Feminicidios en Oriente Próximo: muerte a las mujeres libres

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Adrià Rocha Cutiller

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Tara Al Fares viajaba con su coche por el centro de Bagdad cuando un hombre, vestido de blanco y de pelo largo y negro, se acercó a la ventanilla del conductor. El desconocido, armado con una pistola, metió la mano por el hueco que dejaba libre el cristal para sacarla un instante después de apretar el gatillo tres veces. Todo pasó en cuestión de milésimas: tras disparar, el hombre corrió hacia la esquina de la derecha, donde otro lo esperaba subido en una motocicleta. Cinco segundos después de la muerte de Tara Al Fares, famosa en Irak y con millones de seguidores en sus redes sociales, en el lugar del crimen ya no había nadie.

Esta joven, de 22 años, ha sido la cuarta asesinada de un total de cinco en los últimos dos meses; pero, en el futuro, podrían ser muchas más. Desde mediados de agosto, cinco mujeres iraquíes han sido abatidas en su país en circunstancias parecidas. No se conocían entre ellas pero todas tenían dos características comunes: eran famosas y pertenecían al mundo de la belleza. Su comportamiento, por tanto, no era el recomendable.

Figura muy popular

Al Fares: madre divorciada –se casó con 16 años–, se convirtió en estrella en internet con un estilo fresco y expuesto. En sus redes, siempre aparecía con tatuajes, faldas y toneladas de maquillaje y bótox. Pero, sobre todo, hablaba claro: era una figura extremadamente popular en Irak. Algunos no se lo perdonaron.

"Estamos viviendo una caza de brujas moderna", asegura Zeinab Salbi, activista iraquí residente en EEUU

Poco antes de su muerte, en julio de este año, un clérigo chií había intentado casarse temporalmente con ella: los matrimonios por días, semanas o meses son, en Irak, una forma de institucionalizar la prostitución. Al Fares se negó. "No tengo miedo de aquellos que niegan la existencia de Dios, sino de los que matan y cortan cabezas para probar su existencia", escribió en sus redes sociales en esos días. El 27 de septiembre, mientras iba en coche, un hombre de blanco fue a buscarla. Al Fares murió en el acto.

Fantasmas de la guerra

"Se está atacando a las mujeres por la derecha, izquierda y el centro. Por todos lados. Vivimos una caza de brujas moderna", asegura Zeinab Salbi, activista iraquí que vive en EEUU y lucha por los derechos de las mujeres en todo el mundo.

Irak, el año pasado, dejó atrás, se supone, décadas y décadas de guerra. Con la derrota declarada del Estado Islámico en su territorio, Haider al Abadi, el primer ministro, dijo que el país podría respirar tranquilo y que todo, al fin, había terminado. Un nuevo Irak nacería de las cenizas de un fuego que llevaba ardiendo demasiado tiempo.

Pero para derrotar al Estado Islámico se han expulsado unos fantasmas y han nacido otros: muchas partes del país están controladas por las milicias sectarias chiís Hashd Al Shaabi. No forman parte del Gobierno –sí que tienen, en cambio, representación parlamentaria–, pero son ellos, los milicianos de estos grupos, los que marcan, con sus kaláshnikov y sus todoterrenos, las normas sociales en Irak.

Extorsión, secuestros y violencia

La extorsión, los secuestros y la violencia son algo constante. «En Irak, mucha gente es asesinada por el simple hecho de decir lo que piensa –explica Zeinab Salbi desde Washington–. Las amenazas que reciben son horrendas. Por eso muchos sentimos una responsabilidad moral. Porque como yo sí que tengo la libertad de hablar, se lo debo a todos los que están a mi alrededor. Callar cuando hay una injusticia significa legitimarla».

"El Gobierno iraquí se ha comprometido a actuar contra los asesinos, pero las pesquisas no avanzan

La activista asegura que esto lo aprendió durante su infancia, marcada por la vida bajo el autoritarismo de Saddam Hussein: «Vivíamos atrapados en un ambiente de paranoia y miedo constante. Aunque esa época haya terminado, el miedo aún sigue tanto en Irak como en todo Oriente Próximo».

Suad Al Alí caminaba hacia su coche cuando, desde el otro lado del vehículo, un hombre se le acercó. Era el 25 de septiembre de este año, solo dos días antes del asesinato de Al Fares, y Al Alí estaba en pleno centro de Basora, la mayor ciudad del sur de Irak. El desconocido sacó una pistola y apuntó hacia ella. Tenía 50 años y era activista y defensora de los derechos de las mujeres. Las ciudades, las fechas, las actividades y los nombres cambian; la historia se repite.

