POLÉMICA SUSTITUCIÓN

¡No nos toquéis al cantante!

Brian Johnson (izquierda) y Angus Young, el pasado 17 de febrero, durante el concierto que AC/DC dio en Chicago, en el marco de la gira 'Rock or Bust'.

Brian Johnson (izquierda) y Angus Young, el pasado 17 de febrero, durante el concierto que AC/DC dio en Chicago, en el marco de la gira 'Rock or Bust'. / CL**NY**

RAFAEL TAPOUNET / BARCELONA

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En la historia de un grupo de pop o de rock hay pocos sucesos tan traumáticos como quedarse sin cantante. Son muchas las bandas que no sobreviven a ese trance. Al fin y al cabo, el vocalista suele ser percibido como la gran presencia dominante, una poderosa seña de identidad (no por nada los anglosajones lo llaman 'frontman', el tío que da la cara en primera línea), y hay algo intrínsecamente fraudulento en esos grupos que, por la razón que sea, cambian de cantante y pretenden seguir adelante con el mismo nombre como si tal cosa. La oleada de críticas furibundas que ha desencadenado el reciente anuncio de que Axl Rose, vocalista de Guns N’Roses, ocupará el lugar de Brian Johnson en la próxima gira europea de AC/DC (algunas asociaciones de consumidores, como Facua, han aconsejado a los seguidores que exijan la devolución del importe de las entradas y ya circulan montajes con el célebre vídeo de Hitler en el búnker, desencajado esta vez tras oír la noticia) prueba que los cantantes de reemplazo siguen siendo hoy uno de los grandes tabús del rock.

Y eso que no son un fenómeno infrecuente, especialmente en el universo del hard rock y el heavy metal, donde, acaso por la preeminencia de los guitarristas virtuosos (y quizá también por el duro castigo que reciben los aparatos de fonación de los vocalistas), son legión los grupos que han cambiado un 'frontman' por otro y han seguido sus carreras (Deep Purple, Black Sabbath, Judas Priest, Iron Maiden, Van Halen, Accept, Anthrax, Rainbow, Motley Crue, Helloween, Skid Row y un larguísimo etcétera). El propio Brian Johnson ingresó en AC/DC a media partida para sustituir al fallecido Bon Scott, que a su vez había relevado a Dave Evans después de que la banda editara su primer 'single'. 

Los cambios de cantante son siempre, en cualquier caso, una jugada de altísimo riesgo. Algunos salen sorprendentemente bien, al menos en términos comerciales (el éxito de AC/DC en la etapa Johnson es un buen ejemplo), pero otros se saldan con resultados catastróficos. A continuación se reseñan, sin ningún ánimo de exhaustividad, algunas sustituciones curiosas o relevantes que, para bien o para mal, han marcado el devenir de la música pop de los últimos 60 años.

THE CRICKETS

Un caso verdaderamente notable. El 3 de febrero de 1959, Buddy Holly perdió la vida a los 22 años al estrellarse su avión en un campo de maíz. Se supone, o así lo cantó Don McLean, que ese fue el día en que murió la música. Y, sin embargo, los miembros del grupo de rock and roll que acompañó al genio de las gafas de pasta en sus primeras grabaciones no se dieron por enterados y siguieron como si nada. Uno de los cantantes que reclutaron para reemplazar a Holly fue un joven llamado David Box, nacido en el mismo pueblo tejano que su antecesor, Lubbock. La historia acaba mal. Tan a pecho se tomó Box lo de seguir los pasos de Buddy Holly que murió en 1964 en un accidente aéreo cuando apenas tenía 21 años.

THE VELVET UNDERGROUND

Después de maniobrar para deshacerse de John Cale y su peligrosa afición a la vanguardia, Lou Reed incorporó a la banda al joven Doug Yule a fin de que se hiciera cargo del bajo y el órgano y, básicamente, no le llevara la contraria. La presencia de Yule, que con el beneplácito de Reed asumió el rol de vocalista principal en algunas canciones, fue determinante para que los Velvet abandonaran la abrupta electricidad de sus dos primeros álbumes y viraran hacia una sensibilidad más pop. Pero el poco escrupuloso mánager Steve Sesnick vio en su rostro agraciado y su bonita voz una oportunidad de socavar la hegemonía del líder. Reed se acabó largando y Doug Yule se convirtió en el cantante principal de The Velvet Underground durante una corta etapa en la que el grupo publicó un álbum, 'Squeeze', que suele aparecer en las listas de los discos que nunca debieron ver la luz.

