TERROR GLOBAL

El terrorismo reaparece en Francia durante la Eurocopa

EVA CANTÓN / PARÍS

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Cuarenta y ocho horas después de la matanza reivindicada por el Estado Islámico en un club gay de Orlando, la organización terrorista se ha atribuido la autoría de un nuevo atentado cometido por un joven francés a 50 kilómetros de París, en un país blindado por la celebración de la Eurocopa y con el estado de emergencia vigente desde los ataques yihadistas del pasado 13 de noviembre.  

Larossi Abballa, de 25 años, condenado en el 2013 por reclutar yihadistas para la red afganopaquistaní, fichado y sometido a vigilancia por los servicios secretos, apuñaló este lunes al comandante de policía Jean Baptiste Salvaing y a su esposa, Jessica Schneider, administrativa del Ministerio del Interior, en presencia de su hijo de tres años en su domicilio de la tranquila localidad de Magnaville, conmocionada por el suceso.

Tras cometer el doble crimen, el atacante se atrincheró en el interior de la vivienda y amenazó con hacerla saltar por los aires, momento en el que las fuerzas de élite de la policía asaltaron el domicilio. Abballa fue abatido y el menor fue rescatado en estado de shock pero indemne.

Según el fiscal de la sección antiterrorista de París, François Molins, encargado de la investigación, durante la infructuosa negociación con los agentes del cuerpo especial de la policía, el terrorista dijo ser un “musulmán practicante que seguía el Ramadán” y haber actuado en respuesta al llamamiento del Estado Islámico para “matar a infieles en sus casas con sus familias”.

Había jurado fidelidad al Daesh hacía tres semanas y sabía que la víctima era miembro de la policía, un cuerpo que figura habitualmente entre los objetivos potenciales de la organización yihadista y que este martes pedía reforzar las medidas de protección de su personal.

El ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, ha anunciado que podrán ir armados sin estar de servicio. Por su parte, el presidente François Hollande, ha prometido elevar “a su máximo nivel” la vigilancia contra el terrorismo y el despliegue de medios suplementarios.

Mientras, la oposición conservadora ha abierto el debate sobre la aplicación de medidas extrajudiciales para los terroristas, una posibilidad que ha rechazado de plano el primer ministro, Manuel Valls.

VALLS RECHAZA UN GUANTÁNAMO

“No quiero ni la pena de muerte, ni Guantánamo, ni la venta de armas porque sé a lo que puede llevar este modelo”, le respondió el primer ministro al diputado del partido de Nicolas Sarkozy, Éric Ciotti, que pidió encarcelar en centros de detención a los fichados por radicalización o a quienes regresen a Francia desde Siria.

 El autor del doble crimen de Magnaville no había recibido entrenamiento en ningún feudo islamista, pero había basculado hacia el yihadismo tras un pasado de delincuente común que compartía con muchos de los jóvenes franceses captados por los radicales en zonas desfavorecidas de la periferia de las grandes ciudades.

Abballa residía en un apartamento de Mantes la Jolie, a sesenta kilómetros de París, con sus padres, que se encontraban actualmente en Marruecos, y tenía un pequeño negocio de reparto de comida halal a domicilio.

Ni las conversaciones telefónicas pinchadas por la policía –estaba desde el 11 de febrero sometido a vigilancia- ni sus movimientos hicieron sospechar que podría estar preparándose para cometer un acto violento. Según el fiscal Molins, no había pruebas para detenerle.

LA EUROCOPA SERÁ UN CEMENTERIO

Molins también ha detallado que el terrorista envió a las 20.52 horas un vídeo de doce minutos reivindicando sus actos a un centenar de contactos de Facebook, así como varios tuits atribuyéndose el crimen a través de una cuenta abierta a principios de junio.

El periodista de RFI, David Thomson, especialista en yihadismo, que pudo ver la grabación, ha contado que Abballa muestra a sus víctimas y posa con el niño de la pareja asesinada. “La Eurocopa será un cementerio”, dice en el transcurso de un largo mensaje. En el domicilio de la pareja asesinada se ha encontrado una lista de objetivos con nombres de personalidades públicas, periodistas, raperos y policías.

El autor del doble crimen gravitaba en torno al islamismo radical y no ocultaba su deseo de cometer actos violentos en Francia. "Tengo sed de sangre", llegó a decir en una de sus conversaciones telefónicas, según reveló a la Afp una fuente próxima al caso.