ENTREVISTA

Alessandro Ferrara: «La victoria de Trump da alas al 'no' a Renzi»

Italia vive hoy un referéndum por el que toda Europa contiene la respiración. Una derrota del gobierno Renzi reforzaría el populismo que ya ha ganado en Estados Unidos y Gran Bretaña y que podría hacerlo en Austria y Francia. Ferrara sabe por qué. 

El filósofo Alessandro Ferrara, hace unos días, en Barcelona.

El filósofo Alessandro Ferrara, hace unos días, en Barcelona.

POR ALBERT SÁEZ

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Alessandro Ferrara es un filósofo italiano especializado en el estudio de la democracia liberal tras la huella de autores como John Rawls y Jürgen Habermas. Lleva años denunciando cómo los estados liberales no han sabido encajar la diversidad cultural y, especialmente, la religiosa. Desgraciadamente, algunas de sus tesis expuestas en el magnífico libro 'El horizonte democrático' (Herder, 2014) se han confirmado con las recientes sacudidas electorales tras la crisis del 2008. Estuvo en Barcelona, en el Palau Macaya, para hablar de la laicidad en el simposio internacional de la Fundació Joan Maragall.

¿Hay un concepto europeo de laicidad? Es difícil de decirlo. El concepto de laicidad democrático-liberal no es solo europeo y dentro de Europa hay sistemas diversos de separación entre las iglesias y el Estado: el británico, el francés o el concordatario en Italia y en España. En todos hay separación, pero en grados diferentes.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"Ideas","text":"Europa debe preguntarse\u00a0por qu\u00e9 hay inmigrantes de segunda o tercera generaci\u00f3n que se enrolan en el terrorismo cosa que no pasa en Estados Unidos a pesar de los problemas de violencia racial."}}Y las religiones, ¿entienden de manera diferente la laicidad? Si por laicidad entendemos la neutralidad del Estado en su relación con las diversas religiones y la aceptación por las iglesias de que sus normas no son de cumplimiento general, podemos decir que al protestantismo le ha resultado más fácil adaptarse a un modelo de religiosidad más privada. El catolicismo, en cambio, es una religión más pública y sufre más cuando queda recluida por estos límites del estado laico. Unos límites que sufren también el resto de religiones.

¿Confundimos a menudo la tensión entre el Estado laico y las religiones con la tensión interreligiosa? La dificultad reside en que en muchos países venimos de una religión con una gran implantación, con un margen de tolerancia mayor o menor. Lo difícil en Europa es garantizar un trato de igualdad a todas las religiones con independencia del número de creyentes. La tensión religiosa nace porque a los Estados no les resulta fácil tratar igual a todas las religiones. En muchos países hay una religión que predomina -normalmente el catolicismo- y el estado negocia con el resto las condiciones y las prerrogativas que les permite. Hay, pues, agendas diferentes en el trato con los protestantes que con las comunidades islámicas, que en muchas ocasiones ni tan solo tienen un único representante para negociar.

¿Algunas minorías religiosas se han aprovechado del sentimiento de culpa europeo para obtener ventajas en esta negociación? Los Estados miembros de la UE han incorporado su herencia colonial que incluye ciudadanos que emigraron a la metrópolis con sus creencias religiosas. Esto ha complicado mucho la situación porque la herencia colonial -con sus tensiones también religiosas que se han extendido por los diversos países europeos- ha creado un discurso de la culpa. La respuesta a este reto ha sido diversa: Francia ha optado por una idea republicana de laicidad que casi es secularismo y Gran Bretaña por el multiculturalismo. Y las dos han fracasado cuando la segunda o tercera generación de la inmigración de las antiguas colonias pero que ha nacido en Bélgica, en Francia o en Gran Bretaña se ha enrolado en el terrorismo. Hay que preguntarse por qué no ha pasado en Estados Unidos, un país que tiene infinitos problemas con las armas y con la violencia pero donde no se ha producido este fenómeno. A mi entender, la razón es la cerrazón de la sociedad europea, no de los gobiernos. El problema con la diversidad religiosa nace de esa cerrazón de la sociedad. Aquí, una persona de tercera o cuarta generación con pasaporte europeo siempre es considerado un «árabe». Eso no es el Gobierno, es la sociedad. Es una sociedad cerrada que no da esperanzas de integración, aunque cumplas las normas siempre serás el «árabe».

