Exhumando la Viena virtuosa de 1918

Gustav Klimt, Otto Wagner, Egon Schiele y Koloman Moser fueron los artistas que dieron impulso a las vanguardias desde la capital de Austria. Los cuatro murieron hace un siglo

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Rosa Massagué

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Aquel 1918 marcó el fin de una época que tan bien plasmó Stefan Zweig en 'El mundo de ayer'. Decía el escritor que en ninguna otra ciudad europea había habido un afán de cultura tan apasionado como en Viena. Y explicaba la razón. Dado que la monarquía y Austria no habían tenido durante siglos ni muchas ambiciones ni grandes éxitos militares, el orgullo patrio se orientó hacia el predominio artístico. Y así, en el periodo entre 1890 y 1918 nació la Wiener Moderne, la era moderna vienesa, cuando los artistas empezaron a romper los moldes en los que se movía la sociedad de la anquilosada monarquía.

Era la Viena en la que Gustav Klimt y Egon Schiele pintaban, Otto Wagner construía y Koloman Moser decoraba. Era también la ciudad en la que nacía el psicoanálisis con Sigmund Freud, la música dodecafónica con Arnold Schönberg, las sinfonías de Gustav Mahler, la filosofía de Ludwig Wittgenstein, el teatro de Arthur Schnitzler, la literatura de Karl Kraus, o la arquitectura de Adolf Loos y Joseph Hoffmann. Era la ciudad de los cafés y las tertulias artísticas e intelectuales. Era un Viena que acabó abruptamente en 1918.

En el centenario de su muerte, Klimt, Schiele, Wagner y Moser protagonizan hoy la escena vienesa con varias exposiciones en distintos museos de la ciudad que reflejan la enorme riqueza que aquellos rupturistas aportaron a una cultura y a un mundo en el que la belleza y el abismo se daban la mano.

El urbanista

El mayor de los cuatro fue Otto Wagner (1841-1918) y Viena le debe a él su fisonomía actual. Fue arquitecto, pero también urbanista y promotor inmobiliario. En una ciudad dominada por el historicismo arquitectónico, su mirada se dirigía al futuro. Abrió el camino al modernismo, al Jugendstil. Su arquitectura es básicamente funcional y está llena de luz. Fue un constructor para las élites, pero sus enseñanzas fueron utilizadas por un nutrido grupo de alumnos que las aplicaron en la construcción de vivienda social en Viena y en ciudades como Praga.

El Wagner urbanista reflejó la necesidad de una sociedad dinámica y moderna que se asomaba al siglo XX. Una de sus grandes obras fue el ferrocarril metropolitano (hoy son dos líneas de metro y parte de una de cercanías), para el que lo diseñó estaciones, túneles, puentes y hasta barandillas. 

Soros quiere un campus

Sus obras más célebres, el edificio de la Caja Postal de Ahorros y el complejo hospitalario de Steinhof, con su iglesia de San Leopoldo, son hoy objeto de polémica. El primero, infrautilizado por un banco, ha sido adquirido por una cadena hotelera. El especulador y filántropo George Soros, cuya universidad en Budapest es objeto de acoso por parte de las autoridades húngaras, quiere abrir un campus en algunos pabellones de Steinhof.

Wagner fue un trabajador infatigable, aunque muchos de sus proyectos fueron rechazados por su modernidad, como el Museo de Viena en la preciosa Karlsplatz. En su lugar, hoy se levanta un edificio de los años 50 cuya grisura contrasta con la vecina iglesia barroca de San Carlos Borromeo. Este museo presenta una exposición temporal sobre el arquitecto. La mayor que se le ha dedicado en 50 años, con más de 500 piezas entre objetos y planos.

Artífice de Secesión

Gustav Klimt (1862-1918) es el artista que más y mejor se asocia a la Viena del fin de siglo XIX. Fue el primer presidente del grupo de artistas que rompió con el academicismo y la tradición, el llamado Secesión, la variante vienesa del Jugendstil. Pero antes de romper con el pasado, Klimt no rehuía el historicismo en boga en Viena.

En 1890, el artista recibió el encargo de decorar los espacios triangulares entre las columnas y las lunetas de la bóveda sobre la gran escalera del Museo de Historia del Arte (Kunsthistorisches Museum). Con motivo del centenario de su muerte, han levantado una pasarela para salvar los 12 metros de distancia del suelo y poder admirar de cerca las figuras que Klimt pintó en la pared norte. En la abundancia de dorados, la ornamentación, la plenitud que presentan las figuras está el embrión de lo que después sería su arte (el museo también muestra su obra 'Nuda Veritas').

Para ver las obras del apogeo de este artista hay que visitar el Belvedere Superior y el Leopold. El primero alberga el célebre 'El beso' junto a una veintena de otras obras del pintor. El Leopold muestra otros famosos cuadros de Klimt, como 'Muerte y vida' o 'En el Attersee'.

En el mundo no hay otro museo que albergue tantas obras de Egon Schiele (1890-1918), el máximo exponente del primer expresionismo austriaco, como el Leopold, que también dispone de una de las mejores colecciones del primer modernismo vienés. La exposición 'Viena 1900' contribuye, con las mencionadas obras de Klimt y una colección de Schiele,  a la conmemoración de los cuatro artistas muertos en 1918.

Paso a las vanguardias

En esta exposición dedicada a la Viena de fin de siglo Koloman Moser (1868-1918) ocupa un amplio espacio con sus pinturas y sus diseños de muebles y objetos. Como interiorista lo diseñaba todo, papeles pintados, objetos de plata, vajillas, cristalerías, vitrales o carteles. Junto al arquitecto Joseph Hoffmann fundó los Talleres Vieneses (Wiener Werkstätte) que producían objetos de artesanía altamente refinados y de gran belleza. El Museo del Mueble (Hofmobiliendepot) presenta una colección de muebles de Wagner y de otros creadores activos en la Viena de aquellos años.

Más allá de Klimt es la exposición que, en el Belvedere Inferior, pasa revista a la creación después de aquel 1918 en los nuevos países nacidos del descalabro del imperio austrohúngaro. En el momento de su muerte, la influencia del gran pintor de la Secesión había casi desaparecido. La debacle bélica dio paso al expresionismo, el constructivismo o el surrealismo, con artistas como Josef  Capek, Oskar Kokoschka, László Moholy-Nagy, Otto Neurath o Max Oppenheimer. Una época que había llegado trágicamente a su fin. 

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