FINAL DE LA NBA
Cleveland logra la proeza y se lleva el título de la NBA
Dos canastras de Kyrie Irving deciden el partido en el último minuto
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON
Lebron James se arrodilló sobre la pista y lloró con la frente acariciando el parqué. La grada velaba a los suyos en silencio. La bocina había emitido su dictamen. Todo el mundo se acordó entonces de la decisión que tomó Lebron hace dos años, cuando renunció a seguir ganando anillos con los Miami Heat para volver al equipo de su tierra, del que salió como un judas en 2010. Los Cavs eran una escuadra casi tan deprimida como el noreste de Ohio, aquella cuna industrial de la primera mitad del siglo XX que acabó convertida en poco más que un lúgubre estribillo del cancionero más triste de Bruce Springsteen. El gigante de Akron volvía para hacer grande de nuevo a su equipo. Casi nadie le creyó por entonces.
Pero, anoche, el mejor jugador de su generación, el hombre que tomó el testigo de Kobe Bryant en el olimpo del baloncesto, cumplió finalmente con su palabra. Los Cleveland Cavaliers consiguieron su primer título de la NBA haciendo lo que nunca nadie había hecho antes, remontar un parcial adverso de 3-1 en la serie final para acabar imponiéndose por 3-4. Y lo hicieron nada menos que contra los Golden State Warriors de Stephen Curry, una escuadra que venía de completar la temporada más estratosférica de la historia de la liga, con 73 victorias y solo nueve derrotas. “Regresé por un motivo, regresé para llevar un campeonato a nuestra ciudad”, dijo Lebron después de que los Cavaliers se impusieran por 93 a 89 en la cancha de sus rivales californianos.
El partido tuvo todo eso que hace del deporte algo más que una excusa para hartarse de cerveza y hablar por los codos cuando no se tiene nada que decir. Si el resto de la serie fue una sucesión de paseos militares, donde el dominio de uno de los púgiles quedó demostrado a las primeras de cambio, el séptimo y definitivo combate estuvo lleno de alternativas. Cuatro arriba, uno abajo, empate, tiempo muerto y 20.000 personas al borde del infarto en el Oracle Arena de la bahía de San Francisco.
Los locales se fueron con una ventaja de siete al descanso, con Draymond Green como superestrella, ya repuesto de la suspensión en el quinto partido y dejando en segundo plano a Curry, que no ha estado a la altura de las circunstancias en el momento decisivo de la temporada. El primero completó un partido de ensueño con 32 puntos, 15 rebotes y nueve asistencias. Pero con Curry en los 17 puntos, no fue suficiente. El MVP de la liga regular pudo haber decidido el partido o cuanto menos empatarlo en los instantes finales, pero falló en dos triples desesperados, asfixiado por la defensa voraz de los Cavaliers, cuando la posibilidad de que el segundo título consecutivo para los Warriors se desvaneciera tomaba finalmente forma. “Esto duele, tío”, dijo Curry tras la decepción.
A falta de un minuto ambos equipos llegaron empatados. Lebron había tenido otra de sus noches: 27 puntos, 11 rebotes y 11 asistencias. Pero fue Kyrie Irving, el hombre que le ayudó a reconstruir la franquicia a su vuelta en 2014, quien se convirtió en el héroe de la noche. A 53 segundos para el final anotó el triple decisivo. La suerte estaba echada, no había marcha atrás. Los Cavaliers ganaron como un equipo. Por primera vez desde 1964, un título de los grandes deportes de EE UU volaba hacia Cleveland.
“En el noreste de Ohio, nada se regala", escribió Lebron en The Players’ Tribune al anunciar que regresaba al equipo donde comenzó su carrera. "Todo tiene que ganarse. Has de trabajar para tener lo que tienes”. La retahíla de conspiraciones enarbolada por la afición de los Warriors para justificar el fiasco de los suyos no se sostiene. Los Cavaliers han tenido más hambre y más fe, y la misma ciudad que acogerá en verano la Convención Nacional Republicana ya tiene su título. Deberían celebrarlo porque a finales de julio les llega Donald Trump y su circo.
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