Análisis

El sueño hecho añicos

Rafael Vilasanjuán

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No debería pasar desapercibido. El 50º aniversario de la República Democrática de Congo marca el inicio del sueño de las independencias en el continente africano. En 1945 solo había un país regido por africanos, solo dos décadas más tarde, en el 65, ya se habían creado más de 30 estados. El Congo no fue el primero, pero su lucha fue la más violenta y la que contagió el virus de la emancipación.

La colonización africana es reciente, por eso buena parte de la población europea la mantiene en el recuerdo. No es una cuestión menor, la herida no ha cicatrizado y en el Congo sigue sangrando. A diferencia de Kenia o Tanzania, países con líderes educados en universidades europeas y con el sueño de la independencia como liberación, en el Congo un complot entre belgas y americanos se encargó de asesinar al «peligrosamente autónomo»Lumumba, para entregar el poder a un cleptómano comoMobutuy evitar que el país más rico en recursos naturales dejara de ser un gran festín para las compañías occidentales. Hoy buena parte de la riqueza que sale de las entrañas de este país está en nuestros móviles y ordenadores, y aunque ya no hay un criminal como el rey belgaLeopoldo II, no somos ajenos al sufrimiento de la población del Congo, que sigue sin los recursos mínimos para sobrevivir.

La colonización fue inhumana y depredadora, la descolonización también. En el año 2006,Kabila, con apoyo occidental gano las elecciones, pero el país le viene grande y mientras la guerra se ha llevado más de cinco millones de vidas en una década, el Gobierno sigue practicando masacres y torturas como las que acabaron hace solo un mes con el principal líder de la oposición,Chebeya, sin que nadie lo cuestione. En nombre de la estabilidad que permite mantener los contratos, Occidente siempre ha dejado la justicia de lado. Pero mientras la impunidad siga siendo la norma, la estabilidad es pura ilusión y el sueño de millones de congoleños, una pesadilla que ya dura medio siglo.