LA EXPANSIÓN DEL GIGANTE ASIÁTICO
Sintonía entre antiguas colonias
Adrián Foncillas
Periodista
Adrián Foncillas
Pekín albergó la semana pasada otra edición de lo que la diplomacia llama juegos olímpicos sino-africanos y la prensa presenta como FOCAC (Foro de Cooperación China y África, por sus siglas inglesas). Los jefes de Estado del continente negro, que lamentan su ostracismo en las organizaciones occidentales, disfrutaron de agasajos sin pausa y firmaron compromisos de desarrollo mutuo en base a principios igualitarios. En los análisis sobre la invasión, conquista o saqueo (los términos bélicos abundan cuando está China de por medio) de África suele faltar el tenaz cortejo a unos países que fueron definidos como "agujeros de mierda" por Donald Trump.
África y China comparten el doloroso colonialismo del hombre blanco y su sintonía viene de lejos. Pekín fue la primera en reconocer a los gobiernos de liberación del siglo pasado y África ayudó a que Pekín relevara a Taipei en el asiento chino de la ONU. China es hoy el mayor país en desarrollo del mundo y África contiene al mayor número de países en desarrollo.
Si atendemos a la economía, el continente es un vasto mercado para los productos chinos, desde las manufacturas baratas a las centrales eléctricas. También es la despensa de los recursos naturales que alimentan su locomotora. Y África consigue créditos baratos (a menudo condonados) sin el quebranto de la soberanía nacional que implican las exigencias del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Nadie da más créditos al mundo en desarrollo. Infraestructuras vitales como carreteras, hospitales y colegios que han elevado la calidad de vida en África llevan el Made in China. No son inversiones "por pura vanidad", aclaró Xi la semana pasada.
Intercambio
El presidente chino acumula cuatro giras por África y el FOCAC se ha consolidado como una cumbre prioritaria desde que naciera 18 años atrás. El 12% de la producción industrial africana está gestionada por las 10.000 empresas chinas asentadas en el continente y el intercambio comercial supera los 130.000 millones de euros. Pekín es el principal socio económico de África y la relación solo puede ir hacia arriba.
China se esforzó la pasada semana en tratar de mitigar los efectos secundarios que la prensa occidental subraya con tozudas alusiones a neocolonialismo. Por un lado, estableció mecanismos para fomentar las importaciones africanas e igualar así la balanza comercial. Y por el otro, prometió los mismos 60.000 millones de dólares de la edición anterior, rompiendo una tendencia alcista que había acrecentado el endeudamiento.
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