MODERNIZACIÓN EN EEUU

Trump presenta un plan de infraestructuras con más ambición que fondos federales

Su modelo de financiación traslada a los estados y municipios la responsabilidad de costear el grueso de la factura

Donald Trump, en la presentación del plan de infraestructuras, en la Casa Blanca

Donald Trump, en la presentación del plan de infraestructuras, en la Casa Blanca / periodico

Ricardo Mir de Francia

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Donald Trump ha presentado este lunes su esperado plan para remozar las infraestructuras de Estados Unidos, una empresa largamente aplazada a pesar del estado lamentable en el que se encuentran muchas de las obras públicas del país más rico del planeta. La iniciativa pretende reconstruir y modernizar puentes, carreteras, aeropuertos, sistemas de agua y ferrocarriles, y extender la conexión a internet con banda ancha a las zonas rurales. Pero este no será un gran programa de obras públicas como el que se puso en marcha durante los años del New Deal. Los fondos del Gobierno federal serán relativamente modestos y su finalidad consistirá en incentivar a estados, municipios y empresas privadas para que sean ellos los que se hagan con el grueso de la factura.

“Vamos a modernizar nuestras infraestructuras. Siempre fuimos los líderes en esta materia, pero hace tiempo que nos hemos quedado atrás”, ha dicho el presidente al presentar el plan en la Casa Blanca. La iniciativa prevé una partida de 200.000 millones de dólares (algo más de 160.000 millones de euros) en subsidios federales, una aportación que la Casa Blanca espera que se traduzca en obras públicas por un valor adicional de 1.3 billones de dólares, una cifra similar al PIB de España. Tal y como se ha concebido, municipios, estados y empresas deberían financiar un mínimo del 80% del coste los proyectos que se construyan, un modelo que a ojos de sus detractores podría provocar la subida de los impuestos locales y estatales, un incremento en las tarifas de servicios esenciales y nuevos peajes en las carreteras. El plan del presidente pretende también acelerar los trámites para aprobar las obras, que actualmente pueden demorarse hasta 10 años, una medida en consonancia con su política para reducir las regulaciones en todos los ámbitos de la economía.  

Promesa de campaña

El rejuvenecimiento de las infraestructuras fue una de las principales promesas de Trump durante la campaña, una de las pocas que contaban además con apoyo bipartidista. Ese respaldo teórico aconsejaba abordar el tema nada más iniciar el mandato, pero el presidente prefirió centrarse inicialmente en revocar la reforma sanitaria de su predecesor (fracasó) y reformar la fiscalidad bajando los impuestos (tuvo éxito). Ahora lo va a tener más difícil porque la prioridad en Washington pasa por resolver la situación de los ‘dreamers’, los inmigrantes indocumentados que llegaron a EEUU siendo unos niños.

A ese factor habría que añadir el escepticismo que el modelo de financiación propuesto ha despertado en algunos sectores demócratas y republicanos. Los primeros consideran que los fondos federales previstos son insuficientes para cumplir con las ambiciosas metas a las que se aspira. Para los segundos, es justo lo contrario. Piensan que los costes son excesivos, teniendo en cuenta que la rebaja fiscal y el reciente plan presupuestario aprobado en el Congreso para los dos próximos años dispararán el déficit.

“Fue un error gastarnos siete billones de dólares en Oriente Próximo. Ahora que queremos reconstruir carreteras y puentes nos lo ponen difícil. Es una locura”, ha dicho Trump durante su comparecencia en la Casa Blanca. Su Administración dedicará la próxima semana a promover el plan alrededor del país, lo que podría servir al presidente de válvula de escape tras los últimos sobresaltos que han sacudido la Casa Blanca. Dos de sus principales asesores han tenido que dimitir tras ser acusados por sus exparejas de violencia doméstica. 

Las claves del plan

El plan de Donald Trump para remozar las infraestructuras de Estados Unidos fue una de las grandes promesas de su campaña electoral. El presidente lo ha descrito como “la mayor inversión de la historia” en obras públicas. Su intención es reconstruir puentes y carreteras, aeropuertos y puertos, túneles y sistemas de saneamiento de aguas. Trump se ha quejado a menudo del estado deficiente de las infraestructuras.