Joan Miquel Oliver descubre su Palma íntima

NÚRIA MARTORELL /BARCELONA

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Es un maniático de la simetría, y hasta límites insospechados. Un marciano de la música que es dibujado como tal, con su guitarra eléctrica azul celeste en ristre, para ilustrar su pegadizo sencillo 'Flors de cactus', la colorista tarjeta de presentación de 'Pegasus'El caballo alado de Joan Miquel Oliver sonríe entre nubes y estrellas con la boca repleta de afilados dientes en la carátula de su compacto, diseñada con alegría por su conciudadano Albert Piña.

El onírico imaginario del cantante y escritor nunca atiende a formalismos. Tampoco en este primer compacto con el que alza el vuelo tras la disolución de Antònia Fontel tercero que publica en solitario. Su universo es tan único como la Mallorca que reivindica en este encuentro con Dominical. En su isla, avisa, hay mayor porcentaje de calvos que en Catalunya. "Lo sabré yo, que me miro cada mañana en el espejo", ríe, relajado. Con él recorremos rincones de Palma y de su vida. Espacios que ayudan a entender su filosofía (es licenciado en Filosofía y Letras), y que elige como recorrido íntimo de su pasado y su día a día. La cita es en el restaurante Can Trispol (Travessa d’en Ballester, 6), donde come a menudo porque está muy cerca de su estudio. El pintoresco local que tiene desde hace cinco años y en el que ha grabado y tocado todos los instrumentos que suenan en su último trabajo, con divertidas lámparas hechas con regaderas. "Es mi laboratorio, al que voy y vengo siempre en bicicleta, y donde me gusta experimentar", explica.

"Palma está disfrutando de un momento cultural muy vivo", sostiene el artista. Y el epicentro es la plaza Cuadrado, "en la que se juntan ceramistas, joyeros, modistas... y se convierte en un maravilloso mercado de segunda mano. La crisis económica hace que la gente dé por imposible el tema laboral y se dedique por su cuenta a sus cosas. Hay una coincidencia de mentes muy lúcidas en Palma. Se han juntado y reconocido. Hacen piña. Y da gusto tanta oferta antropológica".

EL "PEOR LIBRERO"

La siguiente parada obligatoria es la librería Quart Creixent, en la que trabajó como librero durante cuatro años, mientras estudiaba la carrera y germinaba Antònia Font. Era una antigua farmacia que mantiene sus muebles y vitrinas originales. Los libros sustituyen las medicinas en las atiborradas estanterías. "Es la única en el mundo que solo tiene libros en catalán. Es una librería muy activista en este sentido", subraya Oliver. "Recuerdo el día en que le dije a Miquela, la dueña, que me iba. ¡Cómo lloraba!", relata camino del establecimiento. Ella le recibe con repetidas muestras de cariño. Aunque luego va y le suelta: "¡Aquí está el peor librero de toda Catalunya!". El músico asiente: "Es cierto. No sabía recomendar. Pero, bueno, hacía de todo: recuerdo cuando casi quemo el mostrador haciendo de electricista...".

A Quart Creixent dedicó Joan Miquel Oliver su primer libro, el poemario 'Odissea trenta mil'. El músico lo encuentra fácilmente, en las estanterías de la izquierda. En las de la derecha está su primera novela, 'El misteri de l'amor', de la que vendió 12.000 ejemplares. También localiza su obra de teatro (todavía sin estrenar): 'Un quilo d’invisible'. Pero... "¿dónde está 'Setembre, octubre i novembre'?, le pregunta a la exjefa. "¡Dónde va a estar: en el expositor central, donde poníamos las obras que no sabíamos dónde colocar!", le responde.

AL MARGEN DE LA REALIDAD

Se trata de un libro sobre la escalada (el cantante no la practica), que tiene como personaje central a Miquel Riera, el inventor del llamado psicobloc (se realiza sin cuerda y sobre el mar). Un indie que no contempla ningún tipo de autoridad y que vive al margen de la realidad. Algo parecido a Joan Miquel Oliver, a quien la Filosofía le hizo adquirir "el tic del ultraescepticismo". "Aunque no es cuestión de no creer en nada, sino de replanteárselo todo, como buen filósofo. ¿Ha pensado alguna vez por qué se inventó la política? Si intenta encontrar la respuesta, acabas siendo un anarquista radical, que es el lugar donde también yo me sitúo".