Este fracaso ¿Hasta qué punto alimenta las políticas del miedo a la diferencia que exhibe el populismo? El populismo nace de la pobreza de estos colectivos y de la pobreza derivada de la globalización. Lo hemos visto claramente en Estados Unidos. La cerrazón inflama la percepción de una inmigración que en porcentaje es relativamente pequeña.Ha faltado la capacidad de inclusión.

¿Parecemos inmersos en el fatalismo, a Le Pen ya la vemos inevitable? Ya nos pasó en los años 20 y 30 del siglo pasado con el fascismo. La clase obrera, como ha pasado ahora con Trump, empieza a votar a la derecha ultra. Posiblemente porque la clase media trabajadora se ha sentido olvidada por los partidos que han liderado la democracia liberal.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"Las redes\u00a0","text":"pero no hay filtro de calidad en internet\""}}¿Pero esos partidos acumulan muchos deberes pendientes: transparencia, calidad democrática...? Han fallado los partidos políticos, han aceptado la idea de que la política es gobernar la economía. Las campañas electorales se han vinculado a la economía hasta que llegó la crisis. Se presentaban ofreciéndose unos y otros para hacer crecer la economía. Esos partidos cayeron con la crisis del 2008 provocada por la especulación económica que habían permitido. Siete gobiernos cayeron por las tensiones del mercado en Europa. Y no hay ningún síntoma de recuperación. Una de las cosas que se podría hacer es legislar para separar la banca de inversión de la banca comercial. La política ha sucumbido ante la economía y la economía ha demostrado ser más hábil en cambiar. La crisis no se superará con una sola medida pero la idea de que los gobiernos progresistas puedan contener los actores del mercado global (multinacionales, agencias de 'rating' y fondos soberanos) en sus territorios revertiría mejor la situación sin recurrir a las manifestaciones masivas.

¿La solución es la democracia deliberativa? La defiendo en la medida en que sea una democracia en la que se discute de todo para definir el bien común, una idea del interés general, que es el centro de la contienda política democrática. Es un paso adelante frente al ilusionismo del populismo.

Tras las elecciones norteamericanas se vincula su crecimiento al declive de los medios tradicionales ¿La sustitución de los media por las redes sociales es un progreso? Es un progreso pero también es un riesgo. Las dos cosas a la vez. Las redes aumentan la capacidad de dar voz a la gente, son más equitativas, porque para hacer un diario o una televisión hacen falta muchos más recursos que no hacen falta para tener un blog. Eso en un avance desde el punto de vista democrático, pero no hay un filtro de calidad, quien escribe en un diario pasa un control que da garantía de calidad que no existe en internet. Hay una fragmentación de la esfera pública en la que solo se comunican entre ellos los que están convencidos de una misma idea.

Pero la gente ya era muy crítica con los media antes de que aparecieran las redes, los consideran parte del 'establishment'. Y esas críticas continúan y la percepción continúa.

¿Cómo va a incidir esta realidad en el referéndum de este domingo sobre la reforma constitucional italiana? Es difícil de decir. El frente que defiende el 'no' a la reforma se ha visto muy potenciado por la victoria de Trump en los Estados Unidos, que es una rebelión contra el Gobierno. El Partido Democrático, una evolución del Partido Comunista, es visto como el poder de toda la vida. Renzi ha planteado su campaña del referéndum sobre su persona y ha tenido que cambiar de estrategia tras la victoria de Trump.

¿Y Beppe Grillo? El Movimiento Cinco Estrellas se aprovecha de esta circunstancia pero es muy diverso y ya ha tenido problemas de corrupción. Algunos esperamos que una vez más salga lo contrario de lo que dicen las encuestas.

Estamos embargados de pesimismo. ¿Europa resurgirá? La líder económica de Europa es Merkel. Es la expresión de una idea de Europa sin proyecto, administra la economía pero no tiene una idea política de Europa.

¿Estamos ante una regresión o un reflujo? A Trump le han votado grupos no conectados entre ellos que no tienen un proyecto alternativo. Es solo defensivo, es una reacción en contra, igual que el 'brexit'. No es una alternativa a la City o a Wall Street. La primera reacción es dar a los populistas algo de lo que piden, no es una buena respuesta, hay que cambiarles el 'framework'. Recuerdo el mismo sentimiento de fin el mundo cuando ganó Reagan en los años 80. Fue un ciclo de 12 años. Y Clinton no cambió la política económica, permitió la mezcla de la banca comercial y de inversión. Esperemos que no pase lo mismo ahora con Trump.