+INNOVACIÓN

Los puentes entre las empresas y su futuro

Una investigadora en Eurecat.

Una investigadora en Eurecat. / periodico

Eduardo López Alonso

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En los últimos años, Barcelona y su entorno se han convertido en punta de lanza de la excelencia científica, donde la captación de fondos europeos para la investigación se ha multiplicado casi por 30 desde los años noventa, con los primeros programas marco. Ahora, con el Horizonte 2020 europeo y más allá, se tiene la oportunidad de normalizar la integración de la innovación en cualquier empresa, independientemente de su tamaño. Sin embargo, los puentes que unen a las pequeñas y medianas empresas con el mundo de la investigación son largos y complejos, un engorroso trance burocrático que abre camino no obstante a un elenco amplio de posibilidades de expansión empresarial.  

El crecimiento económico, el progreso y el bienestar social dependen en buena medida del desarrollo de mecanismos que faciliten la innovación rentable en el marco de la empresa. Las grandes empresas apadrinan esos esfuerzos y la Administración gran parte de los recursos, pero las pymes siguen teniendo dificultades para canalizar sus ideas a los mercados. 

Cualquier proceso de mejora en el entorno empresarial pasa habitualmente por fases definidas. Tras la exploración de ideas y evaluación de las oportunidades que ofrece el mercado para comercializar esa idea se afronta el típico análisis de viabilidad, que debe evaluar en qué condiciones ese producto será o no un éxito. Tras ese primer análisis intraempresarial, los centros de investigación aplicada pueden ya ser una ayuda para el diseño y plasmación práctica de esa idea en prototipo. El desarrollo, el pariente pobre de la investigación, toma entonces protagonismo para hacer que ese prototipo se convierta tras las pruebas necesarias en un producto dispuesto para su lanzamiento. Tras ese lanzamiento todavía se está a tiempo a través de los centros de investigación de mejorar sus características y adecuarlas a las necesidades de los consumidores. 

El ecosistema de la investigación, el desarrollo e innovación en Catalunya está formado por la actividad de 12 universidades (7 públicas, 4 privadas y 1 virtual) y 36 institutos universitarios de investigación, al menos 40 centros de investigación (Cerca) dedicados a la excelencia en la investigación, 21 centros estatales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 11 centros del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), nueve instituciones hospitalarias que hacen investigación de excelencia en el ámbito biomédico, 16 parques científicos y tecnológicos de transferencia y uso del conocimiento, 13 grandes infraestructuras de apoyo a la investigación (GIAI), al menos 1.652 grupos de investigación. La Generalitat, a través del programa Acció, canaliza buena parte de las ayudas. Las entidades asociadas en los centros Cerca (Centres de Recerca de Catalunya) ingresaron 495 millones de euros según la última memoria publicada (2016), en un contexto de recortes de gasto en investigación por parte de la Administración.

Una de las empresas que está actualmente en el centro de ese laberinto que une a empresas e investigadores es Eurecat. Es difícil saber a ciencia cierta que peso ha alcanzado en ese papel, ya que otras organizaciones están también en el mismo ámbito de potenciar las investigaciones aplicadas, aquellas que están más cerca del mercado. Xavier Torra, presidente de Eurecat, define la especialización de Eurecat como la transferencia de tecnología, concepto que defiende la rentabilidad de esa investigación en plazos razonables. “Eurecat es un intermediario entre los centros de investigación y las empresas, un impulsor de la especialización de los investigadores en campos de trabajo que puedan mejorar la posición competitiva de las empresas y de Catalunya", explica Torra. La previsión de ingresos de Eurecat para este año es de unos 73 millones de euros, frente a los 62 del 2017. Con un total de 1.200 empresas como clientes y más de 160 proyectos de investigación en marcha, Torra reconoce que las empresas catalanas realizan un esfuerzo de innovación relativamente pequeño, por lo que es necesario que la firma sea proactiva en la búsqueda de empresas innovadoras. “Pretendemos ser un punto de encuentro para la innovación tecnológica y allí donde no encontramos la suficiente especialización nos aliamos con universidades”, explica Torra. 

El coste de un proyecto de innovación aplicada puede ser de pocos miles de euros y cientos de miles. Por 10.000 euros una empresa podrá desarrollar e incorporar un sensor electrónico a sus productos, por ejemplo. En opinión de Xavier Torra, el elemento fundamental en la actualidad es la transversalidad de la industria actual, la necesidad que tienen las empresas de salir de su core bussiness para encontrar tecnologías periféricas que permitan mantener sus productos con éxito en los mercados. “Un centro tecnológico puede ahorrar mucho dinero a una empresa en el desarrollo de sus productos”, explica convencido Torra. Las patentes son tradicionalmente un sistema de medida de la excelencia investigadora, sin embargo lo que genera un valor añadido evidente es que esa patente se convierta en producto acabado de éxito. Todo influye, pero al final lo más importante es generar riqueza, al menos en términos de innovación aplicada e impacto económico. Las universidades son una pata fundamental de la investigación y del desarrollo de tecnologías aplicadas. 

