Clinton y Trump se ven ya en la batalla final

Hillary Clinton celebra su victoria en las primarias de Nueva York.

Hillary Clinton celebra su victoria en las primarias de Nueva York. / MS/DH/

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Cuando se mire hacia atrás la intensa carrera electoral que republicanos y demócratas viven en Estados Unidos, las primarias celebradas el martes en Nueva York aparecerán como un punto de inflexiónHillary Clinton y Donald Trump conquistaron con mayor contundencia de lo esperado las urnas y el golpe sufrido por sus principales rivales, Bernie Sanders y Ted Cruz, apuntala los caminos de la exsecretaria de estado y el empresario hacía sus respectivas nominaciones. Nada está totalmente decidido aún pero se han reducido a mínimos las vías que impedirían el explosivo duelo Clinton-Trump para dar el relevo en la Casa Blanca a Barack Obama.

La exprimera dama ha ampliado con la victoria neoyorquina su margen de ventaja en delegados sobre Sanders, al que prácticamente no le quedan opciones de llegar a los 2.383 necesarios para ser candidato demócrata. Ella ha demostrado una vez más que puede replicar una coalición de votantes muy similar a la que llevó a Obama a la presidencia, que incluye el mayoritario respaldo de mujeres y minorías. Y aunque ha aprendido la lección de no dar el triunfo por seguro, no pudo evitar estar exultante el martes. “La carrera está en la recta final y la victoria está a la vista”, decía en su discurso en un hotel en el Midtown de Manhattan.

Llamamiento a los jóvenes

En esa intervención y con la vista ya puesta en noviembre realizó un llamamiento a los votantes de Sanders, que cuenta con el abrumador apoyo de los jóvenes, recordándoles que “es mucho más lo que nos une que lo que nos divide”. Pero hacen falta algo más que buenas palabras.

El duelo por Nueva York ha recrudecido el enfrentamiento entre ella y el senador de Vermont. En el Sheraton, la jefa de comunicaciones de Clinton, Jennifer Palmieri, criticaba duramente a Sanders por lo que califica como “un comportamiento destructivo” de ataques personales que no solo le aleja de su promesa de hacer campaña centrándose en los temas, sino que daña las opciones de los demócratas en noviembre.

Pero, además, aunque en el equipo de Sanders empiezan a latir tensiones sobre qué ruta seguir ahora, con opiniones distintas sobre si luchar hasta la convención a finales de julio o “recalibrar” las cosas dependiendo del resultado en las primarias que el próximo martes se celebran en cinco estados de la costa este, de momento el propio candidato insiste en que le queda “un camino hacia la victoria”.

En el campo republicano la victoria de Trump, que en su estado natal arrasó con más del 60% de los votos y se lleva cerca de 90 de los 95 delegados que estaban en juego, fue también trascendental. Solo John Kasich le hizo sombra (en Manhattan) pero su principal rival, Cruz, se fue de vacío y tampoco tiene buenas perspectivas en las citas del martes en Pensilvania, Connecticut, Delaware, Maryland y Rhode Island.

La convención abierta

"El senador Cruz está prácticamente eliminado matemáticamente", decía Trump, metiendo el dedo en la llaga de la realidad para el tejano, que no puede llegar al número mágico de 1.237 delegados que asegurarían la coronación en Cleveland y tiene como única opción evitar que también lo alcance Trump, forzando la convención abierta.

Cruz, así como algunos integrantes del aparato del partido que no quieren a Trump, está maniobrando con el complicado proceso de selección de delegados para garantizarse opciones en ese potencial escenario. Pero Trump (que ha reforzado su campaña, la ha profesionalizado con importantes fichajes y va a invertir 20 millones de dólares en publicidad) el martes les recordó que tiene el apoyo de la opinión pública para reivindicarse y cuestionar un sistema "amañado": más de tres de cada cinco republicanos quieren que se elija como nominado a quien haya obtenido más votos. Y ese es, sin ninguna duda, Trump.