CRÓNICA

Bajo la bóveda rebelde

Del estriptís artístico al billar 8 El espacio donde triunfó Christa Leem es hoy un salón de juego.

Del estriptís artístico al billar 8 El espacio donde triunfó Christa Leem es hoy un salón de juego.

OLGA Merino

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Se trata de un lugar insólito, de una sala de planta circular bajo una espléndida cúpula de la que pende una lámpara de araña. Aunque está bastante degradado y las palomas revolotean por la abertura superior de la bóveda, el espacio conserva intacta su belleza arquitectónica. Irradia fuerza. Forma parte del Club de Billar Monforte –justo encima del Teatre Principal (La Rambla, 27)–, una sociedad sin ánimo de lucro que, a pesar de las dificultades, al menos lo mantiene con vida. Entre sus paredes, Bigas Luna rodó algunas escenas deTatuaje–basada en la novela homónima de Vázquez Montalbán–, en la que el actor Luis Ciges, en la piel del limpiabotas Bromuro, lustraba los zapatos de Carvalho entre carambolas y algún chivatazo. En este mismo local, en la sala redonda, Christa Leem, musa de la intelectualidadgauche,hizo del desnudo un prodigio con una camisa de hombre. Hablamos de la Cúpula Venus.

Cabaret entre 1978 y 1986

En los canallescos años 70, fue el pintor Ocaña quien puso a la compañía teatral Roba Estesa sobre la pista de este rincón singular. Pocos meses después nacía la Cúpula Venus. Aunque tuvo una existencia breve –de noviembre de 1978 a enero de 1986–, el recinto dejó impronta en el panorama teatral barcelonés. Lo explica el añorado Gonzalo Pérez de Olaguer, crítico de esta casa durante muchos años, en su libroEls anys difícils del teatre català(Arola). La Cúpula Venus fue «un espacio loco, transgresor, de programación irregular, falto de ayudas, progresista y, sobre todo, cabaretero. Un espacio que cerraba a horas intempestivas, lleno de incomodidades pero divertido, irreverente a veces y siempre único». Gonzalo, que presentó el libro justamente bajo la bóveda rebelde, consideraba que la ciudad no había vuelto a disponer de un espacio como aquel aun cuando lo creía necesario.

En eso estamos. El Ayuntamiento anunció hace apenas un mes que las dependencias del Principal se convertirían en uno de los mayores equipamientos culturales de la ciudad en cuanto concluyeran las negociaciones con los propietarios del teatro, el Grupo Balañá, y que el complejo podría convertirse en sede estable del festival Rambleros, que instaló su carpa junto a Colón durante el mes de marzo. En realidad, el inmueble es inmenso, con capacidad para múltiples proyectos. Comprende el teatro en sí (bajó el telón hace unos cinco años), la sala de billares, la antigua Cúpula Venus, el viejo Cine Latino (hoy cerrado), el frontón Jai Alai (cerrado) y el local de estriptís y discoteca Panams.

Dos inquilinos en la finca

En esta semana, sin embargo, ninguna de las partes implicadas ha querido soltar prenda sobre la compra, ni sobre los plazos, ni sobre el monto de la operación. Grupo Balañá, eso sí, ha confirmado a este diario la existencia de «negociaciones». La operación parece encontrarse en unimpasse, acaso por los últimos cambios que han zarandeado el consistorio o porque los tiempos no están para dispendios. También viven dos inquilinos en la finca, además del Club de Billar Monforte, que mantiene un contrato de alquiler desde hace casi 60 años y aspira a que prevalezcan sus derechos.

Sea como fuere, Barcelona merece recuperar parte de su patrimonio y abrir las ventanas de la parte baja de la Rambla para que entre aire fresco. Quizá cuando el bolsillo se nos alegre. El Principal, que nació como teatro de la Santa Creu, es el más antiguo de la ciudad –las primeras representaciones datan de 1597– y durante décadas rivalizó con el Liceu en una pugna que simbolizaba el ascenso de la burguesía frente al mundo decadente del antiguo régimen.