La vida y la muerte se dan la mano en el 'Golfo Azzurro'. Segunda parte.
EL PERIÓDICO, a bordo del 'Golfo Azzurro', la embarcación de rescate de inmigrantes de la oenegé Open Arms, da cuenta, a diario, de los pormenores de la misión número 11 en aguas del Mediterráneo central.
El pacto entre Libia e Italia para controlar el flujo migratorio ralentiza la salida de barcazas de inmigrantes desde el país norteafricano
Montse Martínez
Periodista internacional
Periodista
MONTSE MARTÍNEZ / A BORDO DEL 'GOLFO AZZURRO' (FRENTE A LA COSTA LIBIA)
Tres días en alta mar y ninguna barcaza de inmigrantes. El ‘Golfo Azzurro’, la embarcación de rescate de la oenegé Proactiva Open Arms, afronta su séptimo día de misión -la 11ª- en aguas del Mediterráneo central, frente a la costa libia. En el puente del pesquero, epicentro de las guardias y los avistamientos, empieza a valorarse la probabilidad de volver a la base de Malta de vacío. Llegan noticias de Libia, del pacto con Italia para detener el flujo de inmigrantes a cambio de prestaciones económicas y de cómo las distintas tribus que se pelean por el pastel del poder en el país norteafricano cuestionan el acuerdo.
La situación política en Libia es extremadamente caótica y volátil y esta coyuntura puede reflejarse en la mar. La hipótesis más plausible es que haya supuesto un parón en la actividad de las mafias. Helicópteros militares continúan sobrevolando la costa de Libia. Desde el puente del ‘Golfo’ puede comprobarse cómo patrullan a la altura de la localidad libia de Sabratha. Sirva como referencia el ‘Aquarius’, el barco de Médicos Sin Fronteras (MSF), en la zona. Han emprendido regreso a Catania tras acabar su misión con la última semana sin inmigrantes a bordo.
Sin embargo, no hay un minuto perdido para la tripulación entre las tareas de intendencia diaria y las formaciones. Viven 18 personas en el ‘Golfo Azzurro’ y, aunque cueste de creer, la vida fluye. Eso sí, con disciplina de cuartel, con guardias de cocina y limpieza que, de no respetarse, generarían el caos.
Y si el domingo tocó hablar de la vida -asistencia hospitalaria a los rescatados, principales dolencias, diversos supuestos a los que hacer frente-, cuesta un poco más, pero se hace ineludible abordar la muerte.
"EL METRO EN HORA PUNTA"
Escuchar al jefe de misión, Guillermo Cañardo, ya con una larga trayectoria con Open Arms, es estremecedor. “El símil es el del metro en hora punta”, asegura para ejemplificar el hacinamiento en el que viajan los inmigrantes en frágiles barcazas, generalmente, de goma y de madera. Un viaje, en ocasiones a la muerte, por el que pagan entre 300 y 2.000 dólares.
Cuando muere alguien dentro de la embarcación, a veces lo tiran al agua -explica Guillermo-. Pero otras veces, conviven con los fallecidos por varios motivos. En ocasiones, los familiares no quieren desprenderse del cuerpo sin vida de sus seres queridos y, en otras, el hacinamiento es de tal envergadura que no se pueden mover para lanzar el cadáver, junto al que pasan las horas a la espera de que alguien venga a por ellos.
“Nuestra filosofía es tratar con dignidad a los muertos”, explica el jefe de misión de Open Arms. Y recogerlos es el primer paso. “Hacemos una especie de levantamiento de cadáver pero sin tener, obviamente, valor judicial”, añade Cañardo. Reconocimiento, ficha -edad aproximada, sexo, posible causa de la muerte- donde anotar cualquier rasgo que lo identifique. Al entregarlos en Italia, el levantamiento ya tendrá valor legal. Un banco de ADN recoge muestras por si algún familiar las reclama.
En el ‘Astral’, el barco de Open Arms ahora en reparación y mucho más pequeño, no había capacidad para subir cadáveres al barco. Aún así, en una ocasión, las barcas neumáticas auxiliares albergaron 29 cuerpos sin vida durante 24 horas mientras eran trasladados a Sicilia abarloados al 'Astral'. La tripulación no fue ajena a la experiencia de estar remolcando cadáveres e improvisaron una pequeña ceremonia, con poema rapero incluido. No fue fácil hacer vida normal a bordo aquel día de duelo y luto.
El ‘Golfo Azzurro’ nunca ha lidiado con la gestión de cadáveres. El jefe de misión da algunas indicaciones por si se diera la ocasión. “Tenemos bolsas mortuorias, pondríamos dos para evitar la fuga de líquidos y los subiríamos al barco para trasladarlos a Italia”, detalla Guillermo Cañardo, siempre con la esperanza de que en el ‘Golfo’ la vida siempre le gane la partida a la muerte.
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