50 AÑOS DE LA AGRESIÓN AL ICONO POP

Valerie Solanas: la mujer que disparó a Warhol (y escribió el manifiesto 'Scum')

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Núria Marrón

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El día de autos, la escritora Valerie Solanas estuvo tres horas esperando a Andy Warhol en esa fábrica de productos pop a la que él, siempre tan irónico, había llamado The Factory. Así que cuando el gran padrino del Greenwich Village neoyorquino apareció por su estudio, ella lo siguió hasta su oficina, sacó una pistola y le pegó tres tiros. Dos de ellos erraron, pero el tercero le perforó el bazo, el estómago, el hígado y los pulmones. Un cuarto balazo alcanzó la cadera del crítico de arte Mario Amaya. Y cuando se dispuso a apretar el gatillo contra la cabeza del mánager del artista, Fred Hughes, la pistola se encasquilló. Solanas huyó del lugar y la misma tarde de aquel 3 de junio de 1968 se entregó en Times Square a un policía que, atónito, vio como una mujer visiblemente confundida decía:  «Yo disparé a Andy Warhol. Tenía demasiado control sobre mi vida».

Warhol arrastró pesadillas de por vida y tuvo que llevar un corsé ortopédico tras permanecer dos meses en el hospital

En adelante, ya nada no fue lo mismo para ninguno de los dos. Warhol vivió con pesadillas y un corsé ortopédico de por vida. Y durante décadas, Solanas –que había sufrido abusos por parte de su padre, había vivido en la calle desde los 15 años y conocía a Warhol de haber aparecido en un par de sus películas y de haberle insistido en que le produjera una obra cuyo manuscrito este perdió de puro desinterés– ocupó una de las esquinas de ese altar norteamericano de lunáticos ilustres.

Calle y psiquiátricos

De la misma manera, su obra, 'Manifiesto Scum', publicada también aquel 1968, pasó a recibir tratamiento de curiosidad manicomial, a pesar de ser una andanada pionera y feroz contra la sociedad patriarcal y el capitalismo, y un desmontaje satírico, rabioso y pasado de vueltas del andamiaje del sexismo y la dominación masculina. "El hombre se reserva para sí las funciones más importantes y trata de convencer a las mujeres –escribía– de que la suya es parir, criar a los hijos, reconfortar y estimular el ego masculino, y de que una siempre es intercambiable por otra". Cabe decir que para la escritora la transformación no pasaba porque las mujeres arañaran un trozo más grande de pastel, sino por escupirle encima, patearlo y sacar algo nuevo de entre los despojos y la basura.   

Tras la agresión, Solanas fue encerrada en un psiquiátrico, le diagnosticaron un trastorno esquizoide paranoide y fue condenada a tres años de cárcel. El resto de su corta vida  (murió a los 52 años en un asilo para 'homeless' de San Francisco) lo pasó malviviendo en la calle, prostituyéndose, enganchada a las drogas y entrando y saliendo de instituciones mentales para mujeres con largos historiales de abusos que agudizaron su enfermedad. 

"Solanas habló de una rabia que no todas las mujeres se han atrevido a descubrir en su interior", asegura la escritora Vivian Gornick

Su vida, abyecta y descarnada como su escaso legado, dejó poco rastro. Sin embargo, 50 años después de aquel intento de homicidio, desde ensayos hasta artículos, biografías como la de Breanne Fahs y series de televisión como 'American horror story' siguen desenterrando la memoria de aquella mujer para intentar ver más allá del cliché y recomponer una compleja personalidad a la que la enfermedad, la marginación y el desdén general acabaron devorando.

Alumna brillante

El caso es que la historia pública de Solanas empezó y acabó aquel 3 de junio, cuando atacó a Warhol en el cénit de un episodio maniaco: creía que el artista se había quedado con su obra de teatro y estaba convencida de que su editor, Maurice Girodias –que ya publicaba a malditos como Vladímir Nabokov y Henry Miller y al que la escritora había conocido en la calle, vendiéndole una copia autoeditada de 'Scum'–, le había robado los derechos de su obra (en realidad, no iba tan desencaminada: jamás vio un céntimo). Por entonces, Solanas tenía 32 años y un historial tremendo a sus espaldas: tras la niñez marcada por los abusos paternos y las palizas del abuelo, escapó de casa siendo aún adolescente, poco antes de quedarse embarazada y dar al bebé en adopción.

"Papá hace de su hija una máquina para satisfacer las necesidades del hombre, una impulsora de su minúsculo ego", escribió Solanas

Más tarde fue una alumna brillante de psicología que se graduó a base de becas y estudió durante años los impulsos neuronales de los ratones hembras. Vivía abiertamente como lesbiana cuando pocas aún lo hacían, y dejó colgados los estudios de posgrado para viajar por el país. A partir de entonces, empezó a sobrevivir como pudo: mendigó, vendió su manifiesto ciclostilado y cobró dinero a cambio de charla o sexo. «Era tan extrema y radical que incluso los que vivian en el límite pensaban que era extraña y la rechazaban», dice su biógrafa, que dedicó 10 años a intentar descifrar el enigma Solanas, un acertijo que en su momento incomodó a los círculos feministas –ansiosos por distanciarse de aquel personaje que, creían, deslegitimaba su discurso– y al mundo del arte, cuyo elitismo, sexismo y vacuidad ella había pateado de lo lindo.

Artefacto protopunk

Quien primero empezó a ver donde hasta el momento nadie había mirado fue la escritora feminista Vivian Gornick. El editor Girodias le encargó en 1971 el prólogo de la segunda edición del manifiesto y ella se negó: «Entonces pensábamos que Solanas era una loca; no queríamos ser confundidas con alguien que gritaba que los hombres son un aborto». Pero cuando Girodias subió la oferta a mil dólares –¿quién podía negarse a mil dólares?–, Gornick accedió a leerlo: «Y al hacerlo me recordó a Céline, pensé que era la obra de un genio». Con la escritora de guía, miles de lectoras se adentraron en el boscaje de 'Scum', que viene a significar escoria en inglés y es el acrónimo de Society for Cutting Up Men (algo así como sociedad para destrozar a los hombres), un texto a priori fácilmente ridiculizable porque propone el exterminio de los señores por «opresores y minusválidos emocionales».

"Esta sociedad es un completo aburrimiento para las mujeres con sentido del civismo, responsables y amantes de las emociones", dijo Solanas

Más allá de la discusión que aún sigue sobre si este artefacto protopunk es satírico, va en serio o todo a la vez, Gornick describió así lo que encontró al otro lado de la alambrada, cuando las dimensiones de las violencias contra las mujeres y el asfixiante machismo aún estaban lejos de identificarse y más todavía de formar parte de la conversación general. «'Scum' es la voz de una criatura de nuestra época, perdida y herida. Una voz salvaje y glacial, cruel, una voz situada más allá de la razón y de la decencia burguesa –escribió–. Desde este estado de ánimo, Solanas revela los auténticos sentimientos de la feminista, que están regidos por una rabia atroz, una rabia que no todas las mujeres se han atrevido a descubrir, y a aceptar, en su interior. Y al hablarle directamente al centro de esta conciencia, encuentra un terreno favorable, un mar de resentimientos que constituye una amenaza diaria capaz de encresparse y romper contra la sociedad».