En 'Setembre, octubre i novembre' se habla precisamente del siguiente destino, el Bar Flexas, regentado por la popular vedete La Terremoto de Alcorcón junto con su socio Xavi de las Heras y Fernando Estrella, excomponente del grupo Peor Impossible. "Aquí, en los años 80 y esporádicamente, Miquel Riera hizo sus primeros espectáculos de discotecas, colgándose de cuerdas. Fernando Estrella era su amigo y siempre quedábamos con él. A partir de ahí, yo empecé a venir más a menudo. Es un bar auténtico, de farándula, con mucha movida artística y que siempre acoge exposiciones de fotos", comenta durante el trayecto.

Cuando llegamos, tras el mostrador está Adelita Peraita, la que fuera cantante de Sunflowers (banda que en los 90 alcanzó cierta popularidad con títulos como 'Happy birthday'). "El local conserva toda la esencia de cuando nació, en 1944.

Está en pleno barrio chino de Palma y tiene la voluntad de recuperar la vida real de estas calles", explica la exvocalista, reconvertida en dicharachera camarera, a quien Oliver llama “¡rubia!” mientras bebe un chupito de herbes dolces (típico de la isla).

El cantautor quiere detenerse después en la mimbrería Vidal para hablar de la importancia de la economía local y criticar el "boom turístico que empezó a sufrir Mallorca en los años 60". "Es un milagro que no esté cerrada, con las nefastas consecuencias de este tipo de turismo de masas que ha provocado que mucha de la industria de antes desaparezca y se sustituya por esta otra tan autodestructiva y que se arruine el producto autóctono. No podemos permitir que se carguen, por ejemplo, una industria tan vinculada a las Baleares como es la del calzado [la casa donde nació, en Sóller, es una antigua fábrica de zapatos, y ahí siguen residiendo sus padres]. Ni tampoco la del textil, ni la del aceite, ni la del jabón... Llegará un momento en que el turismo entrará en crisis y habrá dejado al país huérfano de su forma de vida natural. Decir que Mallorca vive gracias al turismo, que es su principal fuente de ingresos, es mentira. La única verdad es que no se puede vivir solo del turismo. Es un disparate. La historia de nuestra economía es una demostración indiscutible de que Mallorca siempre ha vivido de sus productos propios y de la exportación. Pero nos la están destrozando, obligándonos a asumir un turismo que si a alguien interesa es a los políticos".

"PALMA SE ESTÁ BARCELONIZANDO"

En Mallorca, constata, "se ha localizado en áreas como S’Arenal, pero Palma se está barcelonizando". "Se trata de un turismo inasumible que se está cargando desde el litoral hasta espacios públicos y locales como la bodega Morell, un bar de carretera de gente fantástica que dejó de tener la concesión y ahora es una triste tienda de suvenires. Este fenómeno, este turismo que se infiltra, puede parecer una buena salida a corto plazo para quien tenga un negocio, pero destruye la ciudad. Destruye la humanidad de la ciudad, que al final es lo único que necesitas: que la gente te acepte y te dé su amistad, su compañía. De lo contrario, ¿qué tienes? Creo que Barcelona, en este aspecto, es irrecuperable. Y que Palma se está empezando a estropear. Tendríamos que aprender con el ejemplo y no cometer los mismos errores".

