BCN, 'innovation friendly'

Enric
HERNÀNDEZ

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La internacionalización de la marca Barcelona a partir de los Juegos Olímpicos de 1992 ha constituido, vista un cuarto de siglo después, toda una bendición para la economía local y para las arcas municipales. El impacto del turismo en el PIB barcelonés y metropolitano ha permitido a la ciudad sufragar su transformación social y urbanística a resguardo de la globalización económica y de las sucesivas crisis, en especial de la que estalló a partir del 2008. La otra cara de la moneda ha sido la masificación turística de la capital, muy fructífera para los sectores hotelero, inmobiliario y comercial, pero también gravosa para los vecinos de los barrios céntricos. Cuando la inestabilidad en la otra orilla del Mediterráneo y el fenómeno de las aerolíneas 'low cost' dispararon la demanda de alojamientos asequibles, la llamada economía colaborativa, hija de la digitalización, multiplicó la oferta de apartamentos turísticos, con licencia o sin ella. Sin renegar de los innegables beneficios del turismo, los barceloneses padecen con encomiable estoicismo sus contraindicaciones, a menudo lesivas para la urbanidad y la convivencia.

Amén de potenciar el turismo de calidad -no siempre exento de excesos-, el Mobile World Congress, de la mano de la Mobile World Capital, ha sembrado en Barcelona la simiente para la transformación del tejido económico local. Los expertos congregados por '+ Valor' analizan hoy en este suplemento económico los hitos conquistados en esta senda, las oportunidades que se le presentan a la capital catalana y los desafíos que encara.

Para Barcelona y la región metropolitana, la economía del conocimiento puede constituir el trampolín para su definitiva internacionalización y, al tiempo, una válvula muy útil para aminorar su excesiva dependencia del turismo masificado. Aprovechando a escala -sin replicarlas artificiosamente- experiencias como la de Silicon Valley, instituciones públicas, universidadesempresas, entidades financieras y emprendedores deberían volcarse en convertir a BCN en una capital europea 'innovation friendly'. La inversión en educación y en investigación, la colaboración público-privada y la fiscalidad, entre otros muchos factores, son claves para que el capital y el talento -el local y el importado, gracias al atractivo de la ciudad y a su calidad de vida- se den la mano en Barcelona, al objeto de aprovechar todas las oportunidades que brinda la revolución digital, tanto o más disruptiva que la industrial del siglo XIX. Ese sería mejor legado del Mobile World Congress que la capital podría patrimonializar.