Las novedades del salón

Gran Via es una fiesta

Jan Koum, anoche, cuando se dirigía al restaurante Boujis de Barcelona.

Jan Koum, anoche, cuando se dirigía al restaurante Boujis de Barcelona.

SONIA GUTIÉRREZ
BARCELONA

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El Mobile World Congress (MWC) es una feria profesional, pero a veces el ambiente de dentro del recinto recuerda más a una fiesta que al que uno se imaginaría de una de las mayores citas económicas de Barcelona. Los asistentes al congreso acuden a la Fira de Gran Via a hacer negocios -que los hacen- con actitud distendida y ganas de pasárselo bien. Y la atmósfera que se respira en los pasillos invita a ello.

Respondiendo a la imagen de emprendedor joven de compañía tecnológica, muchos de los visitantes evitan el clásico traje y visten pantalones tejanos y camisa sin corbata, eso sí, con chaqueta. También se ven los clásicos ejecutivos con maletín, pero no son mayoría.

Otra cosa distingue esta feria de otras: hay menos azafatas florero en los estands, y se valora más encontrar a alguien que explique las últimas especificidades técnicas de las novedades de la compañía. Los dispositivos son las estrellas del salón y todos quieren probar, fotografiar y postear en las redes sociales los gadgets más novedosos.

Mascotas y música

Los expositores animan la fiesta con mascotas y espectáculo. Personas disfrazadas de los muñecos verdes de Android se paseaban por el recinto, posando para las cámaras y dejándose retratar con los visitantes.

Samsung contratacaba con su propio muñeco, el Kidrobot, una figura de color blanco que están decorando varios artistas a su estilo. Ayer, el pintor francés Tilt hizo una demostración en directo en el estand de la compañía surcoreana. El Kidrobot tendrá su propia mercadotecnia dentro de unas semanas, cuando se puedan comprar figuritas y carcasas de móvil. En el mismo estand, una gran imagen de astros del fútbol en formación -Messi, Ronaldo, Casillas, Falcao...- atraía la atención de muchos asistentes, que no querían perderse la oportunidad de fotografiarse con sus ídolos, aunque fueran de mentira.

Otras compañías optaban por los shows musicales, como ZTE, que contrató a dos bailarines de música latina para presentar el smartphone Grand Memo 3. Costaba entender qué tenían en relación los ritmos de la conga con esta empresa de China, pero cumplió su objetivo: en poco tiempo, numerosos visitantes se detuvieron ante el expositor.

El Mobile World Congress se desmarca de muchas otras ferias, pero mantiene rigurosamente el protocolo institucional. Ayer, primer día del congreso, se celebró el paseo inaugural de las autoridades. El príncipe Felipe de Borbón presidió el recorrido, acompañado por el ministro de Industria, José Manuel Soria, y el presidente de la Generalitat, Artur Mas, entre otros.

Saludo negado a Felipe

En un momento, un empresario catalán, Àlex Fenoll, negó el saludo al Príncipe «por no dejar votar» en la consulta de autodeterminación, según explicó después él mismo. El Príncipe, según Fenoll, le replicó que «por educación» debería darle la mano. Cerca de ambos, Mas observaba en silencio la conversación.

El debate soberanista catalán también se coló a primera hora de la mañana a las puertas de la feria, cuando varias personas repartieron panfletos de Òmniun Cultural en inglés. Con el título What's going on in Catalonia? (¿qué está pasando en Catalunya?) los papeles explicaban los motivos a favor de la consulta, con un código QR -muy acorde con la cita tecnológica- para acceder a una página web.

En el interior del recinto, mientras tanto, seguía el ajetreo. En el poco tiempo libre que tenían, los visitantes hacían cola para comer rápido un bocadillo al sol, en uno de los espacios al aire libre habilitados para descansar. Los más afortunados comían en un restaurante.

Por todas partes, periodistas grabando, haciendo fotos y preguntando en los expositores. En la sala de prensa, a rebosar, algunos aliviaban el hambre con galletas y café. A falta de asientos disponibles, sentarse en el suelo con la espalda apoyada en la pared con el portátil sobre las piernas era una buena opción.

Por la tarde, cuando el cansancio de la jornada -y posiblemente de la cena y la fiesta nocturna del domingo- empezaba a hacer sus efectos, algún asistente dormía ajeno a la actividad de alrededor.

Quedaba poco para que la feria cerrara sus puertas, y se repetía otro de los clásicos del congreso, las largas colas a la salida, tanto para coger taxi como para ir en transporte público. Y el tráfico denso, que hacía que se tardara prácticamente una hora en ir al centro de Barcelona. Había terminado un día en el MWC.