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Actualidad de Houdini

JORDI PUNTÍ

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Todos aquellos que, el pasado jueves, utilizaron el buscador de Google para bucear en internet -es decir, medio mundo- se encontraron con toda una sorpresa visual. En lugar de sus habituales letras de colores, el portal mostraba en su frontispicio un homenaje a Harry Houdini. Por si alguien no lo vio, el dibujo imitaba un póster de las actuaciones del gran escapista: de fondo la palabra google en letras de la época y enfrente la imagen más habitual de Houdini, con su chaqué, con esa mirada desafiante y esposado por una cadena cuyo cerrojo acababa de abrir. Indagué un poco y resulta que celebraban el 137º aniversario del nacimiento de Houdini. La idea refleja muy bien el carácter único del ilusionista: el 137 es una cifra nada redonda, pero es un número primo y merece toda mi admiración.

¿Por qué nos sigue fascinando Houdini? Murió en 1926, de una peritonitis, aunque el cine prefirió un final más legendario: Tony 'Houdini' Curtis moría al fallarle un truco. Tras él ha habido miles de ilusionistas que han seguido su estela con más medios, pero seguimos recordando a Houdini como el primero. Estos días el Museo Judío de Nueva York pondrá fin a una exposición de homenaje que visité hace unos meses. Allí pude contemplar artilugios originales del ilusionista, como una camisa de fuerza, cadenas y cerrojos o una «cámara de tortura china con agua». El recorrido estaba pautado por fotos y filmaciones de sus números de escapismo (se encuentran en Youtube).

Esas imágenes nos hablan de la inmensa popularidad de Houdini. Su nombre se convirtió pronto en un icono de su época y a menudo ha sido un recurso para dar veracidad a esos años. El escritor E.L. Doctorow le reclutó como uno de los personajes principales para su gran novela Ragtime. Otra prueba de su influencia es el gran número de imitadores y rivales que le salieron: Boudini, Oudini, Darring, Pitroff, Bernardi… En la teleserie Boardwalk Empire, por ejemplo, aparece un Hardini de pacotilla que actúa en Atlantic City. Además, como todas las leyendas, Houdini se ha transformado en un estado de ánimo. Quizá no nos demos cuenta, pero en esta época de control social, de cámaras que nos espían, invocamos su presencia como un talismán. Todos queremos escapar.