CONFLICTO PATRIMONIAL

Aragón explota la exitosa 'vía Sijena' para reclamar más de 100 piezas de arte sacro en disputa con Catalunya

El obispo de Barbastro-Monzón ha presentado una demanda civil contra el de Lleida por 111 bienes de la Franja

Natàlia Farré

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Ocho siglos de historia en común y el decreto ‘Ilerdensis et Barbastrensis de finum mutatione’ de 1995, por el que los límites territoriales eclesiásticos se adaptaron a los políticos y 111 parroquias aragonesas dejaron de depender del obispado de Lleida para pasar al de Barbastro-Monzó, han convertido al Museu de Lleida en un polvorín. En un polvorín de disputas artísticas, por supuesto. Pues el obispo José Meseguer, siguiendo las directrices de León XIII, creó un museo diocesano, en 1893, para preservar y conservar el arte de sus parroquias. Entre ellas las aragonesas que formaban parte de su sede. Los bienes pasaron por el Museu Diocesà y han acabado en el Museu de Lleida, su heredero. Y han acabado, también, por desencadenar una oleada de litigios que enfrentan a Aragón y Catalunya por la propiedad de este arte sacro.

Dos ya están marcha, el de Sijena, que tuvo su punto álgido con la entrada de la Guardia Civil en el Museu de Lleida la noche del 11 de diciembre pasado y que sigue su curso judicial en instancias superiores, y el de los 111 bienes de la Franja, con una demanda civil presentada el 13 de febrero y un juicio canónico ya cerrado. Pero hay dos conflictos más al caer: uno por el archivo de Roda de Isábena y otro por las piezas de las parroquias que ahora dependen del obispado de Huesca. "Reclamaremos todo lo que es nuestro". Palabra de Jorge Español, abogado de los municipios de Villanueva de Sijena, Peralta de Alcofea y Berbegal, y asesor en los dos litigios ya en marcha.

Virgen de Zaidín, escultura de piedra del siglo XIV procedente del municipio de Zaidín (Huesca).

Desde Aragón aseguran que el resultado positivo, hasta la fecha, del pleito de Sijena poco tiene que ver con las nuevas demandas. "El proceso de la Franja ha seguido su itinerario hasta saltar a la vía civil y ha coincidido en el tiempo con Sijena", afirma Jose María Albalad, portavoz de la Iglesia de Aragón. Pero añade: "El resultado da esperanza". Joaquín Guerrero, abogado de la diócesis de Barbastro, va más allá: "Sijena desmonta la creencia de que es imposible que un bien que está en Catalunya vuelva a su propietario. La realidad lo demuestra". Aunque se manifiesta cauto: "Sijena ha desbrozado el camino. Pero yo sigo teniendo maleza aunque una parte ya me la han quitado. Otra cosa es que obtenga la cosecha". Más taxativo se expresa Español: "Que Lleida se vaya mentalizando de que estas obras van a volver a Barbastro o a las parroquias. Sijena ha demostrado que la catalogación de una colección con piezas ajenas no sirve para nada, lo único que sirve son los títulos de propiedad".

La propiedad de las obras

Y en eso, en quién ostenta la propiedad de los 111 bienes la Franja, está el quid de la cuestión. Del litigio civil en curso y de los anteriores eclesiásticos. Así Aragón se muestra convencido de que son suyos. "No se acude a la vía civil para dilucidar a quién pertenecen. Esto ya está claro. Se acude para que se ejecute la sentencia [canónica]", asegura Albalad. "La propiedad está reconocida ante el nuncio de Roma por el obispado de Lleida", apunta Guerrero. Para entender el porqué de estas afirmaciones hay que retroceder unos cuantos años. Primero hasta el 29 de junio de 1998, cuando el nuncio en España, Lajos Kada, dictó un decreto en el que reconocía a Aragón la propiedad de las piezas. Y hasta el 8 de septiembre del 2005, cuando la Congregación para los Obispos ratificó el primer decreto con otro. De por medio, hubo múltiples recursos eclesiásticos y comisiones de estudio. Y tres obispos de Lleida nombrados para solucionar el problema que consideraron los bienes como aragoneses. No lo hizo el mitrado Francesc-Xavier Ciuraneta, ni lo hace el actual: Salvador Giménez.

Desde el obispado de Lleida y el Consorci del Museu de Lleida, donde se encuentran las obras, las cosas no se ven igual. Están convencidos de que la propiedad de la mayoría de las piezas es suya. Así que a la demanda presentada por el obispado de Barbastro-Monzón (para que se ejecute la sentencia canónica) han contestado con una reconvención (una demanda contra la demanda) para demostrar que la propiedad de 83 piezas (las 28 restantes están dispuestos a retornalas) es del obispado de Lleida ya que llegaron por permuta, donación o compraventa, no por depósito. Los decretos eclesiásticos les apoyan: "La resolución canónica no deja lugar a dudas, dice: 'Que el patrimonio artístico procedente de las parroquias desmembradas, y que se encuentra actualmente en Lleida, está a título de depósito y no de propiedad, mientras la diócesis de Lleida no pruebe lo contrario en cada caso'", sostiene Josep Lluís Goméz, abogado del obispado de Lleida, que añade: "No inventamos nada".

3.000 reales

Lo importante del citado decreto eclesiástico es el "mientras la diócesis de Lleida no pruebe lo contrario en cada caso". Para demostrar que los 83 bienes en litigio llegaron por permuta, donación o compraventa, no por depósito, Lleida cuenta con la documentación dejada por el obispo Meseguer, en su época entraron la mayoría de las piezas. Así el frontal y la arqueta de Buira, dos de las joyas de la corona, entraron por permuta. Meseguer escribió en su diario:  "Se promete al párroco un San José de 5 palmos y un frontal de madera de 5 y medio de altura por nueve de largo, atributos de San José, el dará un frontal viejo de escultura y las cajitas de Torre Buira". También existe la carta del párroco de Buira sobre el envío de las piezas: "Lo arreglé del mejor modo que me fue posible, pero dudo que llegue como se puso por estar muy podrido y carcomido".  Y de la Virgen de Zaidín, otra de las grandes piezas, hay recibo de compraventa: "He recibido del Ilustrísimo Señor Obispo de Lérida la cantidad de 3.000 reales ofrecidos para esta iglesia después de haber remitido para el Museo del Seminario [Museu Diocesà] un cuadro grande de pintura muy antigua que había estado en el altar mayor y tres imágenes de piedra que estaban arrinconadas".

Solo en una cosa están de acuerdo las dos partes: sea cuál sea el resultado del juicio, que difícilmente llegará antes del verano, será recurrido hasta llegar al Supremo.