THE DOORS

La muerte de Jim Morrison el 3 de julio de 1971 arrebató al cuarteto angelino algo más que un cantante expresivo de carismática presencia. Privados del aliento vital que aportaba el 'rey lagarto', los Doors se convirtieron en un grupo zombi al que solo la inercia mantuvo en pie el tiempo que tardó en grabar y editar dos álbumes, 'Other voices' y el ignominioso 'Full circle'. A finales de 1972 el grupo había dejado formalmente de existir, pero la amenaza de una reaparición fantasmal de The Doors siguió latente hasta que el teclista Ray Manzarek y el guitarrista Robby Krieger decidieron hacerla realidad en el 2002 y convocaron para ello al cantante de The Cult Ian Astbury. En medio de una agria disputa legal con el batería de la formación original, John Densmore, la banda se lanzó a la carretera. Pese a los bienintencionados esfuerzos de Astbury, que intentó hasta parecerse físicamente a Morrison, el fuego no llegó a encenderse.

CREEDENCE CLEARWATER REVIVAL (O REVISITED)

Krieger y Manzarek podían alegar al menos que algunas de las piezas más emblemáticas de los Doors llevaban su firma. No era ese el caso de Stu Cook y Doug Clifford, bajista y batería respectivamente de los Creedence Clearwater Revival. De hecho, cuando el hasta entonces indiscutible líder de la banda, John Fogerty, decidió que la composición y la interpretación vocal de las canciones se repartiría a partes iguales entre todos los miembros del grupo, la calidad del material se hundió estrepitosamente y los Creedence entregaron su peor disco de largo ('Mardi Gras'). Fue el fin. O eso parecía hasta que Cook y Clifford reaparecieron en 1995 con un nuevo guitarrista (Elliot Easton, de The Cars), un nuevo cantante (John Tristao, apodado 'Bulldog') y un nuevo nombre que parece viejo (Creedence Clearwater Revisited). Su ambición no parece ir más allá de servir un cumplido espectáculo de versiones para un público nostálgico y eso, en cierta manera, les honra.

FACES

Cuando el cantante y guitarrista Steve Marriott abandonó en 1969 a los Small Faces para formar Humble Pie, los tres miembros restantes del estupendo cuarteto mod apostaron por la continuidad de la banda y reclutaron a un vocalista (Rod Stewart) y un guitarrista (Ron Wood). Pero tuvieron la delicadeza de eliminar el adjetivo 'small' de su nombre con el fin de dejar claro que el grupo había experimentado un cambio sustancial. Cuatro décadas más tarde, los Faces protagonizaron un gira de reunión en la que, sin cambio de nombre alguno, el puesto de Stewart fue ocupado por Mick Hucknall, líder de Simply Red. El juego de palabras estaba servido y no faltaron los fans agraviados que exigieron la restitución de su ídolo al grito de "Simply Rod!".

GENESIS

Es fácil detestar a Phil Collins. Los críticos llevan 30 años haciéndolo. Pero hay algo inspirador en ese momento de 1975 en el que decidió que una corta experiencia como actor teatral aficionado en sus años adolescentes era suficiente aval para reclamar ante sus compañeros de Genesis el puesto de cantante que acababa de dejar vacante Peter Gabriel. ¡Era el batería, por Dios! Lo más asombroso de esta historia es que Collins no solo logró su propósito, sino que bajo su liderazgo la banda alcanzó unas cotas de éxito mundial impensables en los días en que Gabriel tocaba la flauta disfrazado de flor.

QUEEN

Un caso similar al de los Doors. ¿Tiene sentido plantearse siquiera un posible reemplazo para un 'frontman' tan ubérrimo como Freddie Mercury? Bueno, Brian May y Roger Taylor lo hicieron. El elegido fue Paul Rodgers, protagonista hasta ese momento de una estimable carrera como vocalista de Free y Bad Company. Y el problema no es que los zapatos de Mercury le fueran dos tallas grandes, por usar la expresión inglesa; el problema es que obligar a un esforzado cantante de blues-rock de un pueblo industrial del norte de Inglaterra a calzarse unas vertiginosas botas de plataforma (metafóricamente hablando) y salir a comerse el escenario no parece la mejor de las ideas.

IRON MAIDEN

Junto con Brian Johnson y Phil Collins, Bruce Dickinson completa el trío de vocalistas cuya incorporación a un proyecto ya en marcha tuvo el mismo efecto que pulsar el botón del hiperespacio. Su ingreso en Iron Maiden en sustitución del extraviado Paul Di'Anno catapultó a la banda británica de heavy metal al estrellato cósmico. En 1994, Dickinson inició una andadura en solitario que no le conduciría muy lejos y el micrófono de la 'dama de hierro' pasó a manos de Blaze Bayley, un cantante que poseía un registro vocal bastante más grave y que en directo se veía incapaz de reproducir los impresionantes agudos de su predecesor. ¿Iron Maiden sin agudos? Ni de coña. Dickinson volvió al redil en 1999. Y hasta hoy.            

      

    

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