Impunidad

Tres semanas antes, en agosto, lo mismo: los cadáveres de Rasha Al Hasán y Rafifi Al Yasiri fueron encontrados en sus respectivas casas. Al Hasán era propietaria de un centro de belleza famoso en Bagdad; Al Yasiri, cirujana plásica, era popularmente conocida como la Barbie de Irak: hablaba a menudo de cómo las mujeres podían ganar independencia respecto a los hombres cambiando su aspecto y operaba, sin cobrar, a personas afectadas físicamente por la guerra. La última muerta, el 7 de octubre, fue Mahdi Tamimi. También era propietaria de un salón de belleza, este en Basora.

"Es un mensaje a las mujeres: 'conoced vuestro lugar', y una amenaza a las mujeres y niñas que quieren vivir libres", afirma Rusul Kamil, activista

Ante estos asesinatos, el Gobierno prometió actuar. Pero las investigaciones, en un país extremadamente tradicional y conservador, sacudido aún por la guerra, no avanzan. Irak vive atrapada en unas tensiones sectarias que, atizadas por las milicias chiís, parecen no tener fin. Ningún responsable de todas estas muertes ha sido llevado ante la justicia.

«Todo esto ya lo habíamos visto antes con burdeles siendo bombardeados y discotecas disparadas –dice Rusul Kamil, activista–. Es un mensaje a las mujeres: ‘conoced vuestro lugar’, y una amenaza a todas las mujeres y niñas iraquís que quieren vivir sus vidas de forma libre, sin tener en cuenta la etnia, la religión o los roles tradicionales. No creo que estos crímenes se resuelvan nunca».

Nadia Murad, Nobel de la Paz

Oriente Próximo ya es, de por sí, una región donde los derechos de las mujeres no son prioritarios. De la zona, Irak está en la cola. Junto con Yemen, Irak es el único país fuera de África donde se practica la mutilación genital femenina –únicamente tiene lugar en el norte del país, en las zonas de mayoría kurda–, aunque el número de niñas afectadas, en los últimos años, se está reduciendo. Irak también ha sido el lugar donde cientos de mujeres yazidís fueron usadas como esclavas sexuales por el Estado IslámicoNadia Murad, ganadora del Premio Nobel de la Paz de este año por su valiente denuncia de lo sucedido, fue una de ellas.

Nadia Murad, que fue usada como esclava sexual por el EI, ha ganado el Nobel de la paz por su valiente denuncia

Estos son los casos más extremos; hay otros problemas más estructurales y de fondo. Menos visibles pero igual de reales: «La sociedad iraquí está inundada de barreras para las mujeres, algunas más sutiles y otras menos. Hasta el día de hoy, los hombres iraquís adolecen de una masculinidad frágil y ven los éxitos de las mujeres como una amenaza —escribe el abogado iraquí Zaid Al Alí—. El hecho de que Irak sea un país repleto de armas, además de grupos armados, añade volatilidad a la situación. Por eso, se hace razonable asumir que esta ola de feminicidios hará que muchas mujeres reconsideren su comportamiento y sus aspiraciones profesionales». En su opinión, la impunidad hará vencer a los verdugos.

«Prostituta asesinada»

Hay ejemplos, sin embargo, de que no todo el mundo acepta las tesis de este tenor. Un presentador de televisión, Haider Zawir, tras la muerte de Al Fares, se refirió a la joven de 22 años como «esa prostituta asesinada» para luego pedirle a los telespectadores que pasasen página, que no merecía la pena preocuparse por la muerte de una mujer así. Sus palabras provocaron la ira de numerosos internautas iraquís, y, ante la presión, la cadena de televisión para la que trabajaba el periodista acabó despidiéndolo.

"La actitud respecto a las mujeres empieza a cambiar en Irak, un paso importante, aunque aún pequeño", asegura el abogado Al Alí

«Estas reacciones demuestran que la actitud respecto a la mujer empieza a cambiar en Irak. Es un paso importante, aunque pequeño; se necesita un esfuerzo muchísimo mayor para seguir progresando», considera el abogado Al Alí. Pero las milicias, el sectarismo y las amenazas siguen reinando en Irak: si las mujeres quieren hablar, deben irse. «Me dijeron que me matarían, que yo sería la siguiente. Mi vida estaba en peligro. El asesinato de tantas mujeres en tan poco tiempo me aterrorizó», aseguró, una semana después de la muerte de Al Fares, Shima Qasim, antigua Miss Irak. Qasim, entonces, huyó a Jordania. «No somos prostitutas –dijo la modelo a sus seguidores–. Solo queremos vivir en paz, pero estamos siendo masacradas como ganado».