Brasil 2014

Messi iguala a goles con Neymar y no se verán hasta la final

Argentina firma el pleno de nueve puntos gracias a un doblete del astro azulgrana

Messi ejecuta la falta que supuso el segundo gol de Argentina, ayer.

Messi ejecuta la falta que supuso el segundo gol de Argentina, ayer.

JOAN
DOMÈNECH

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Para lo bueno y para lo malo, el futuro de Argentina va de la mano de Leo Messi, como reza la canción que cantan las gradas. No se sabe aún si para dar la vuelta olímpica de campeones, según continúa la tonada. Queda mucho trecho. Apenas traspasó ayer la frontera de la fase de grupos, confirmando el primer puesto y los octavos de final que jugará el próximo martes en Sâo Paulo.

Argentina se colocó por un carril distinto al de Brasil, con la que no se encontrará hasta una hipotética final. En Maracaná, donde se lidiaría el pulso personal de los principales protagonistas del torneo, entre Messi y Neymar, hoy paralelo, pero competido y brillante. Cuatro goles han marcado cada uno en tres partidos, instalándose entre los máximos artilleros del Mundial. La simbiosis de ambos en el Camp Nou, fallida el año pasado, se erige en el gran reto de Luis Enrique.

CUATRO DE SEIS / Argentina ha marcado seis goles, y cuatro han llevado la firma de Messi, después del primero en propia puerta de un defensa bosnio y el último del lateral Rojo, que anotó sin querer en un córner. Y no han sido goles comunes ni vulgares los tantos de Leo, sino de esos que acreditan que La Pulga vuelve a estar fina y saltarina.

Abrió el marcador con la diana más rápida de toda su carrera, segundos después de los dos minutos, y cerró el primer tiempo con un golazo de falta en un gran lanzamiento. El nigeriano Musa, con dos buenas definiciones, sostuvo al once africano, que pasó a octavos aunque cayera. Siempre podrá contar  un día que le echó a Messi un pulso a goles en un Mundial y que no lo perdió.

Porto Alegre, la patria de Ronaldinho, entregada a Argentina, vio al viejo Messi. Al que dirigió en el Barça Pep Guardiola, sentado y fotografiado en la grada, complacido en un estadio bicolor, blanquiazul en sus aledaños, entregado dentro y fuera al astro rey. «Es hermoso», dijo Messi, que no da síntomas de agobio ni de tensión pese a saber que sobre él recae todo el país. En el fondo, no tiene de qué preocuparse: mientras esté por el juego y no se desentienda, mientras muestre interés, será el mejor. Ya lo es. Lo preocupante para Sabella es ver que el abismo entre Messi y sus compañeros, en eficacia y rendimiento, no se acorta.

EL ESTRÉS DE MASCHERANO / Argentina juega partida en dos mitades, con Mascherano estresado portando la masilla arriba y abajo para tapar las grietas que se van abriendo y amenazan con resquebrajar el edificio mientras haya 50 metros entre la defensa y la delantera. «Fue el partido más físico y de mayor desgaste que tuvimos», dijo sofocado el mediocentro azulgrana. Suerte tiene de que Di María va y vuelve, incansable,  y que se merece ya un gol por la insistencia que muestra en el intento. Messi ha marcado los cuatro goles en cinco disparos. En el intercambio de golpes, Argentina lleva las de ganar con él en el campo.

Agüero e Higuaín parecen almas en pena. Como si estuvieran en el equipo por la reglamentaria necesidad de jugar con once. Cuando se marchó Messi, ¡sustituido!, una novedad, aquello fue un solar. «Lo quise preservar, estaba consensuado», aclaró Sabella. Agüero ya se había marchado del campo con una lesión muscular. Lavezzi será su recambio si no se recupera. «Corregimos errores y vamos mejorando poquito a poco», analizó Messi tras admitir que les faltaba movilidad.

EL MARCIANO DE JÚPITER / «Argentina tiene jugadores muy buenos, pero Messi es diferente, de otro planeta, diría que es de Júpiter», sugirió Stephen Keshi, el entrenador de Nigeria, con cierta impotencia ante la existencia de ese factor incontrolable para cualquier técnico. Leo irrumpió en el área en busca de un rechace y maravilló a pelota parada. Musa replicó a Leo, que le quitó el premio al mejor del partido pese a firmar la mejor actuación de su corta vida (21 años), pero nadie pudo igualar el afortunado gol de Rojo.

«A medida que va pasando el Mundial vamos tomando ritmo», explicó Sabella, que aún no las tiene todas consigo. El margen de error de la liguilla se ha acabado. A partir de los octavos, un mal día significa la despedida. «Estoy satisfecho por los nueve puntos, pero todavía tenemos que mejorar», admitió el técnico.

«No hay nada más lindo que ser campeón mundial con tu país», dijo Messi. Si le acompañan, es capaz de llevarles de la mano a dar la vuelta olímpica.