La carrera hacia la Casa Blanca

Trump prácticamente sella la nominación

Ted Cruz, junto a su esposa, tras anunciar que abandona la carrera por la candidatura republicana, el martes en Indianapolis.

Ted Cruz, junto a su esposa, tras anunciar que abandona la carrera por la candidatura republicana, el martes en Indianapolis. / JRB/HB

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Donald Trump ya tiene todas consigo para ser el nominado presidencial del Partido Republicano en Estados Unidos. Tras otra abrumadora victoria este martes en las primarias de Indiana su máximo rival, Ted Cruz, ha decidido abandonar la carrera. Se da ya por hecho que el magnate inmobiliario alcanzará en las nueve citas que quedan los 1.237 delegados que le garantizan la nominación y alejan el fantasma de una convención abierta en julio en Cleveland, por más que John Kasich siga pensando que es una opción y se mantenga en la lucha. Y hasta el Comité Nacional del Partido Republicano, el órgano del aparato que durante meses ha estado buscando alternativas al outsider, da a Trump por "probable nominado". "Necesitamos unirnos todos y concentrarnos en vencer a Hillary Clinton", ha escrito en Twitter su presidente, Reince Priebus, que como la inmensa mayoría sigue viendo a la exsecretaria de estado como nominada demócrata pese a que este martes haya sido derrotada por Bernie Sanders.

No se puede minimizar la trascendencia histórica y política de este momento. Cuando Trump lanzó su candidatura en junio del año pasado con su ya infame diatriba contra los inmigrantes mexicanos, a la que seguirían después los insultos a las mujeres y a algunos de sus 16 rivales o propuestas tan radicales como vetar la entrada a Estados Unidos a todos los musulmanes, prácticamente nadie le vio viablilidad. Se dudaba de la seriedad y de las verdaderas intenciones de un empresario y personalidad de la televisión-realidad acostumbrado a la autopromoción. Pero tanto el partido como muchos analistas infravaloraron su capacidad para conectar con una parte de la población hastiada de Washington, de las instituciones y de los políticos tradicionales; rabiosa por una recuperación económica que no sienten y abonada a los sentimientos extremistas azuzados por ansiedades y miedos. Y su discurso tan plagado de exabruptos y barbaridades como libre de filtros y con un eco mediático sin precedentes ha calado tanto como para darle abultadas victorias como la de Indiana, donde ha ganado con más del 53% de los votos (16 puntos más que Cruz).

EL DILEMA REPUBLICANO

Ahora un candidato sin ninguna experiencia política que no se registró como republicano hasta 2012 y que en el pasado ha defendido posturas progresistas en temas como el aborto deberá enarbolar la bandera del conservadurismo en la batalla para suceder a Barack Obama en la Casa Blanca. Es una perspectiva que sigue aterrorizando a algunos republicanos, que temen que pueda contribuir a perder las mayorías con que ahora controlan el Congreso y el Senado viendo su pésima valoración en encuestas nacionales (donde tiene índices de desaprobación de hasta el 65%, frente al 56% de Clinton y hasta del 70% entre las mujeres). Algunos incluso han llegado a anunciar que votarán a Clinton antes que a Trump o que abandonarán el partido.

Pero Trump será, salvo una hecatombe, el nominado. Y en su discurso tras su victoria ha vuelto a dar muestras de su intención de probar que también se puede poner "presidencial". Lo ha hecho poniendo el foco en temas como el comercio y el empleo (aunque sus propuestas siguen siendo del estilo "vamos a ganar grandemente"). Lo ha hecho centrándose en atacar a Clinton. Y lo ha hecho aparcando el tono soez y los insultos con que ha solido tratar a rivales como Cruz, al que durante meses ha estado llamando "mentiroso Ted" pero al que, tras su retirada, ha definido como "un tipo duro e inteligente" y "un gran competidor" al que ha augurado "un gran futuro".

EL ADIÓS DE CRUZ

Cruz, por su parte, se ha rendido a la evidencia irrefutable de que sus opciones se agotaban pese a sus esfuerzos reforzados en los últimos días. Como ha dicho, no le quedaba "un camino viable" hacia la victoria. Y es que Trump ha pasado por la derecha las extremas propuestas ultraconservadoras y antigubernamentales del senador tejano del Tea Party que, después de poco más de tres años en Washington en los que ha cosechado muchas enemistades políticas, ha sido castigado ya como otro miembro de las élites políticas que denosta.

Cruz se ha marchado, eso sí, sin una sola mención directa a Trump, sin la protocolaria felicitación por la victoria y sin prometerle su apoyo. Pero era de esperar. El mismo martes, después de que Trump se hiciera eco de una información sin base de un tabloide que vinculaba al padre del senador con el asesino de John F. Kennedy, Lee Harvey Oswald, Cruz ha llamado al favorito "un mentiroso patológico" y "totalmente amoral"

SANDERS SIGUE

En el campo demócrata, Sanders ha conseguido otra de esas victorias que recuerdan a Clinton que aún le queda carrera por delante y, sobre todo, votantes a los que convencer. El senador de Vermont, que ha ganado en Indiana con el 52,5% de los votos, 5% más que la exprimera dama, solo araña unos pocos delegados por el reparto proporcional, insuficientes para acortar la clara ventaja que Clinton lleva hacía los 2.383 necesarios para asegurarse la nominación. Pero ha dejado claro en un comunicado que no tira la toalla. "La campaña de Clinton cree que esta campaña se ha acabado pero se equivocan", ha escrito. "Vamos a luchar hasta que se haya emitido el último voto. Nada me gustaría más que enfrentarme y ganar a Donald Trump, alguien que no debe convertirse nunca en presidente de este país".