Ted Cruz, el odiado

Ted Cruz saluda a sus seguidores en el acto desde el que siguió la evolución de las primarias, en Wisconsin.

Ted Cruz saluda a sus seguidores en el acto desde el que siguió la evolución de las primarias, en Wisconsin. / JY/DN/

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Con un candidato como Donald Trump podría parecer que las primarias republicanas en Estados Unidos tienen cubierto el cupo de votos movidos por filias y fobias ante una personalidad extrema. 

Ted Cruz, que se juega prácticamente todas sus opciones este martes en Indiana, y no lo hace con buenas perspectivas, es el recordatorio de que hay espacio para más.

Cruz, que tras algunos buenos resultados en estados como Wyoming apuntaba a consolidarse como alternativa al tsunami del empresario inmobiliario, cada vez lo tiene más difícil. 

Numéricamente tiene imposible ya alcanzar los 1.237 delegados que garantizan la nominación y su única esperanza es evitar que los consiga Trump y forzar así una convención abierta, en la que ya no imperaría la voluntad expresada por los votantes en las urnas sino la maestría en tácticas, estrategias y lobi.

Pero incluso ese segundo escenario se aleja cada vez más porque Trump es también favorito en Indiana y si gana este martes necesitará hacerse solo con el 40% de los delegados que se reparten en las primarias que quedan hasta el 7 de junio. 

MEDIRSE AL MÁS MEDIÁTICO

En la evaporación de las opciones de Cruz ha tenido que ver, indudablemente, el hecho de medirse al más mediático de los candidatos que los republicanos han visto en décadas y la conexión que Trump ha conseguido con los mismos votantes indignados con el sistema y hartos de Washington y las instituciones que en su día se volcaron con el Tea Party y con candidatos de ese movimiento como el senador tejano. 

Pero también ha tenido que ver el propio Cruz, un político que provoca pasiones tan radicales como sus propuestas.

Elegido senador por Tejas en 2012, en sus poco más de tres años en Capitol Hill no ha hecho amigos. De hecho, es difícil encontrar alguien en Washington a quien le guste este hombre que ha llevado a la extrema derecha al partido conservador y que, por ejemplo, fue en buena parte responsable de la crisis de 2013 que durante unos días forzó el "cierre" del Gobierno.

Las relaciones con sus colegas han sido definidas de "tóxicas" y nadie posiblemente le odia más que John Boehner, que fue speaker de la Cámara Baja y que tuvo que abandonar el cargo precisamente por la campaña en su contra orquestada por Cruz.

Y si quedaba alguna duda, Boehner la desterró hace unos días, cuando en una charla en Stanford tuvo palabras muy poco diplomáticas para describir a quien fue su verdugo político. Le llamó, directamente, "la encarnación de Lucifer" y dijo que era "el más miserable hijo de puta" con el que había trabajado nunca. Palabras mayores.

Podría parecer que hablaba el resentimiento de Boehner pero lo cierto es que Cruz disgusta, o al menos esa sensación empieza a emanar de los sondeos entre ciudadanos.

TRETAS SUCIAS

Las acusaciones de tretas sucias en su campaña vienen lastrando su imagen desde hace tiempo pero es ahora cuando por primera vez, al menos en una encuesta de Gallup, su índice de desaprobación (45%) ha superado al de aprobación (39%). En ese mismo análisis, un 59% de los encuestados mostró una visión favorable de Trump y solo el 34% expresó una visión negativa.

El lunes fue un día miserable en la campaña de Cruz. Primero le increpó un niño de 12 años. Luego, sin tregua, un seguidor de Trump, que no solo repitió el "mentiroso Ted" con que le suele denostar el favorito sino que le cuestionó también por su ciudadanía (Cruz nació en Canadá y no renunció a la doble ciudadanía hasta 2012) y por los vínculos con Goldman Sachs (su esposa, Heidi, trabajó para la firma).

Así, tocado, ha llegado este martes a las urnas de Indiana. Aunque inicialmente se planteaba como un territorio favorable para Cruz, con importante peso del votante evangélico que es buena parte de su base, el estado celebra primarias abiertas, lo que permite votar a independientes, un sistema que hasta ahora ha favorecido a Trump.

No parece tampoco haber servido de nada el pacto que hizo con John Kasich, un acuerdo que empezó a pinchar casi inmediatamente y por el cual el gobernador de Ohio dejaba vía practicamente libre a Cruz en Indiana y el senador de Tejas haría lo mismo en Nuevo México y Oregón.

Y está por ver que haya tenido ningún impacto su anuncio de que Carly Fiorina será su opción de vicepresidenta, un gesto inédito para alguien que no tiene garantizada la nominación y donde muchos han visto un punto de desesperación. ¿Quizá la hay?