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«Es mejor tratar a los nazis como carnívoros o alienígenas»

Martin Amis publica 'La zona de interés', protagonizada por un donjuán en Auschwitz

El escritor británico Martin Amis, ayeren el hotel Comtes de Barcelona.

El escritor británico Martin Amis, ayeren el hotel Comtes de Barcelona.

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Las editoriales alemana y francesa que habitualmente publican las obras del novelista británico Martin Amis renunciaron a hacerlo con La zona de interés. Una novela sobre el romance entre el aparentemente frívolo y donjuanesco oficial de las SS Angelus Thomsen, responsable de supervisar los trabajos de la Buna, la fábrica de goma sintética anexa a Auschwitz, y Hannah, mujer del brutal comandante del campo. Con momentos de sarcasmo y tres voces en primera persona, comandante fanático, oficial cínico y preso de confianza. ¿Hacer hablar a la bestia? ¿Romance y humor entre cámaras de gas y crematorios? Una zona peligrosa, pensarían. Pero Amis, que este jueves ha presentado las traducciones al castellano y catalán de la novela, en Anagrama, deshace el equívoco: «Lo que hice fue plantear si puede existir el amor en una situación de locura totalitaria. La respuesta es no. El contrapunto del amor puede ser el odio o la muerte. Y es demasiado pedir al amor que pueda fructificar entre tanto odio y muerte».

Eso en lo que respecta al amor. En cuanto al humor... No se trata de una comedia, precisa. Sino de una sátira. Nada de frivolidad y buen humor. «Te puedes reír porque eres feliz o por desprecio. Reírse desdeñosamente del nazismo es sátira, es la ironía militante, que quiere destruir aquello de lo que te ríes», responde. El otro reto es dar voz a la maldad sin contaminarse. Explicar su lógica interna sin que parezca que se comprende. Primo Levi dijo que es mejor que no seamos capaces de comprender a los nazis, porque eso quiere decir que no somos como ellos. Amis está más de acuerdo con esta idea que con el concepto de la banalidad del mal: «Los nazis no eran reconocibles como humanos, eran antihumanos, contrahumanos, inhumanos. Es mejor tratarlos como tiranosauros, carnívoros, alienígenas». Y llegar a esa conclusión fue, explica, lo que le «quitó la presión del porqué» y le permitió escribir sobre ellos. Y si alguien cree que ha de haber alguna restricción para el escritor ante temas escabrosos, responde: «La ficción es libertad, y la libertad es infinita o no es».

Amis ya visitó Auschwitz en La flecha del tiempo (entonces no se atrevió a ponerse en la piel de las víctimas; ahora, tras 23 años casado con su mujer, hija de judía húngara escapada del Holocausto, y con dos hijas de ella, dice que se siente legitimado), se pringó con la mente de Stalin en Koba, el terrible, rehizo los últimos días de Mohammed Atta en un relato corto... Le atraen, confiesa «los extremos de la conducta humana».

Una de las tres voces es uno de los presos que conducen a las víctimas al matadero, un Sonderkommando; son «portadores de secretos», saben lo que sucede y por lo tanto disfrutan de una prórroga pero no pueden sobrevivir. Aunque en el fondo, en el libro, todos los personajes son portadores de secretos. Hasta el autor, que los desvela a regañadientes. Quizá todos tengan que serlo en un régimen totalitario. «Personajes que son amigos de la infancia, como Boris y Angelus, no pueden hablar libremente, Hannah tampoco, Doll no puede admitir su inseguridad...».

En el epílogo, Amis recuerda un pasaje de Si esto es un hombre en que Primo Levi pregunta a un guardia por qué no puede chupar un trozo de hielo y este le contesta: «Aquí no hay porqués». «El guardia de Levi seguramente solo quería decir, 'no cuestiones mis órdenes', pero la frase se hizo famosa porque resumía perfectamente toda esa demencia», dice Amis. En la novela hay otra frase igual de fulminante. Cuando un oficial anuncia a 300 resistentes polacos que los van a fusilar, y que mejor que vayan al paredón sin armar escándalo, o todas sus familias morirán, deja ir como quien no quiere la cosa: «Ihr weisst wie wir sind». Ya sabéis como somos. ¿El Ihr weisst wie wir sind es una cita también, o sale de su imaginación? «Sí (dice Amis, y parece satisfecho por la comparación). Suena muy bien en alemán. Y es como el aquí no hay porqués. No hay razones. Somos como somos».

El uso de latiguillos en alemán para expresar violencia o como recurso humorístico («Es de Unterschenkel cortas, Alisz, pero tiene un Hinterteil glorioso») es un recurso común en inglés pero ha sido discutido. Justificándose, Amis roza otra zona peligrosa: «El alemán es bello y feo a la vez. Maravillosamente brusco. El alemán tenía que ser el lenguaje del Holocausto. No me imagino el Holocausto en francés».

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