La generación hiperconectada

La generación hiperconectada_MEDIA_1

La generación hiperconectada_MEDIA_1

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La Generación del Milenio es aquella integrada por jóvenes nacidos entre la década de los 80 del siglo pasado y el año 2000. Como colectivo, comparten de forma transversal el hecho de ser nativos del mundo digital, es decir, han aprendido desde muy pequeños a convivir con las posibilidades que proporcionan las nuevas tecnologías. A diferencia de su predecesora, la Generación X, que fue testigo del tránsito de la era analógica a la virtual, estos jóvenes han crecido con las aplicaciones 'online y son los usuarios que dedican más horas a internet. Siempre que pueden buscan espacios wifi de conexión gratuita, existentes en una ciudad (calle, bar, biblioteca, ...). No pueden vivir sin el medio, ya que la idea de no estar conectados -'offline'- los angustia y lo perciben como un aislamiento social. Se lo han hecho suyo, como parte inherente de su identidad, de su yo, desarrollando un fetichismo tecnológico desmesurado. En este sentido, han dejado de ser meros espectadores o consumidores pasivos y se han convertido en agentes activos, creadores de valores y narrativas y, a la vez, transformadores de los usos de las tecnologías de la información (TIC).

Muestra de ello es el cambio de significado que ha sufrido la palabra privacidad por parte de los 'millennials': su intimidad, lo más personal, se convierte en público. Otro ejemplo lo encontramos en que entienden por realidad. La ficción, la virtualidad o el simulacro los atrae y fascina. Además, son hijos de la sociedad móvil, donde se impone la inmediatez, la sucesión acelerada de los acontecimientos y vivir el presente. Todo ello refuerza las conductas impacientes, impulsivas e inquietas. Las fronteras que antes delimitaban nuestros entornos (trabajoocioamistades, ...) se acaban diluyendo, dando lugar a nuevos conceptos sobre la organización del trabajo y su conciliación. La variable tiempo también se ha visto alterada, simultaneando actividades presenciales y en la nube.

Ni única ni uniforme

A menudo tendemos a definir a los jóvenes como un segmento poblacional homogéneo, pero desde un punto de vista antropológico, la juventud no es única ni uniforme. Al contrario, hay varias maneras de ser joven, en función del género, la cultura, la religión y, sobre todo, la clase social. Para el sociólogo Manuel Castells en 'La era de la información' (Alianza, 2003), no deberíamos obviar la importancia de las desigualdades sociales -que los efectos de la crisis económica, en los últimos años, han agudizado - a la hora de explicar el fenómeno del analfabetismo digital. Si bien se trata de una generación -la del milenio- a la que se le presuponen altos conocimientos y habilidades de navegación por internet -capitales, sobre todo si se quiere saber buscar la información adecuada, discerniendo entre las fuentes fiables y las que no lo son-, puede verse saturada ante la avalancha de contenidos ajenos o de fabricación propia.

Vivimos en una especie de falacia en que se nos dice que la sobreinformación en internet equivale a estar bien informados, cuando en muchas ocasiones la gran cantidad de noticias se traduce en desinformacióndesorientacióndesconocimiento o desconfianza. Casos recientes, como la crisis de los refugiados, el terrorismo a escala global o el virus del ébola lo ponen de manifiesto. Estos son algunos de los riesgos asociados al desarrollo tecnológico. Parafraseando el experto en márketing Miguel del Fresno ('El consumidor social', Editorial UOC, 2012), se ha iniciado «una rebelión pasiva de la no atención» como respuesta a esta saturación.

El efecto retrovisor, descrito por el filósofo Marshall McLuhan ('Aldea global', Gedisa, 1996), entendido como la imposibilidad del joven de reflejarse en los valores de las generaciones precedentes a la suya, sigue vigente. El ejemplo de los denominados mileuristas -seguramente la promoción de jóvenes mejor preparada de la historia, víctima de la precariedad laboral, justo en plena bonanza económica, el año 2005- nos ayuda a ilustrarlo.

En definitiva, la juventud social -que no la cronológica- se ha alargado, causando una moratoria en la asunción de los roles adultos. Esto obliga a una redefinición de las trayectorias juveniles, marcadas por la incertidumbre biográfica, tal como sostenía el sociólogo Ulrich Beck ('La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad', Paidós, 1998).

Comprar, chatear y compartir

Finalmente, a modo conclusivo, el tiempo libre o de ocio se ha transformado en un tiempo socialmente legítimo vinculado a las nuevas tecnologías. Los jóvenes utilizan el 'social media' para comprar -'low cost'- o intercambiar bienes y servicios -consumo colaborativo-, chatear con los amigos (o conocidos) y compartir minuto a minuto en Twitter, Facebook, ..., sus opiniones, experiencias y retos profesionales, en multiformato: imágenes (Instagram), vídeos (YouTube), blogs, etc. El efecto viral está asegurado.

Al margen de estos usos lúdicos o de puro entretenimiento, internet también se ha convertido, entre los 'millennials', en una herramienta de periodismo ciudadano de contra-información, de participación activismo, al margen de la esfera institucional, como fue el caso del movimiento de los indignados, en el 2011.