Noticia publicada el 16 de febrero del 2003

El mundo entero vibra con la mayor movilización popular de la historia

Muchos millones de personas de toda edad y condición toman las calles para frenar la guerra

LONDRES

LONDRES / REUTERS / TOBY MELVILLE

CARLOS ENRIQUE BAYO

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La jornada de ayer pasará a la historia como el día en que la humanidad se movilizó para evitar un conflicto armado. Jamás una protesta había congregado a tantos millones de personas en todo el planeta y nunca el mundo entero había vibrado con un solo grito: " No a la guerra!"

De Melbourne a Londres y de Nueva York a Calcuta, muchos millones de manifestantes tomaron las calles de cientos de ciudades y marcharon en multitudes innumerables, desbordando todas las previsiones, en pacíficas procesiones contra los planes del presidente norteamericano, George Bush, de invadir Irak para derrocar a Sadam Husein.

Las grandes capitales fueron inundadas por gente de toda edad y condición, mostrando una unanimidad más allá de las clases y las ideologías. Barcelona también vivió la mayor manifestación de su historia.

Precisamente en los países cuyos gobiernos se han alineado con el belicismo de la Casa Blanca fue donde más multitudinarias fueron las protestas, que en muchas metrópolis marcaron récords históricos. Como en Londres, donde un millón de personas clamaron contra el alineamiento del Gobierno laborista con la campaña militar de Bush.

En el mayor mitin de la historia política británica, el alcalde de Londres, Ken Livingstone, gritó: "Esta guerra solamente está motivada por el petróleo, ya que a Bush nunca le han importado los derechos humanos". Junto a él, el pacifista norteamericano Jesse Jackson cantó: "Den una oportunidad a la paz". Y la inmensa multitud lo coreó.

El primer ministro británico, Tony Blair, intentó justificar su política en la conferencia de primavera de su partido y argumentó: "Si mostramos debilidad ahora, perderemos la autoridad de la ONU y, cuando llegue el conflicto, será aún más sangriento". Blair dio dos semanas más de tiempo a los inspectores de desarme de la ONU, un plazo que coincide con el momento en que EEUU tendrá ya desplegadas en la región del golfo Pérsico tropas y armas suficientes como para invadir Irak.

Quizá la manifestación más colosal fue la de Roma, donde unos dos millones de italianos paralizaron la ciudad, en una atmósfera festiva, contra la política del primer ministro Silvio Berlusconi, que ha sido uno de los pocos gobernantes en alinearse claramente con Bush y Blair.

En Alemania y Francia, cientos de miles de manifestantes desfilaron en decenas de ciudades.

También en España las gigantescas movilizaciones pretendieron castigar al Gobierno de José María Aznar por su apoyo a los planes bélicos de Bush, y tanto Madrid como Barcelona (donde se duplicó el número de personas congregadas para el 11-S de 1977) y muchas otras ciudades vivieron manifestaciones descomunales, que las autoridades intentaron minimizar con una guerra de cifras que rebajaba la participación.

Y eso que los españoles no sabían aún que Bush, en un gesto de confianza hacia su amigo español, le va a recibir en su rancho. Un honor que sólo ha prodigado con algunos personajes escogidos de su entorno político íntimo.

Después de este 15-F, no cabe ninguna duda de que el poder del pueblo se ha puesto en marcha como en los años más combativos de la guerra del Vietnam y los gobernantes no podrán seguir haciendo oídos sordos a un clamor que es planetario. Aquí, en nuestro entorno más cercano, deberán escuchar a los que les advierten, como hicieron ayer los berlineses, de que "esta vieja Europa no quiere una nueva guerra".