Un fenómeno en las librerías

Aquellos felices años 80

SIMON. UNA NAVE ESPACIAL. El juguete más tecnológico de los 80 fue el Simon,en el que ganaba el que mejor memoria tuviera para retener sonidos y colores.

SIMON. UNA NAVE ESPACIAL. El juguete más tecnológico de los 80 fue el Simon,en el que ganaba el que mejor memoria tuviera para retener sonidos y colores.

OLGA PEREDA
MADRID

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Si cada vez que montas en bici tarareas Verano azul. Si no sabes recordar la cantidad de veces que has cantado Sabor de amor. Si sigues estrujando los quesitos. Si añoras a la Bruja Avería. Si tus padres jamás te compraron ropa sino que la heredabas de tus hermanos. Si sabes perfectamente qué es una TDK. Si siempre que quieres chocolate te acuerdas de Sloth ('Los Goonies'). Si cumples todos estos requisitos, 'efectiviwonder', creciste en los años 70 y 80. Y no solo sobreviviste sino que, además, fuiste feliz. Más de tres décadas después de aquella explosión vital, el mundo de la cultura rinde ahora homenaje a esos años con libros, obras de teatro y programas de televisión.

Si en el 2010 Óscar Lombana (Bilbao, 1971) publicó la tercera entrega de Papel y plástico (Astiberri), un álbum de fotos con gadgets de los 80, ahora llegan otros dos volúmenes (Plaza & Janés) que reivindican aquella década: Yo fui a EGB y Espinete no existe. El primero es el libro más vendido en el 2014: 180.000 ejemplares. El segundo acaba de salir con una tirada de 12.000 y ya se está preparando una segunda edición.

Ambas obras son un fenómeno. Pero ya lo eran antes de llegar a las librerías.  Yo fui a EGB nació después de que sus autores (los blogueros profesionales Javier Ikaz y Jorge Díaz) arrasaran en las redes sociales con un premiado blog homónino. Mientras, el autor de Espinete no existe, el cómico y mago Eduardo Aldán, se animó a escribir el libro tras estar 10 años en la Gran Vía madrileña con su homónima obra de teatro.

'CUÉNTAME...' / El revival ochentero no solo es cuestión de literatura, teatro e internet. También la pequeña pantalla se ha hecho eco de esta tendencia. TVE decidió estrenar Ochéntame otra vez coincidiendo con la 15 temporada de Cuéntame cómo pasó, cuyos protagonistas viven ahora la década donde los españoles, luciendo hombreras, cayeron enamorados de la moda juvenil.

«Fuimos la primera generación que disfrutó del ocio y del consumismo. Ahora hay muchísimas marcas, pero antes solo había dos o tres. Y se han convertido en un icono. No creo que los chavales de ahora sean menos felices de lo que lo fuimos nosotros. No se trata de decir qué generación ha sido mejor. Simplemente, nuestro objetivo es recordar lo bonita que es la infancia y compartirlo con toda la gente de nuestra edad, y también con sus padres y con sus hijos», explica Jorge Díaz (Bilbao, 1971), que ya está preparando con Javier Ikaz (Barakaldo, 1978) la segunda parte de Yo fui a EGB. «Nos lo está demandando la gente. Igual que, en su día, nos demandó publicar el libro», añade el autor, que, junto a su compañero, se ha entregado a los lectores en la reciente feria del libro de Madrid.

El autor de Espinete no existe -que también dio el callo en la feria- deja claro que uno no puede vivir siempre en el pasado. «Pero la nostalgia sí que es buena si la sabes usar», añade Eduardo Aldán (Portugalete, 1973), que hasta finales de junio dirige en Madrid la obra Maldito Naranjito, un repaso a los 80 desde el punto de vista de las artes, el fútbol, la política y la moda. En septiembre volverá a subirse a las tablas con Espinete no existe. Convencido de que no hay una generación mejor que otra, el cómico y autor sí que resalta que en los 70 y en los 80 todos los chavales crecieron con las mismas cosas: solo había un canal de televisión, solo había unas pocas marcas de ropa y solo había unos pocos juguetes. «El Simon era lo más tecnológico que teníamos. Era como una nave espacial», explica Aldán hablando del juguete que consistía en repetir secuencias de colores y sonidos.

LA FIAMBRERA / «No somos nostálgicos. Más que nada porque no hay nostalgias como las de antes», se burlan los autores de Yo fui a EGB, donde repasan no solo los juguetes, la moda, las revistas y los libros de los 80 sino también la filosofía de vida. Sus páginas recuerdan, por ejemplo, como en los viajes papá y mamá sacaban la fiambrera de acero inoxidable y repartían tortilla y pollo empanado. Después, como gran lujo, papá se tomaba un café en un bar y compraba un casete con los últimos chistes de Arévalo. Daba igual. Los chavales preguntaban cada 10 minutos si faltaba mucho para llegar. H