DIARIO DE UNA NIÑA SIN TELEVISIÓN (2)

El armario de las primas

A través del diario de una niña que aún no entiende el mundo adulto, la autora retrocede a sus veranos de infancia, cuando viajaba con sus abuelos a Extremadura, imitando aquellos primeros intentos para saber quién es quién.

Verano cuento 2

Verano cuento 2 / periodico

JENN DÍAZ

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El día que llegué vinieron mis primas y me dijeron hola y aunque hayamos pasado el año mandándonos cartas, nos dijimos hola y luego nos quedamos calladas. La mayor tenía algo que hacer, y las pequeñas lo sabían pero no podían decírmelo y al final me lo dijeron, que tenía que ir a la calleja a besarse con su novio, y su novio es moreno, tiene un corte, bueno, la señal de un corte que le cruza la boca y un lunar muy cerca de los labios. Su primo es rubio y muy moreno y siempre se está riendo, es alto y me parece que fue el novio de mi prima hace algún tiempo, no sé cuánto, y ahora el primo rubio dice, y tu prima qué, refiriéndose a mí, y refiriéndose a si quiero ser novia suya, pero no. Mi abuela me dijo que me dejaba ir con ellas pero que a cada rato volviera a decirle que estaba bien, y le preguntó a mis primas adónde íbamos, porque yo no me entero, todavía hay muchos sitios del pueblo que no conozco, y eso que es pequeño.

Cuando llegamos a la calleja había un montón de niños y unos cuantos más pequeños que yo, más pequeños que mi prima mediana, más pequeños que mi prima pequeña, pero ninguno de ellos tenía que ir a su abuela de vez en cuando a decirle que estaba bien, y luego volverse. El novio de mi prima no se reía y a mí el lunar me daba un poco... de asco, y no podía dejar de mirarlo, y pensé un poco en todos los que me quedaba por besar, todos los tíos y tías, los abuelos, los primos, todos sudados por el calor, con las caras ardiendo, me quedaban dos o tres días de besar a la familia y responder que mis padres estaban bien, se habían quedado en casa, me había venido con mis abuelos, sí, me gustaba venir al pueblo.

Cada vez que mi prima se acercaba a besar a su novio, le daba la risa y se tenía que apartar, y a él no le hacía ninguna gracia, pero a todos los demás nos hacía y mucha, y decíamos, pero venga, dáselo ya, y yo sufriendo porque tenía que ir a ver a mi abuela y mi prima sin atreverse, porque es un poco mayor que yo pero parece que no, porque se comporta como una niña pequeña, y hoy le he preguntado por qué lo hacía y ha dicho que le daba vergüenza, y que en realidad ella no quería besarlo todavía, pero él se lo había pedido y había dicho que sí, y que por eso le daba la risa, de nervios. Al final se lo dio y mis primas pequeñas no sabían si mirar o no, y después del beso en la boca, uno y corto y rápido y que casi no pudimos verlo, nos fuimos corriendo de allí y desde entonces no he vuelto a ver a ninguno de los dos, ni al rubio ni al moreno, y no me parece mal.

Mis primas viven en una casa muy pequeña, tienen solo una habitación para las tres, las dos pequeñas duermen juntas, y la mayor las hace salir fuera de la habitación para cambiarse, porque tiene vergüenza, y porque me dice la mediana que le ha venido la regla, pero no sé qué tiene que ver, y ahora que lo pienso no sé dónde tienen la ropa, porque no hay armario en la habitación. De todas formas no me importa porque me gusta ir a su casa, porque su madre es dulce y es atenta y nos deja que subamos al terrado de la casa con el bañador a bailar, y me gusta que una madre nos deje hacer una cosa así, y subimos también una radio con música, pero no lo podemos hacer todos los días porque la escalera para subir es estrecha, es incómoda, y también no podemos hacerlo todos los días, me parece, porque al padre no le gusta. Nuestros padres son primos, y los dos tienen el nombre Alonso y todo viene por el mismo abuelo, al que ninguna de nosotras hemos conocido.

Mi abuela dice que hay que ver cómo viven, y la tía Antonia también, y la tía Carmen también, y es verdad, meter en la misma habitación a tres criaturas, dicen, pero la madre es tan dulce que no se queja, y me parece que no tiene mucho trabajo, que solo trabaja el primo de mi padre, y las niñas me parece que son felices, y al menos tienen una piscina en casa de sus abuelos y van solas a la calleja. A mí no me dan pena.

Por la noche hemos cenado solo con el tío José porque la abuela se había quedado dormida en su butaca y no han querido despertarla porque esta noche no ha dormido bien, y la han levantado y se la han llevado a la cama, y hemos cenado sin ella y mi abuela le ha dicho al tío José, madre no está bien, porque mi abuela no dice mamá sino madre, y le habla de usted, como si fuera una desconocida, y a su padre también pero yo no lo he conocido. El tío José ha dicho que no con la cabeza pero tampoco han hablado mucho, y no sé a qué se refieren porque esta mañana he ido a recoger los huevos de las gallinas como otras veces y la bisabuela los ha cogido sin que le dé miedo ni nada, y ha sido igual que siempre, sólo que ha roncado mientras veía los toros y normalmente no lo hace, pero tampoco es tan raro.

Cuando mis padres han llamado al teléfono de la casa, me he sentado en la esquina del sofá, porque el cable no da para mucho, y me han preguntado cómo estoy, bien, y qué hago, estoy en el sofá, y cómo me lo estoy pasando, bien, y cómo están las primas, bien, y la bisabuela, y he dicho que bien porque es la verdad.