1965-1966, los años salvajes de Bob Dylan

'The best of The Cutting Edge 1965-1966'

'The best of The Cutting Edge 1965-1966' / periodico

Rafael Tapounet / Barcelona

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El 13 de enero de 1965, Bob Dylan llegó al Estudio A de Columbia, en Nueva York, para protagonizar la primera de las sesiones de las que saldría el disco ‘Bringing it all back home’. En apenas un día grabó 10 canciones completas y varios esbozos, tocando él solo y alternando la guitarra acústica, el piano y la armónica. El 29 de julio de 1966, Dylan estrelló su moto Triumph Tiger 100 cerca de su casa de Woodstock y se rompió varias vértebras. Para recuperarse de las lesiones, se impuso un retiro tan forzoso como anhelado. En los 19 meses que transcurrieron entre ambas fechas, Robert Allen Zimmerman dinamitó por completo la escena folk, puso los cimientos y las paredes maestras del rock moderno y grabó tres discos de importancia mayúscula. Fueron 563 días de inspiración salvaje que quedan ahora atrapados en la antología ‘The Cutting Edge 1965-1966’, el volumen 12 de la serie ‘Bootlegs’. Un bocado apetitoso para cualquier aficionado serio. Un festín vikingo para ‘dylanómanos’.

En ese corto periodo que abarca la colección nacieron, además del citado ‘Bringing it all back home’ (el puente que llevó a Dylan del folk y las camisas de leñador al rock’n’roll y las cazadoras de cuero), otras dos obras maestras incontestables: ‘Highway 61 revisited’ y el doble álbum ‘Blonde on blonde’. Una proeza, se mire como se mire. Algo así como coronar el Tourmalet, el Alpe d’Huez y el Mortirolo en una misma etapa y con una bicicleta de paseo. Una racha de exuberancia creativa sin parangón en la música popular contemporánea (la clásica es otro mundo; Mozart solo necesitó un verano para componer sus tres últimas sinfonías).

EL VÓMITO RÍTMICO

La transformación de Dylan en los años 1965 y 1966 no fue solo estética o musical. En sus letras, dejó de ocuparse de cuestiones específicas para sumergirse en un torrente de imágenes y asociaciones difícil de aprehender pero de inmenso poder evocador. Él mismo trató de explicarlo, a su modo huidizo y enigmático, en una célebre entrevista que en marzo de 1966 concedió a Nat Hentoff, de ‘Playboy’. “Lo que escribo ahora no podría haberlo escrito antes. [Antes] las canciones solían ser sobre lo que sentía y veía. Nada de mi propio vómito rítmico tenía cabida. […] Pero todas estas explicaciones resultan muy limitadas. Yo sé qué son mis canciones”. “¿Y qué son?” “Algunas duran cuatro minutos; otras, cinco, y otras, lo creas o no, duran casi once”.

‘The Cutting Edge 1965-1966’ reúne grabaciones inéditas de estudio –incluyendo canciones completas, tomas falsas, ensayos y versiones alternativas- de las sesiones de los tres álbumes mencionados. Y se publica en tres formatos: la edición ‘canónica’, con seis cedés (uno de ellos dedicado íntegramente a documentar la grabación de la monumental ‘Like a rolling stone’ ‘Like a rolling stone’) y un libro generoso en fotografías y anotaciones; la edición resumida, que consiste en dos cedés o tres discos de vinilo, y la edición para coleccionistas, pensada para satisfacer un interés por el personaje y su obra que solo puede ser descrito en el marco de las patologías clínicas.

La llamada ‘Collector’s Edition’ consta de 18 cedés que recogen todo lo que Dylan grabó en el estudio en el periodo reseñado. Y en ese todo caben canciones, acordes, notas, palabras, órdenes, gruñidos, bromas, risas, toses y, en fin, cualquier sonido que pueda recoger un micrófono en una sala cerrada mientras un grupo de músicos e ingenieros tratan de completar una canción. También se incluyen unas grabaciones caseras hechas en habitaciones de hotel en Londres, Glasgow y Denver. La edición para coleccionistas sale a la venta en una tirada limitada de 5.000 copias -no hay mucha gente en el mundo con la presencia de ánimo necesaria para enfrentarse a 24 tomas distintas de ‘One of us must know (sooner or later)’- y está disponible en exclusiva a través de la web bobdylan.com