Música electrónica y yonquis del amor

LUCÍA ETXEBARRIA

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Llevo 23 años, 23 acudiendo al Sónar. Este haré el 24. Sónar es un acontecimiento cultural único. El festival más importante de música electrónica y experimental del mundo (no lo digo yo, oiga, lo dice la crítica especializada), que combina lo artístico, la vanguardia y la experimentación en música electrónica. Sea de baile o no. Lo mismo va Lana del Rey que Front 242 que Brian Eno que Jean Michel Jarre o que un compositor noruego de alto nivel. Yo adoro ir.

Durante años fui acompañada de quien entonces era mi pareja y seguíamos un recorrido muy concreto. Las mismas barras y los mismos escenarios a las mismas horas. Si nos perdíamos, nos podíamos encontrar fácilmente el uno al otro, y a nuestros amigos, o ellos a nosotros. Entonces había móviles, sí, pero con pésima cobertura, era más fácil establecer puntos de encuentro.

En estos años he cambiado los recorridos, el color de pelo, el modelerío, los acompañantes. He ido con amigos y amigas, una vez sola. He evolucionado. Pero a él le sigo viendo en los mismos sitios, en las mismas barras de entonces, a las mismas horas, vestido casi igual que entonces. Con una diferencia. Yo no le acompaño, le acompaña otra persona. Que, igual que yo entonces, está siempre a su lado, sin separarse un minuto, y le mira con idéntica expresión de bovina devoción.

Uno de nuestros antiguos amigos comunes, que sigue teniendo acceso a su perfil de Facebook, me enseñó algunas fotos que él había colgado. La casa que entonces era nuestra casa no ha cambiado nada. Los mismos cuadros (que colgué yo), el mismo color en las persianas (lo elegí yo), idéntica disposición de muebles (la mía). Lo único que ha cambiado es que en la cama, a su lado, ahora duerme otra persona. A la que, por cierto, simultaneó conmigo una temporada. No hubo transición entre parejas: una se superpuso a la otra.

Quizá usted haya vivido una experiencia parecida y se pregunta ¿acaso no me quería? ¿Tan fácil fue sustituirme? ¿Tan poco importante era yo en su vida?

No se preocupe. La psicología del aprendizaje viene en su rescate a darle la respuesta.

Los procesos de respuesta ante estímulos están influidos por la experiencia. A esto se le llama 'Teoría del proceso oponente'.

Esta teoría más o menos viene a decir que ante cualquier estímulo generamos una respuesta y una respuesta opuesta.

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Lo que ocurre es que el proceso oponente (respuesta opuesta) es menos eficiente. Tarda más en iniciarse, y también en finalizar. Al principio, el proceso oponente es muy débil. Aumenta según nos familiarizamos con el estímulo. La respuesta normal no aumenta. Incluso disminuye.

Es decir, cuanto más tiempo estemos cerca del estímulo, menos felicidad nos da. Pero más ansiedad nos creará perderlo.

Es muy típico el uso de esta teoría para explicar la drogadicción.

Los adictos no quieren más y más droga porque les dé placer. En realidad, cuanta más droga consumes, menos placer obtienes. Nos hacemos adictos a las drogas debido a la respuesta desagradable de su ausencia: el síndrome de abstinencia. Si no tomas (heroína, café, tabaco, alcohol, cigarrillos) te sientes mal. Y cuanto más tomas peor te sientes después. Cuanto más adicto seas al café, menos excitación te causará. Podrás dormirte incluso después de beber una taza. Pero si lo dejas aunque sea dos días el síndrome de abstinencia (dolor de cabeza y agotamiento) te va a matar.

Si te acostumbras a estar en pareja, te aburres de ella, pero te sientes mal al perderla y la forma más rápida de superarlo es con otra persona. Y por eso mi ex buscó a otra persona. Porque era un adicto. No a mí, al concepto de pareja. Yo, sin embargo, decidí iniciar un proceso de desintoxicación. No quería ser una simple yonqui del amor. Por eso fui a terapia, por eso he pasado cinco años sola, por eso sigo yendo al Sónar pero tengo patrones de comportamiento distinto.

Son diferentes formas de actuación pero lo cierto es que en una sociedad que crucifica a la persona soltera (a mí se me ha llamado mal follada, amargada, frustrada y rara por estarlo), la postura más fácil fue la de mi ex. Y la más común. De ahí lo de decir que Fulanito o Menganita ha «rehecho su vida» cuando tiene una pareja. Como si no se hiciera vida sin pareja. Yo he tenido una vida muy hecha y muy completa todos estos años. Si la haré con mi recién iniciada historia, el tiempo lo dirá. Si no la hago, sé que no voy a sufrir por ello. 

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