ÉXITO EN LAS REDES

La Volátil se desnuda

La popular ilustradora Agustina Guerrero relata el origen de su álter ego y muestra su cara más "humana, cruda, íntima y dolorosa"

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Sí, en 'Érase una vez la Volátil' (Lumen) Agustina Guerrero (Chacabuco, 1982) desnuda más que nunca, literal y metafóricamente, a su álter ego de moño y camiseta de rayas y revela su cara más “humana, sincera, cruda, íntima, dolorosa y oscura”. A sus 34 años, la ilustradora argentina afincada en Catalunya desde los 19, echa la vista atrás para relatar -en un nuevo álbum autobiográfico, donde abandona el recurso del chiste y el humor- una etapa crucial “en lo personal y en lo profesional” y el origen de su popular personaje, que hoy suma ya en las redes sociales más de 600.000 seguidores redes sociales 

Guerrero, que tras su éxito en internet publicó en el 2014 'Diario de una Volátil'Diario de una Volátil', desenfadados gags sobre situaciones cotidianas y de pareja que abrieron un filón editorial, al que siguió 'Mamma mia!' (Lumen, 2015), desmitificando su propio embarazo, afronta ahora la narración de “un momento de iluminación”, cuando a los 28 años decidió “empezar de cero, pasar página, cambiar de rumbo” y dejar Vilanova i la Geltrú y una “relación tóxica” con su entonces pareja para ir a compartir piso con un amigo gay en Barcelona. “Pasaba una época oscura y sentí mucho dolor y angustia, pero lo agradezco porque me hizo cambiar la forma de verme, valorarme y ser lo que soy, ser más fuerte y superar mis miedos, que es de lo que trata el libro, de no quedarse paralizado”, revela Guerrero.

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MOMENTOS DE CAMBIO

“Es bueno que todo el mundo pase por momentos de cambio en la vida, dicen que te ocurre cuando pasa Saturno”, sonríe mientras señala el dibujo del planeta en el bolso que luce la Volátil. En el libro (también en catalán) hay situaciones de “tristeza”. “Antes no tocaba. Intentaba hacer reír en cada página pero al final eso me ha acabado aburriendo. Es la primera vez que he llorado dibujando -confiesa buscando la página en el libro-. Entraron en casa a robar y se lo llevaron todo. Sentí asco, rabia, una sensación de invasión... Pero revivir el momento en que descubrí que mi diario aún estaba allí...”.  

Y ahí eclosiona la Volátil, que hasta entonces solo ‘vivía’ en las páginas de su diario íntimo ilustrado y que empezó a guardar en un "ordenador del paleolítico" que los ladrones ignoraron porque, cómo no, afanaron su flamante portátil, donde estaba todo su trabajo de ilustradora y diseñadora gráfica, incluido un cuento infantil protagonizado por un monstruito llamado Guilo que ultimaba y que quizá un día retome, medita. Y se decidió a colgar su primera viñeta en las redes, en la que su entonces alocado y desquiciado personaje contempla, feliz y soñadora, la luna desde el balcón, en una imagen que ha recuperado para la portada de ‘Erase una vez la Volátil’. Y ante la respuesta virtual, colgar aquellos chistes y situaciones personales se convirtió en una rutina que la catapultó a su primer libro, hoy publicado en Argentina, Francia, México, Alemania e Italia.

PRIVACIDAD EN INTERNET

¿Vértigo ante tantos seguidores en InstagramFacebookTwitter...? Un rotundo “no”. “Porque soy muy consciente de lo que muestro y de lo que no. Lo que no hago ni haré es colgar fotos ni exponer mi vida privada o a mi hijo. Lo más íntimo, de carne y hueso lo guardo para mí y mi familia. Hay que tener cuidado con las redes. Sé que son una herramienta clave en mi trabajo y las uso para mostrarlo y para que llegue a más gente. Pero en Instagram podemos ver hasta el esófago, salir en vivo, todo el mundo sabe dónde vas y qué haces. Dibujé a mi hijo en una viñeta pero no lo haré más porque antes debería pedirle permiso, como he hecho con mi pareja y amigos. Quiero protegerlo y por eso no haré nunca un libro sobre la maternidad, como me piden algunos seguidores”. 

Mientras, la Volátil érase y será. “Es autónoma. Tiene vida propia. Soy yo, pero tiene su propia personalidad. Anda a mi lado y la quiero. Siempre está ahí”.