Economía en eeuu
Trump encuentra en la izquierda aliados para sus aranceles
Sindicatos, obreros y algunos demócratas apoyan el giro proteccionista del presidente de Estados Unidos
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
Ricardo Mir de Francia
El alcalde demócrata de Monessen, un pequeño pueblo de Pensilvania vapuleado por la desindustrialización, tuvo sus 15 minutos de fama durante la pasada campaña presidencial. Su oficina fue un constante trajín de periodistas llegados de todo el mundo. Su pueblo llevaba décadas muriéndose ante la más absoluta indiferencia y, con las arcas municipales vacías, decidió enviarle varias cartas al presidente Barack Obama para implorarle la ayuda del Gobierno más rico del planeta. Obama nunca le respondió, pero sí lo hizo Donald Trump, que eligió la fábrica de aluminio de Monessen como destino de uno de sus mítines de campaña. El republicano cargó contra la globalización y los tratados de libre comercio, contra las prácticas comerciales de China y los subsidios foráneos al acero. “La era de la rendición económica se va a acabar”, dijo Trump en Monessen.
Casi dos años después, el ahora presidente ha impuesto aranceles al acero y el aluminio, una medida que ha despertado la consternación de su partido, los mercados y los aliados de EEUU. Se dice que hay riesgo de una guerra comercial. Pero en muchos pueblos del cinturón industrial del país es la mejor de las noticias posibles. “Los aranceles son buenos, hace tiempo que llevábamos esperándolos”, dice el alcalde Lou Mavrakis en una entrevista telefónica. “Ayudará a nuestra fundición de aluminio y a la planta de coque para producir acero. Finalmente tenemos un político que cumple con su palabra”, asegura este viejo sindicalista, que no obstante hubiera preferido unos aranceles a medida en función de cada país.
En el último medio siglo, EEUU ha pasado de ser un país industrial a un país de servicios, una transformación que no solo responde a los imperativos de la globalización sino también a la mecanización del trabajo. Entre 1989 y 2018, desaparecieron 5.5 millones de empleos industriales y cerraron 77.000 fábricas. Washington es actualmente el mayor importador de acero del mundo. Compra fuera cuatro veces más de lo que exporta, según el Departamento de Comercio. Y en un solo mes China produce casi tanto como EEUU en un año. Respecto al aluminio, las importaciones representan el 90% de su consumo.
Frenar el declive
Pocos economistas creen que los aranceles por si solos servirán para frenar el declive de la industria pesada, golpeada por el exceso de oferta mundial, que abarata los precios y complica mucho la vida a las empresas que no están subsidiadas por sus estados. Bush hijo ya intentó frenar el declive en 2002 gravando con un 30% de impuestos las importaciones de acero, pero no tardó en recular al ver cómo se perdieron bastante más empleos en industrias perjudicadas por el encarecimiento de los precios de los que se ganaron en la metalurgia. Tampoco ayudó que la Unión Europea y otros países amenazaran con represalias cuando más cooperación necesitaba EEUU en su incipiente guerra contra el terrorismo.
Muchos temen que ahora suceda lo mismo, pero eso no ha evitado que los sindicatos y algunos demócratas se hayan aliado con Trump por atreverse a romper con los dogmas del libre comercio. “Durante muchos años advertimos de las prácticas predatorias de algunos países productores de acero. Esas prácticas dañan a los trabajadores y engañan a los productores estadounidenses”, ha dicho Richard Trumka, el presidente de AFL-CIO, la mayor confederación sindical del país. “Este es un gran primer paso para acabar con la estafa comercial”.
Electoralmente los aranceles podrían ser una jugada maestra para Trump, que ya ganó en varios estados industriales de tradición demócrata con sus promesas proteccionistas para revitalizar el depauperado Cinturón del Óxido. Algunos demócratas no han podido ocultar su admiración. “Son mucho más que aranceles. Está demostrando que entiende verdaderamente los problemas de la clase trabajadora”, ha dicho el congresista demócrata por Ohio, Tim Ryan.
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