Trump, el Papa y Españistán

Trump reacciona ante su victoria en Manchester (Nuevo Hampshire).

Trump reacciona ante su victoria en Manchester (Nuevo Hampshire). / periodico

RAMÓN LOBO

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Parece que al precandidato republicano Donald Trump no lo para ni (el vice)dios, que es la definición precisa del trabajo de los papas de Roma: ser los representantes del dios de los católicos en la Tierra. El actual pontífice, llamado Francisco, le lanzó una dentellada tras su visita pastoral a México: “Una persona que sólo piensa en la construcción de muros y no en la construcción de puentes, no es cristiano”.

El papa se refiere al proyecto del candidato republicano de construir un muro fronterizo de 2.500 kilómetros y expulsar a 11 millones de inmigrantes latinoamericanos sin papeles, en su mayoría mexicanos, a los que considera violadores, drogadictos y pandilleros. La inmigración ilegal, como la llama él, es uno de los ejes del discurso de este hijo de inmigrantes alemanes.

Trump -que como dice Roger Senserrich en su cuenta de Twitter (@Egocrata) “parece la sección de comentarios de La Razón presentándose a unas  elecciones”- tardó muy poco en devolver el golpe. Lo hizo a través de un pomposo comunicado encabezado con un 'Donald J. Trump responde al Papa', que el orden de los factores es importante.

Poco después, ante su público en un mitin en Carolina del Norte, Trump prosiguió con la retahíla: “Es vergonzoso que un líder religioso esté cuestionando la fe de otra persona. Siento orgullo de ser cristiano”. Aprovechó también para cuestionar la cristiandad del presidente Barack Obama, una cruzada para los sectores de la extrema derecha estadounidense que lo llaman por su nombre intermedio: Husein, y le acusan de ser un islamista disfrazado que ni siquiera nació en EEUU (sic).

Una reacción vitriólica

La reacción vitriólica de Trump, muy en su línea de agitador demagogo, no tuvo en cuenta otra parte de la intervención papal en la que habló de darle el beneficio de la duda: "No voy a involucrarme [en la política de EEUU]. Sólo digo que no es cristiano si ha dicho cosas como estas". Al exaltado millonario le bastó escuchar el primer compás de la música para entrar en combate. Ese es su estilo: no necesita entender la letra. Resulta increíble que este hombre encabece las encuestas republicanas cuando su proyecto político se limita, de momento, a una retahíla de insultos machistas y racistas y a despropósitos varios. Es lo que en Europa se llamaría un fascista xenófobo.

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No parece que el rifirrafe con el papa Francisco le vaya a restar votos porque los (presuntos) cristianos que votan a tipos como él o Ted Cruz, un peligro casi mayor, no tienen nada que ver con los valores que defiende este papa que parece diferente, capaz de enfadarse como un humano con un fiel en México que se excedió en entusiasmo o afirmar que el uso del preservativo puede estar justificado, como mal menor, en el caso del virus del zika.

Sé que es un paso mínimo, alejadísimo de la realidad que viven millones de católicos, que ya han resuelto estas contradicciones vaticanas en su día a día, pero resulta enorme si lo comparamos con el tono de Rouco Varela o de los sectores preconciliares (Fernández Díaz) que han impulsado el juicio inquisitorial contra Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento de Madrid presidido por Manuela Carmena.

Es más fácil escandalizarse con Trump en EEUU que con los cientos de 'trumpitos' que pululan por la política y el periodismo español.

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Al millonario estadounidense no le afecta electoralmente ninguna salida de tono, ni siquiera defender la tortura, como hizo en New Hampshire, ni ir de matón frente a los yihadistas del Daesh. Dijo, en este nuevo frente mediático, que si los islamistas llegaran a atentar contra el Vaticano, que según él sería su máximo trofeo, “al Papa solo le cabrá rezar para que  Donald Trump hubiese sido presidente de EEUU”.

¿Y los moderados? Bueno tenemos a Jeb Bush que en buena tradición familiar ha propuesto bombardear Corea del Norte. Está Marco Rubio, la última esperanza del 'establishment', que es el candidato que se aprende un discurso de 24 segundos y cuando le echan en cara ser un robot se pone nervioso y lo repite como un poseso. Y está Michael Bloomberg en la recámara, como escribía la semana pasada.

La última batalla apocalíptica es el anunciado viaje de Obama a Cuba en marzo, un gesto histórico; la respuesta de los aspirantes republicanos ha sido unánime: todos en contra, como en el nombramiento de un juez que reemplace al fallecido Scalia en el Supremo. La mejor manera de explicar lo que está pasando en EEUU con su derecha, tradicionalmente sensata, es decir que ahora se parece a la derecha española. ¿O es la española la que se parece a la norteamericana? Un lío, que diría Mariano Rajoy.