Cada universidad se ha especializado en campos de investigación. El sistema catalán de universidades destaca como uno de los mejores de España. Seis de las 10 con mejor “rendimiento” están en Catalunya, según la clasificación divulgada este mes la Fundación Conocimiento y Desarrollo. La UAB se encuentra al frente de la mayoría de clasificaciones de excelencia científica y de esa en particular. La UB y la UAB se han especializado en biomedicina, la Rovira Virgili en investigaciones en torno al petróleo, Lleida en el sector agrario. Eurecat fue el resultado de la concentración de centros de transformación tecnológica y Leitat forma parte también de esos centros tecnológicos impulsados por las empresas vinculadas al territorio. En el caso de Leitat, se trata de una asociación sin ánimo de lucro nacida en Terrassa en forma de instituto tecnológico y centro de convenios y acuerdos de colaboración para el desarrollo de productos.

La Universitat Autònoma de Barcelona, Eurecat y l'Associació Àmbit B30, han creado recientemente el denominado Hub B30 para fomentar la innovación de las pequeñas y medianas empresas catalanas. La colaboración y la interacción es clave. 

Jordi Berenguer, vicerrector de transferencia de conocimiento e innovación de la UPC, destaca el papel de la universidad como puerta de entrada para la investigación y el desarrollo tecnológico. También para la creación de spin-off’s (empresa fruto de la comercialización de una tecnología desarrollada en la universidad). En el caso de la UPC, por ejemplo, en el 2017 ingresó 15,5 millones de euros en proyectos de investigación encargados por empresas. En proyectos competitivos con ayudas públicas los ingresos fueron de 25 millones. Todos estos proyectos de transferencia tecnológica e investigación implicaron el equivalente a un millar de personas a tiempo completo. Bajo el paraguas de la UPC trabajan 205 equipos de investigación en 1.068 proyectos. Un total de 2.697 empresas mantienen convenios de colaboración con la UPC. 

Todos los protagonistas de la investigación compiten entre sí pero también colaboran en proyectos, siempre dependientes de las ayudas públicas. Para complicar todavía más ese elenco de protagonistas y siglas se suman los denominados centros Tecnio, un distintivo para aquellos especializados en investigación aplicada y muy cercana al producto final. Así, el nivel de madurez tecnológica del desarrollo de un material, producto o tecnología se denomina TRL (Technology Readiness Level). Un nivel TRL9 definiría un producto acabado y comercializable. Las investigaciones de base de una tecnología serían de un nivel TRL1, por ejemplo.  En opinión de Berenguer, "el desarrollo tecnológico en Catalunya pasa por el establecimiento de un modelo colaborativo y de complementariedad entre las universidades y los centros tecnológicos más claro, respetando las dinámicas y casuísticas de trabajo de cada uno de ellos". Uno de los problemas a enmendar es el envejecimiento de las plantillas del profesorado, que se habrá agravado especialmente en 10 años si no se renuevan los equipos de investigación. Las líneas de investigación más demandadas son actualmente las tecnologías 3D, la interconexión, la visión artificial, las baterías, la ciberseguridad, la biotecnología aplicada a la salud cotidiana... Mundos por descubrir.

Pacto contra la precariedad

InLos investigadores catalanes quieren un convenio colectivo para el sector. Han instado a la Associació Catalana d’Entitats de Recerca (ACER) a que se constituya como patronal respresentativa del sector y que se siente en una mesa de negociación para mejorar la situación de un colectivo de 8.000 investigadores y auxiliares catalanes vapuleados con contratos temporales y salarios más bajos de lo que convendría. Sin embargo, esa propuesta de convenio colectivo se ha dirigido a entidades públicas o parapúblicas del sector científico y deja de lado a universidades, empresas privadas y entidades sin ánimo de lucro. El gran problema para ese posible convenio será conseguir la legitimidad de acuerdo sectorial y no solo de remarcable acuerdo entre centros de investigación. En cualquier caso es evidente que la situación laboral de esas mentes privilegiadas requiere una solución. Un estudio realizado por UGT CCOO constata que entre los trabajadores del sector investigador los que tienen un contrato indefinido son franca minoría, ya que la mayoría de los contratos firmados en los centros de investigación son por obra y servicio, vinculados a la duración de una subvención pública o privada. Los afectados encadenan contratos temporales durante 20 años, estancias en el extranjero y bases de cotización en niveles mínimos con derecho a escasa pensión. Se exige siempre la vocación, para enmascarar bolsas de precariedad anímica crecientes.