Misterio en Italia

El hallazgo de unos huesos reabre el caso de Emanuela Orlandi

La fiscalía italiana si unos restos localizados en la embajada del Vaticano en Italia pertenecen a la hija de un funcionario de la Santa Sede que desapareció tras ser secuestrada en 1983

Rossend Domènech

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El martes al caer de la tarde y durante una obras en una dependencia de la Nunciatura vaticana ante Italia se hallaron huesos humanos. La legación diplomática alertó a la gendarmería vaticana y esta a las autoridades italianas para que se hicieran cargo del misterioso hallazgo.

El fiscal jede de Roma, Giuseppe Pignatone, desplazó a la policía científica al lugar, situado en la periferia del centro de la capital italiana,  y abrió un sumario por homicidio. Las primeras investigaciones se estarían dirigiendo al estudio del cráneo y a la determinación  del sexo y la edad del difunto o de los difuntos, ya que, por el momento no se sabe si los huesos pertenecen a una o más personas.

A primeras horas de la noche, Greg Burke, director de la sala de prensa vaticana advirtió de que “antes de confeccionar títulos y sacar conclusiones hay que saber el sexo de la persona y la edad que reflejan los huesos”. 

La agencia de notícias Ansa, primera en dar la notícia, apunta a que los restos podrían ser de Emanuela Orlandi, la menor desaparecida en 1983 mientras en Roma se intentaba entonces esclarecer las implicaciones internacionales en el atentado contra el papa Juan Pablo II. La pista más seguida en aquel momento era la de una operación de los servicios secretos búlgaros por cuenta de la entonces Unión Soviética (URSS), que se oponía al hundimiento de la Polonia, propiciada por los EEUU y el Papa polaco.

Organización criminal

Otra pista seguida fue el Instituto para las Obras de Religión (IOR), o banco del Papa, dirigido por el arzobispo Paul Marcinkus, que a su vez era socio de Roberto Calvi, recien descubierto colgado en un puente de Támesis en Londres. Marcinkus y Calvi habían “escalado” el Banco Ambrosiano, considerado como un instituto católico, adquiriendo ilegalmente –por estatuto estaba prohibido-- el 15% de las acciones.

En aquellas fechas se interpretó que el secuestro de la joven podía estar relacionado también con un chantaje contra el Vaticano de parte de Cosa Nostra, la mafia de Sicilia, con cuyo dinero especulaba Calvi. Supuestamente dicha organización criminal quería recuperar los capitales entregados a Calvi para “escalar” el Banco Ambrosiano.

En el horizonte se encontraba también la guerra de las Malvinas entre Argentina y Gran Bretaña, ya que según algunas fuentes fiables, Calvi había comprado misiles del tipo “exocet” para la armada de Buenos Aires, con los que hundieron una fragata británica.

Las investigaciones sobre la desaparición de la joven, ocurrida a las siete de la tarde del 22 de junio de 1983, cuando salía de una escuela de música y alguien conocido la invitó a subir a una coche para acompañarla a casa, se han cerrado ya dos veces, sin dar con una pista fiable. Su hermano Pietro pidió personalmente al papa Francisco, recién elegido, que ayudase a la familia de Emanuela, que obstinadamente ha exigido justícia para esclarecer el misterio. “Haré lo que pueda”, le habría respondido.

Pistas cerradas

La primera investigación se cerró sin resolver el caso en julio de 1997, pero en junio de 2008 la compañera de Enrico De Pedis, Sabrina Minardi, reveló que la joven había sido secuestrada por la “banda de la Magliana (un barrio de Roma), de la que De Pedis era un cabecilla. Pero las investigaciones no dieron ningún resultado.

A pesar de tratarse de un criminal, De Pedis había sido enterrado en la basílica de Sant’Apollinare, en pleno centro de Roma y cerca de la escuela de música de la que salió Emanuela por última vez.  Las investigaciones permitieron descubrir huesos humanos en una cripta del templo, pero nunca se ha sabido si eran actuales o antiguos.De manera que las pistas volvieron a cerrarse.

Inesperadamente el pasado noviembre Pietro, hermano de la desaparecida, presentó una nueva denuncia, pero esta vez directamente a los tribunales del Vaticano. “Saber la verdad y obtener justicia es un derecho sacrosanto, no renunciaremos nunca a ello”, ha dicho Pietro.