El desenlace del Mundial

Alemania hereda la estrella de España

La selección germana es la primera europea que conquista América gracias a un golazo de Götze en la prórroga que deja a Messi sin Mundial

Los jugadores alemanes se abrazan eufóricos nada más acabar la final.

Los jugadores alemanes se abrazan eufóricos nada más acabar la final.

JOAN DOMÈNECH / RÍO DE JANEIRO (Enviado especial)

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El pequeño Mario Götze disfrutará de la gloria que ha acompañado a Andrés Iniesta durante cuatro años. Se agigantó anoche en Río de Janeiro como lo hizo el héroe de Fuentealbilla en Sudáfrica para darle a Alemania la cuarta estrella mundial de su camiseta. España solo tiene una. Tan corta ha sido la gloria de La Roja como breve su reinado, que ha dejado paso al regreso de una de las viejas potencias tras 24 años de abstinencia.

La misma cara angelical, el mismo trato suave con el balón, un primor de futbolista igual que Iniesta es Götze, que decidió el título en la prórroga, también, con un tiro cruzado parecido, dibujado en el aire con elegancia y potencia, con el corazón embutido dentro de la bota, para fusilar sin miramientos al portero, sintiéndose empujado por el rayo de inspiración celestial que envió a Iniesta a la eternidad. Y como el pequeño del Barça, Götze acabó sepultado por la monumental montaña de músculos de sus corpulentos compañeros.

SERENIDAD Y LÁGRIMAS / Solo Lahm mira a los ojos de Götze, mientras el pequeño más grande, Messi, contemplaba los festejos con serenidad. Con los ojos de quien se siente capaz de conseguir lo que han logrado Iniesta y Götze en la final de un Mundial. Javier Mascherano, en cambio, se sentía como quien ha visto pasar el último tren, sin consuelo. Con la cabeza levantada de quien ha sido el baluarte que ha permitido a Argentina soñar hasta el último día.

Fue el triunfo de Götze, sustituto al filo de los 90 minutos de Klose, como pudo haber sido el triunfo de Higuaín, que falló una clamorosa ocasión tras un descomunal error de Kroos; o el de Höwedes, que cabeceó salvajemente al palo; o el de Schürrle, que arrancó dos buenas intervenciones de Romero. O el de Palacio, con una vaselina que salió fuera. No, la gloria quedó reservada para Götze, el centrocampista del Bayern de cara angelical que esconde perversas ideas y veneno en sus botas.

BALÓN DE ORO / Messi se llevó el Balón de Oro, sin esbozar ni una sonrisa, después de que dieran a Neuer el guante de oro al mejor portero. Otro título sin discusión. No la admitía tampoco el de Alemania, que empezó el torneo de forma arrolladora ante la Portugal de Cristiano (4-0) y acabó venciendo por la mínima en una imagen de lo que ha sido la produción goleadora del torneo. La edición que apuntaba nuevos récords goleadores solo igualó el registro de Francia-98 (171 tantos).

Alemania cosió su cuarta estrella -el primer europeo que lo hace en América- y empató con Italia. A tiro de Brasil, que sigue siendo penta, con los cinco títulos que posee y que tardará meses en volver a blandirlos para proclamar su hegemonía. El tortazo que se ha llevado ha sido de antología, acorde con la humillante goleda encajada en la semifinal con el inolvidable 1-7, histórico (como el récord que dejó anoche Klose, con 17 goles en 24 partidos), que luego remató Holanda con el 0-3 en el tercer puesto del sábado.

EL RECUERDO DE PUYOL / Götze fue Iniesta y Lahm fue Casillas, en las nuevas imágenes icónicas del Mundial hasta que en el 2018 Rusia descubra al nuevo campeón. Vladimir Putin representó al futuro organizador, y dio contraste al matriarcado que apuntaba el palco. Los tres países involucrados marchan guiados por mujeres. Dilma Rousseff ejerció de anfitriona, con limitada presencia para no excitar los ánimos de los brasileños, doblemente malhumorados por el escaso beneficio social del evento y el papelón de la selección. A Rousseff la acompañó la alemana Angela Merkel, pero la argentina Cristina Fernández no viajó a Río. Estuvo, eso sí, sobradamente representada por miles de compatriotas esparcidos por toda la ciudad.

Carles Puyol fue el recuerdo de Johannesburgo. El papel del valeroso capitán azulgrana fue protocolario. Vestido de una guisa inusual, con traje, forzado por una retirada forzada. Acompañado de la modelo Gisele Bundchen, quien alargó los dos centímetros de diferencia con unos tacones de vértigo, Puyol enseñó el trofeo dorado de 6 kilos y 36 centímetros antes de depositarlo en la peana para que lo recogiera Lahm. Puyol sintió la nostalgia de la gloria vivida en Johannesburgo. La misma que recorría por el corazón de viejos colegas que poblaron las butacas como Cannavaro, Matthäus, Passarella y Pelé entre otros. Beckham se presentó con sus tres hijos vestidos con la albiceleste y el 10 de Messi, pero solo se rió el hijo de Kaká, vestido cn la zamarra alemana.

Götze dejó conmocionada a Argentina a siete minutos del final  de la prórroga, sin margen para la réplica. Alcanzados los 90 minutos, a Argentina no le importó jugársela a los penaltis tras la buena experiencia de la semifinal frente a Holanda. Se lanzó en brazos de  Romero, mientras que Alemania siguió combatiendo con un inmenso Lahm, con el ensangrentado Schweinsteiger, con el insistente Kroos, con el genial Götze. Fueron campeones del mundo con su club en invierno y ahora lo son con Alemania en verano.