Trump dinamita el Partido Republicano

El candidato republicano Donald Trump (derecha).

El candidato republicano Donald Trump (derecha). / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Donald Trump avanza hacia la nominación republicana como si fuera un paseo al sol. El millonario neoyorkino se hizo con siete de los 11 estados en liza del supermartes, ampliando su ventaja en el recuento de delegados y demostrando que es capaz de ganar en todas las regiones del país, independientemente de su perfil ideológico.

Su victoria ha desatado el pánico en amplios sectores del estamento republicano, que observan cómo la ventana para detener al imprevisible populista se está cerrando a marchas forzadas. El partido está roto y al borde del equivalente político a una guerra civil. Desde su punto de vista, Trump no solo podría arruinar sus opciones de recuperar la Casa Blanca en noviembre, sino que está reescribiendo los principios que han definido al partido desde hace 40 años.

Esos principios han sido una combinación de neoliberalismo económico y libre comercio. Resistencia al cambio en asuntos sociales como el aborto y el matrimonio homosexual. Una política exterior intervencionista y dominada por el pensamiento 'neocon'. Y un cierto decoro para evitar las asociaciones más explícitas con la extrema derecha racista y paranoica. Pero Trump está resquebrajando alguno de esos pilares.

Apoyándose en el descontento de los trabajadores y las clases medias con el peaje de la globalización, abandera el proteccionismo, ignora las cruzadas sociales de los conservadores y, aunque promete “arrasar con el Estado Islámico”, desdeña el aventurismo militar. Dice estar dispuesto a dejar que Putin resuelva el caos de Oriente Próximo, promete ser “neutral” en el conflicto entre israelís y palestinos, y no tiene reparos en humillar a los 'neocon' llamando “mentiroso” a Bush por la farsa de Irak.

Pero como los mejores caudillos, también da claras muestras de no tolerar la crítica. Amenaza con endurecer las leyes que regulan el libelo para mantener a raya a la prensa y dice cosas como “me gustaría darle un puñetazo en la cara” a quienes protestan en sus mítines. Habla sin tapujos de utilizar “la tortura” con los “terroristas” y promueve un chovinismo exaltado que se ceba con los inmigrantes y los musulmanes, aunque también ha denigrado a las mujeres o los discapacitados. Tampoco tiene reparos en dar alas a las teorías conspiratorias y tolera sin demasiados reparos el cortejo de grupos impresentables como el Ku Kux Klan.

DESCONCIERTO 

Hay quien piensa que Trump no tiene ideología y todo el mundo parece estar desconcertado. Para sus rivales en la carrera republicana es un “farsante” que oculta su verdadera naturaleza de “liberal neoyorkino”, mientras el 'Washington Post' lo compara con autócratas como Putin, Chávez o Museveni y lo describe como “una amenaza para la democracia”. Por unos motivos o por otros, parte del país está aterrorizado. “Una victoria de Trump sería catastrófica para el Partido Republicano y la misma República”, decía hoy a ‘Politico’, Pete Wehner, uno de los asesores de Bush hijo durante su etapa presidencial. “Si gana la presidencia, podría haber intentos de formar un nuevo partido”, añadió.

Muchas cosas tienen que pasar antes, pero las perspectivas de que Trump obtenga la nominación y acabe enfrentándose posiblemente a Hillary Clinton en noviembre siguen aumentando. (La favorita demócrata le ganó siete de 11 estados a Bernie Sanders). Nadie en el 'establishment' quiere a Ted Cruz como alternativa a Trump, un purista que les resulta odioso hasta sus compañeros del Senado, pero es el único que le está haciendo algo de sombra. En el supermartes, ganó tres estados, incluido el suyo, Tejas, que era el que más delegados repartía. En cambio, Marco Rubio va camino de convertirse en una eterna promesa. Solo rascó Minnesota y, en alguno como Tejas, podría no llegar al mínimo requerido para entrar en el reparto de delegados.

VOTO 'ANTI-TRUMP'

El Partido Republicano no sabe qué hacer. Saben que tienen esencialmente dos semanas para detener a Trump, antes de que algunos estados entreguen todos los delegados al ganador, en lugar de optar por el reparto proporcional imperante hasta ahora.

Algunos han pedido a tres de los cuatro candidatos que siguen en la pelea que se retiren para poder concentrar el voto anti-Trump. (Ben Carson está al caer, tras reconocer este miércoles que no ve un camino hacia la nominación). Otros prometen una avalancha de anuncios negativos en los ocho estados que vienen antes del 15 de noviembre. Y se barruntan sucias y potenciales maniobras para dar una especie de golpe en la convención de julio que sirva para negarle la nominación al magnate inmobiliario.  

Trump no parece preocupado, y tras el éxito en el supermartes tendió puentes al partido y ofreció su versión más presidencialista. “Hemos expandido el Partido Republicano. Sé que a la gente le resultará difícil de creer, pero soy un unificador”, dijo desde su lujoso resort de Palm Beach, la meca de la jet set en Florida.