LA CARRERA A LA CASA BLANCA

Trump avanza imbatible hacia la nominación

Donald Trump saluda a sus seguidores tras conocer su victoria en el caucus de Nevada.

Donald Trump saluda a sus seguidores tras conocer su victoria en el caucus de Nevada. / HB

IDOYA NOAIN

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Puede parecer precipitado nombrar a Donald Trump "El nominado", como ha hecho Drudge Report tras la arrolladora victoria del magnate inmobiliario el martes en los caucus de Nevada, su tercer triunfo consecutivo tras los de las primarias de Nuevo Hampshire y Carolina del Norte. El sitio web conservador, no obstante, tiene más opciones de dar en la diana que las decenas de comentaristas y observadores que desde que Trump lanzó su candidatura en junio han minimizado su carrera electoral como una burbuja que debía pinchar irremediablemente según las normas de la lógica política y que se han tenido que ir corrigiendo una vez tras otra.

Después de las cuatro primeras citas electorales, que arrancó con un segundo puesto en los caucus de Iowa, Trump se consolida como claro favorito para hacerse con la nominación del Partido Republicano. Y aunque aún esté lejos de los 1.237 delegados necesarios para asegurarse el éxito en la convención, no hay nada en el camino que parezca ir a hacerle mella en esa condición, y de momento parte con las mejores perspectivas de cara al próximo 1 de marzo, supermartes, cuando votan 11 estados y se reparten 595 delegados republicanos. 

De ser una nota colorista, populista, radical y hasta insultante, Trump ha pasado a convertirse en opción que ni puede ni debe no tomarse en serio. Y esa transformación lograda a base de votos constata la transformación de la política de Estados Unidos y del propio partido conservador, que después del fracaso de Mitt Romney en el 2012 apostó por buscar un centro moderado y más acorde a las realidades demográficas y sociales del país como opción para recuperar el ejecutivo. Muy al contrario de esos planes, el partido de Ronald Reagan se encuentra dominado por tres candidatos (Trump, Marco Rubio y Ted Cruz) que en cualquier caso le sacarían de un terreno centrista.

Para entender el poder de Trump basta mirar a las encuestas y los datos de voto de los caucus del martes. Casi seis de cada 10 participantes en esa cita republicana se declararon "enfadados" y casi cuatro de cada 10 dijeron que prefieren a alguien que no salga de las entrañas del partido o de su aparato más establecido. Trump, claramente, es el hombre de todos esos que se sienten desconectados de o abandonados por Washington, las instituciones y el partido.

BASES CONSISTENTES

El análisis detallado de Nevada explica también las consistentes bases de su dominio. Quienes creyeron que tenía un techo han tenido que elevarlo pues en Nevada se llevó el 45,9% de los votos (más que el 23,9% de Rubio y el 21,4% de Cruz combinados). Trump dominó entre moderados, conservadores y muy conservadores, entre hombres y mujeres y en todos los grupos de edad. Pero además fue líder entre grupos de votantes que supuestamente se debían inclinar por otros candidatos. Entre los votantes evangélicos, sobre los que Cruz tiene diseñada su estrategia, Trump sacó 17 puntos de ventaja. Los hispanos republicanos son pocos en Nevada (el 8% de los asistentes a los caucus) pero prefirieron al hombre que ha hecho de la retórica contra los inmigrantes y la construcción del muro con México eje de su campaña antes que a dos senadores como Rubio y Cruz, que tienen raíces cubanas. Y hasta entre los votantes con estudios superiores, que se creían más tendentes a otros candidatos, tuvo mejores resultados (41% de sus votos frente al 30% de Rubio). 

Nevada ha demostrado también que la campaña de Trump, que los observadores creyeron que flaquearía en la organización sobre el terreno, tiene capacidad de movilizar, algo que se pondrá de nuevo a prueba el supermartes. Y cuenta con otra arma: la guerra que libran Cruz y Rubio por convertirse en alternativa. En vez de lanzarse contra el favorito, los dos senadores se atacan entre ellos y persiguen distintas estrategias (Cruz buscando el voto conservador y el Tea Party, y Rubio a un aparato del que se alejó para llegar al Senado en el 2010). Y mientras ellos pelean, Trump sigue "ganando, ganando, ganando", como proclamaba exultante ya en la madrugada del miércoles en un hotel de Las Vegas. "Van a ser dos meses asombrosos", anunciaba. "Quizá incluso no necesitemos ni dos meses".