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La cara oscura del móvil

Varias oenegés impulsan un foro alternativo al MWC y reclaman un uso más justo de la tecnología

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CARME JANÉ / BARCELONA

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La telefonía móvil no solo tiene la cara glamourosa e innovadora que muestra el Mobile World Congress sino que bajo las alfombras rojas esconde varias miserias. Una de ellas es la explotación laboral de muchas fábricas productoras y de los mineros que extraen los materiales que se utilizan para su funcionamiento, según denuncia el congreso Mobile Social Congress, que ha organizado la oenegé Setem Catalunya coincidiendo con la feria de L’Hospitalet.

Una de las iniciativas en pro de una industria de las telecomicaciones más sostenible es Eticom, que reclama que se consuman productos que provengan de procesos de producción correctos, que distribuyan correctamente la riqueza y no piensen solo en el beneficio, y propone un modelo de operadora en cooperativa. Una propuesta semejante a la de Guifi.net, la pionera en Catalunya en acceso libre (que no gratuito) a internet.

Fairphone también propone un modelo de producción justa de móviles y ofrece un sello de calidad a terminales que consideran que han seguido un proceso de producción justo, como el fabricante español BQ que, aunque fabrica en China, consideran que cumple sus estándares éticos. Sus teléfonos, que se exponen en el MWC, ofrecen modelos con sistemas operativos libres, además de Android, y producción con materiales obtenidos legalmente y con modelos de extracción aceptables, según la oenegé, que intenta que las administraciones públicas den ejemplo reclamando en sus contratos que sus proveedores cumplan sus condiciones. El Ayuntamiento de Barcelona se acaba de sumar a la iniciativa.

OBTENCIÓN DE LOS MATERIALES

Las condiciones de obtención de los materiales son siempre la parte más oscura de la cadena. El informe “This is what we die for” de Amnistía Internacional revela que la mitad del cobalto proviene de la República Democrática del Congo, y se extrae a mano sin medidas de protección. "Usan a niños y mujeres para seleccionar el material. Muchos sufren abusos de los compradores. Además, la exposición al metal provoca enfermedades pulmonares y dolores por el peso de las piedras que cargan”, explicó María Cañadas, presidenta de Amnistía Internacional en Catalunya.

Unicef calcula 40.000 niños trabajando en las minas, “muchos van a la mina en pausas de ir a la escuela, que es de pago. El Gobierno ni inspecciona ni regula, y la mayoría de los comerciantes son chinos, que los venden a grandes empresas”, relata. La principal es CDM, una multinacional china del cobalto que se vende para las baterías de móviles, ordenadores y coches. La empresa se ha negado a recibir a los autores del informe.

LA RUTA DEL COBALTO

Según Amnistía, el cobalto se extrae y se funde en África, pero se transporta a China, donde se volverá a fundir con el mismo mineral procedente de otros países, lo que también evita su trazabilidad, denuncia. “Si las empresas respetaran las homologaciones de material que se hacen en el propio Congo podrían garantizar que los materiales proceden de un origen legal y justo”, denuncia Cañadas.

Los responsables de Pangea denunciaron la obsolescencia programada e instaron también a reciclar los equipos electrónicos y a reutilizar los que parecen obsoletos para otros usos igual no tan punteros pero necesarios.