Con la llegada del turismo, los hoteles se multiplicaron y nació una nueva demanda: la de músicos. "Muchos habitantes aprendieron a tocar un instrumento para ganarse así la vida. En casa me decían que ser músico es una amargura y acabas alcohólico. El caso es que mi padre fue músico de hotel. Y el hermano de mi madre, mi padrino, murió a consecuencia de este tipo de vida. Mi madre intuyó hace 25 años que este no era el destino que quería para mí. Yo venga insistir a mis padres en que me apuntaran al conservatorio, y no había manera. Finalmente les convencí, aunque me desapunté antes de empezar. Me pareció un lugar muy casposo. Cogí la instancia, el libro de solfeo, lo estudié y luego les dije a mis padres que no quería ir. Tendría entonces 19 años y tocaba versiones de Pink Floyd, Dire Straits... Mi padre me decía: 'Ya está bien de jugar. Has de ir a tocar de verdad y ganar dinero'. Y fue cuando en un diario de intercambio vi el siguiente anuncio: 'Se precisa guitarrista de blues para trabajo fijo miércoles y jueves'. 'Pero yo no sé tocar blues', le repliqué a mi padre. ‘Tú sabes tocar lo que haga falta’, me contestó. Y efectivamente. Hice unos seis bolos. Fue mi primer trabajo remunerado”. ¿Recuerda cuánto cobró? "25.000 pesetas, pero a repartir entre cinco. Y piense que era el año 88".

TOCANDO HASTA EN EL LAVABO

Oliver tenía "clarísimo" que quería ser artista desde los 12 años. "Me pasaba todo el rato con la guitarra. Un amigo me dio una eléctrica y la llevaba colgada todo el santo día. Tocaba 20 horas diarias. Iba al lavabo y todo con ella. Quería ser un guitarrista de primer nivel". El ideólogo, guitarrista y compositor de Antònia Font presentará su nuevo álbum en festivales tan distintos como el Guitar BCN (7 de mayo), Primavera Sound (30 de mayo), Vida (5 de julio) y Cap Roig (15 de agosto), arropado por los otros dos miembros de su power trio: Jaume Manresa (teclista de la banda mallorquina) y Xarli Oliver (músico de Vic y primer batería de Sau). "Este formato es mucho más fácil de organizar. Con Antònia Font coordinar el calendario de cinco tíos era complicado. Llegamos a hacer 60 conciertos en un año. Y las agendas incluían vacaciones, proyectos varios paralelos, partos... Era un cristo, vaya... (Joan Miquel es padre de dos niños)".

Siguiente parada: el Museu de sa Jugueta, donde trabajan dos exintegrantes de la formación: los hermanos DebonPere (batería) y Pau (cantante) llevan el bar del mágico museo desde mayo del año pasado y organizan todo tipo de actividades. "Pere es un buen cocinero. Y cada jueves montan actuaciones", explica Joan Miquel mientras bebe en la barra, bajo cabezudos colgantes, el café que le ha servido el exbatería, con su delantal puesto. "Esta nueva vida no tiene nada que ver con Antònia Font", reconoce Debon. ¿Qué juguetes fueron clave en la infancia de Joan Miquel Oliver? "El Scalextric, la pista Looping y el Tente". ¿Y el Lego no? ¡Con lo que triunfó Antònia Font con la divertida canción 'Lego'! "No tanto. Eso sí, recuerdo cuando vino el representante de Lego al camerino y me regaló uno de Star Wars para mis hijos".

La disolución del conjunto cogió por sorpresa tanto a sus numerosos y fieles feligreses como a las formaciones mainstream catalanas que admiten su incontestable influencia. Ni Oliver ni el resto de integrantes esperaban el revuelo que se armó cuando en el 2013 anunciaron su separación, después de 17 intensos años. Con la ruptura también desapareció Drac, el sello que montaron en busca de la autoedición, cuando aún muy pocos se atrevían a ello. "Llegamos a un punto de éxito en el que todo el mundo sabía quiénes éramos. Y si alguien no compraba el disco era directamente porque no le gustábamos, no por falta de promoción. De hecho, tuvimos que limitar las publicaciones, las entrevistas, todo, para no provocar una sobreexposición".

La duda de si un futuro reencuentro es posible va a planear siempre. Otras bandas como Companyia Elèctrica Dharma y Sopa de Cabra han vuelto recientemente a las andadas. El timonel de Antònia Font no contempla sin embargo tal opción. “Por mi parte, está claro. Aunque Pau haya dicho en una entrevista que igual sí que volveremos, lo lógico es que todo siga su curso. Y lo mismo que si hace dos años nos dividimos porque nos apetecía hacerlo, si en algún momento a los cinco nos apetece juntarnos, pues entonces ya se verá".

