VUELCO EN EEUU

Trump amenaza con dar marcha atrás en el acercamiento a Cuba

El presidente electo tendrá que enfrentarse a los intereses empresariales si quiere frenar el deshielo

File picture of Republican Donald Trumpca at a campaign roundtable event in Manchester, New Hampshire

File picture of Republican Donald Trumpca at a campaign roundtable event in Manchester, New Hampshire / CA/MDP/DN

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Ningún vuelo regular desde Estados Unidos había aterrizado en La Habana desde 1961, una anomalía que se interrumpió el lunes con dos aviones llegados a la capital cubana desde Miami y Nueva York. El gesto, acaecido solo dos días después de la muerte de Fidel Castro, es otro paso en la normalización de relaciones que comenzó en diciembre del 2014 y que ahora ha quedado, nunca mejor dicho, en el aire. El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha asegurado que pondrá fin al deshielo con la isla caribeña a menos que se renegocien las condiciones que impulsaron el acercamiento. Está por ver cuáles serán las demandas del magnate que, durante las primarias republicanas, fue el único candidato que apoyó el rumbo nuevo de la Administración de Obama.

“Si Cuba no está dispuesta a hacer un acuerdo mejor para el pueblo cubano y los cubano-estadounidenses en su conjunto, pondré fin al acuerdo”, ha tuiteado este lunes el magnate inmobiliario.          

Su jefe de comunicaciones, Jason Miller, ha sido más preciso, al afirmar que sus prioridades serán la liberación de los presos políticos, la repatriación de los fugitivos estadounidenses y la implementación de medidas que conduzcan hacia la libertad política y religiosa. “El presidente electo quiere libertad en Cuba para los cubanos y un mejor acuerdo que no tome a los estadounidenses por tontos”, ha dicho Miller. Esas demandas son esencialmente las que ha exigido la jerarquía republicana desde que Barack Obama y Raúl Castro acordaron el restablecimiento de relaciones diplomáticas. Ninguna de esas exigencias forma parte del acuerdo inicial.

La pequeña isla caribeña será una interesante prueba de fuego para Trump y su política dependerá en gran medida de cuál de sus perfiles prevalece. Por un lado, el Trump político está en deuda con los cubanos de EEUU, que fueron el grupo de hispanos que más se decantaron por su candidatura en las elecciones, un apoyo que resultó fundamental para que pudiera ganar en Florida. Pero esas deudas tendrán que batallar con las lealtades del Trump empresario. Para varios sectores económicos estadounidenses, como la agricultura, el turismo y la construcción, el progresivo levantamiento del embargo impulsado a golpe de decreto por Obama ha abierto suculentas oportunidades de negocio y se espera que esos intereses presionen a la futura Administración para mantener el acercamiento económico.

El régimen de Raúl Castro dijo en su día que no tiene ninguna intención de sucumbir a las presiones estadounidenses para acelerar la transición, de modo que el futuro de la política hacia Cuba podría depender del pulso interno en el Partido Republicano, entre los sectores proempresa y los neoconservadores que aspiran a promover la democracia en el exterior. Durante la campaña Trump se distanció de estos últimos, pero ahora tendrá como elemento añadido a la ruidosa vieja guardia del exilio y sus muchos aliados en Washington.