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ALBERT BARQUÉ

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Ovejas en las parábolas.

"Al este de un bosque profundo, oscuro, una tribu de pastores cría ovejas en un pasto común. Aquí la regla es simple: Cada familia recibe el mismo número de ovejas. Las familias envían representantes a un consejo de ancianos. Con los años, el consejo ha tomado decisiones difíciles. Una de las familias, por ejemplo, ha envenenado las ovejas de otra tribu. Para ello, la familia ha sido severamente castigada. Algunos han dicho que con excesiva severidad, otros que no bastaba. A pesar de estos desafíos, la tribu sobrevive, y sus familias prosperan, algunas más que otras.

(…) A pesar de su lucha, los pastores de las tribus, en muchos sentidos, son muy similares. En su mayor parte, quieren las mismas cosas: familias saludables, comida sabrosa y nutritiva, refugio cómodo, herramientas de trabajo, tiempo libre para pasar con amigos y familiares. A todos los pastores les gusta escuchar música y historias sobre héroes y villanos. Incluso cuando luchan entre sí, sus cerebros funcionan de manera similar: lo que perciben como injusto les hace enojarse y disgustarse, y les motiva para luchar, tanto por el interés propio como por el sentido de la justicia. Los pastores luchan no sólo para ellos sino también para sus familias, amigos y miembros de su tribu. Luchan con honor y se avergonzarían de hacer otra cosa. Protegen sus reputaciones ferozmente, juzgan a los demás por sus hechos, y se regocijan intercambiando opiniones.

A pesar de sus diferencias, las tribus de los pastos comparten algunos valores fundamentales. En ningún tribu es permisible ser totalmente egoísta, y en ninguna tribu sus miembros esperan que todos actúen completamente de forma desinteresada. En ninguna tribu los miembros ordinarios tienen autorización para mentir, robar o hacer daño el uno al otro a voluntad. (Hay, sin embargo, algunas tribus en las que ciertos individuos privilegiados son libres de hacer lo que quieran.)

Las tribus de los pastos se ven a menudo implicados en amargos conflictos, a menudo sangrientos, a pesar de que todos ellos son, a su manera, pueblos morales. No pelean porque son fundamentalmente egoístas, sino porque tienen visiones incompatibles de lo que debería ser una sociedad moral. La filosofía de cada tribu se teje en su vida diaria. Cada tribu tiene su propia versión de la moral de sentido común. Las tribus de los pastos no pelean porque son inmorales, sino porque consideran la vida en las otras zonas de pastoreo desde perspectivas morales muy diferentes."

A esto se le llama la ¡Tragedia de la Moralidad de Sentido Común' (Joshua Greene, 2013).

Ovejasa la vida real.

La parábola de los pastos es ficticia, pero la 'Tragedia de la Moralidad del Sentido Común' es real. Es la tragedia central de la vida moderna, la tragedia más profunda detrás de los problemas morales que nos dividen.

La moral evolucionó para permitir la cooperación, pero esta conclusión viene con una advertencia importante. Biológicamente hablando, los seres humanos fueron diseñados para la cooperación, pero sólo con algunas personas. Nuestros cerebros morales evolucionaron para la cooperación dentro de los grupos, y tal vez sólo en el contexto de las relaciones personales. Nuestros cerebros morales no evolucionaron para la cooperación entre grupos (al menos no todos los grupos). ¿Cómo sabemos esto? ¿Por qué la moralidad no ha evolucionado para promover la cooperación de una manera más general? Pues porque la cooperación universales incompatible con los principios que rigen la evolución por selección natural. Como la moralidad es una adaptación biológica, se desarrolló no sólo como un dispositivo para poner 'Nosotros' por delante de 'Mí', sino como un dispositivo para poner ‘Nosotros’ por delante de 'Ellos'.

Pero la moral es más de lo que evolucionó a ser.

La moral puede ir mas allá de su función biológica.

¿A qué estamos esperando?

#JeSuisCharlie

@AlbertBarque