OBSESIÓN INCONTROLABLE

Una curiosidad urge desvelar: ¿de dónde le viene a Joan Miquel Oliver su obsesión por la simetría? "Ni me acuerdo. Pero es incontrolable. Si me toco una pierna sin querer, he de hacer lo mismo con la otra. Y siempre veo el mundo dibujado: veo líneas, puntos, proporciones. A veces cierro un ojo para facilitar la impresión de planitud. Me gusta el dibujo técnico. La perfección. Quizás esta obsesión tenga que ver con otra: la de tener las cosas controladas. Y me gusta pensar que todo pueda tener una representación matemática que te ayude a entender lo que está pasando. Todo tendría entonces una explicación. La representación del mundo en dibujo me fascina. Y la simetría es todavía más apasionante. La percepción de la simetría está muy conectada con impulsos muy primordiales de la especie humana. Y en el animal en general: los simétricos triunfan más a nivel de reproducción. Ah, y mi pasión por la bici también tiene algo que ver: la bicicleta esta milimétricamente ajustada a tu cuerpo. Y si yo no tengo el manillar perfectamente perpendicular a la rueda, es que me pongo enfermo".

"Me he de esforzar porque no puedo vivir una vida asimétrica. Me siento como un fumador que no fuma. Soy consciente de que tengo que superarlo. Recuerdo un día que quedamos todos los Antònia Font en Barcelona en la coctelería Milano y estábamos todos sentados en una composición perfecta. Estábamos ubicados de tal manera que pensé que era la foto perfecta y que no me podía mover para permanecer así. De repente, uno se fue y le solté: '¡No te vayas!'. Todo para mantener la composición".

Su música, subraya, "es pura simetría". "A todos los niveles: armónico, en la estructura de las canciones... Qué bonitos son los mismos pentagramas. Ves las notas y ves estrellas en una constelación que te lleva a entender la armonía universal. Una melodía bien escrita es perfección, belleza. Por algo el estudio de la melodía se llama armonía. Está todo dicho".

Palma fue fundada en el año 123 A.C. por el cónsul romano Quinto Cecilio Metelo, en un altozano situado en la margen izquierda de la cala que formaba la desembocadura del torrente de la Riera. Joan Miquel Oliver quiere terminar el recorrido sintiendo la brisa del Mediterráneo, en las murallas romanas, "el tramo que todavía queda, claro, puesto que gran parte fue destruida", cuenta.

"Hay una zona, un punto en concreto, que me gusta especialmente y que tiene que ver con la simetría", admite camino del Baluard del Príncep  (se llama así en referencia a la visita que realizó Felipe II cuando era príncipe). Y allí elige justo el vértice de este imponente balcón al ancho mar para posar, apoyado en el mismo baluarte.

En los años 40, y en contra de las normativas proteccionistas, explica que construyeron en esta zona la Caixa de Reclutes, que no se destruyó hasta finales del 2007. "Esta edificación militar contribuyó a gran parte del deterioro del lugar", lamenta el artista. Desde 1985, su rehabilitación ha sido clave. El fotógrafo Ferran Sendra quiere una última instantánea. Más cerca todavía del agua.

Para bajar al espigón Can Pere Antoni se ha de cruzar el paseo marítimo. Las olas golpean las rocas y Joan Miquel Oliver observa cómo el viento mece las palmeras perfectamente alineadas. Con abrigo, las manos en los bolsillos y sin su sombrero de paja (habría salido volando), dirige la mirada hacia la catedral. Es la hora del Ángelus. El sol ya se acuesta. Toca volver a la morada. Se despide, cariñoso. Y agradecido. Dice adiós a su querida Palma para volver al estudio, a por la bici que aparca colgada en una de sus paredes, y regresar a Sóller (al noreste de la isla). El pueblo, con olor a azahar, que le vio nacer. El vergel de Mallorca. Un fértil valle para una fértil imaginación.