), su primer disco tras su catastrófico accidente de bus del 2012, que llevó a su antigua sección rítmica a dejar el grupo, se sirven del famoso productor Dave Fridmann (The Flaming Lips) para entregar su colección de canciones más directa y entusiasta hasta la fecha, sin por ello dejar de lado las temáticas oscuras.
En su presentación del álbum en Apolo, la noche del martes, la banda de Savannah (Georgia) asaltó el escenario con una música que lo decía todo: el prólogo de ‘Conan el bárbaro’. Declaración de intenciones: aquí llegamos con música bruta, o bárbara, si quieren, pero igual que Conan, con motivos emocionales. En las últimas canciones, la sensación de euforia tras sobrevivir a ese contacto con la muerte.
Arrancaron con la espléndida ‘Kerosene’, melódica, fácil de cantar y contenida en las interpretaciones; no extraña que guste tanto a James Hetfield de Metallica, porque recuerda algo a ellos. El guitarrista/vocalista John Baizley parece, por su fuerza, realmente recuperado del accidente, que en su caso acabó con una pierna y un brazo rotos. La sección rítmica (Nick Jost al bajo y Sebastian Thomson a la batería) se unió en el 2013, pero por la química parece que lleven todos juntos desde el colegio.
El impulso pop de Baroness sigue presente en ‘March to the sea’, del disco del 2012 ‘Yellow and green’ (sí, todos sus discos tienen colores por título; el del último, ‘Morado’, podría hacer referencia al tono de las heridas aún recientes). También después en ‘Morningstar’ y la nueva ‘Shock me’, con un solo épico coreado por el público en tono futbolístico.
La noche se centró en los dos últimos discos: sonaron hitos como la power ballad ‘If I have to wake up (would you stop the rain?)’, cosida al instrumental casi R&B ‘Fugue’; la grandiosa ‘Try to disappear’, con el batería Thomson haciendo demostración de versatilidad; o, ya en el bis, una extática ‘Take my bones away’. Pero los fans más hardcore tuvieron su recompensa con rescates de un tema del 2007 (‘Isak’) y otro del 2009 (‘The gnashing’). Al final todo eran sonrisas. Sudor. También el resto de alguna lágrima, qué diablos.
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