Algo tan sencillo como decir "por favor"

LUCÍA ETXEBARRIA

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En 1997 asesinaron a Miguel Ángel Blanco. En aquel momento mi familia estaba amenazada por ETA. Uno de mis parientes había sido secuestrado y posteriormente liberado. Se suponía que yo hubiera debido vivir con miedo. Pero no lo recuerdo así, me recuerdo muy libre.

A día de hoy, sin embargo, vivo con miedo. Cada día recibo unos cuantos cientos (cientos) de insultos y amenazas a través de las redes sociales. Nadie argumenta sobre si lo que cuento está fundamentado o no. No hay argumentos, solo insultos. Yo soy estúpida, no tengo ni idea, ya verás cuando el pueblo venga. También recibo constantes insultos referidos a mi físico. Se me llama gorda, fea, cenutrio, alien, mandril. Cada día.

Por esta razón se me ocurrió buscar datos sobre si la violencia había crecido en nuestro país desde entonces. Pues resulta que sí. Según el Ministerio del Interior, desde 1999 han aumentado los delitos acompañados de violencia. Y baja la edad del que comete los delitos. Ahora el delincuente se inicia a los 12 o 13 años. Casi la mitad de los actos violentos en las ciudades están protagonizados por menores en edad escolar.

Según el INE, la violencia machista ha crecido en España tras 4 años de retroceso. También ha aumentado el número de menores que solicitan protección por violencia de género. Y las quejas de telespectadores que denuncian contenidos violentos en televisión emitidos en horario infantil.

Sigo navegando por Internet.

María Jesús Mardomingo, presidenta de la Asociación de Psiquiatría Infantil: «Los comportamientos violentos de los niños en los últimos años se han acrecentado».

Vicente Garrido, psicólogo: «Ahora se desprestigia el sentimiento de culpa y se alienta la gratificación inmediata y el hedonismo. Chicos con una predisposición biológica para el comportamiento antisocial, que antes se contenían, tienen mucha más facilidad para exhibir la violencia».

José Luis Calvo, psicólogo: «Es una sociedad en la que los padres no tienen mucho tiempo para dedicar a los hijos Hay familias que son incapaces de imponer un límite, y eso al chico le causa sensación de abandono. En otras hay un modelo de relación muy autoritario, y entonces el chico busca la individualización a través del conflicto».

Psicólogos, psiquiatras y neurólogos saben, por un lado, que los agresivos patológicos representan una minoría. Pero, por otro, que los estímulos ambientales reconfiguran el cerebro. Y que cuando los circuitos vinculados a la violencia se movilizan en etapas muy tempranas del desarrollo cerebral, se consolidan y resultan más difícil de tratar a posteriori.

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Vivimos en una sociedad altamente consumista, y también competitiva. Competimos hasta por una tontuna como los 'likes' en las redes. Vemos al otro casi como un rival, un enemigo con el que es muy difícil empatizar. Y como consumistas que somos buscamos el placer y la gratificación inmediatos, rehuyendo el esfuerzo. Somos pues egoístas e impulsivos. De ahí a la violencia, media un tabique de obra.

Para acabar el artículo hice un experimento personal. Me bajé al bar de debajo de casa. Y me paré a contar cuántos clientes se dirigían con cortesía al camarero. Porque la mala educación es la cuna de la violencia. Si el que me sirve no se merece que se lo agradezca, es que no le respeto en absoluto.

En una hora hubo 15 clientes que se dirigieron a él con una simple orden, estilo «dos cafés con leche, largos de café, y uno solo». Solo una persona se dirigió al camarero de manera educada, con un: «Por favor, ¿me podrías poner un café con leche?» Y le dio un «gracias» cuando lo recibió.

Fui yo.

Vivo con una adolescente encantadora y conozco muchísimos adolescentes que son más sensatos que varios de los adultos con los que trato a diario. Por eso, aún mantengo la esperanza y la fe en el género humano. Y creo  que la cortesía es un signo de dignidad, no de sumisión. Quizá si simplemente nos propusiéramos ser amables cada día estaríamos sentando las bases para un cambio. Quizá si aprendiésemos nosotros y enseñásemos a nuestros hijos algo tan simple como decir por favor y gracias, algo tan simple como ver a los demás como iguales a los que deben respetar, nuestro mundo sería un poco más vivible.