la carrera hacia el elíseo

Sarkozy se lanza a la conquista de toda la derecha francesa

EVA CANTÓN / PARÍS

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Nicolas Sarkozy ha dado este jueves un nuevo paso en su larga marcha hacia el Elíseo. El expresidente francés ha elegido con cuidado el lugar de su primer mitin ante los militantes de su formación política, la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP), para pedir orden a sus compañeros de fila, criticar a sus adversarios políticos y esbozar su programa político para evitar que Francia se instale en «el declive permanente». Ha sido en el polideportivo de Lambersart, una localidad burguesa del norte de Francia situada en la periferia de Lille, no lejos de la cuna de De Gaulle, y donde el Frente Nacional araña votos. «No sabéis lo contento que estoy de volver a veros», ha lanzado Sarkozy ante los más de 2.500 simpatizantes que llenaban el recinto y una multitud que ha seguido su discurso en las pantallas gigantes instaladas en el exterior.

Ha arrancado su intervención mostrando su apoyo al Gobierno para hacer frente al yihadismo tras el asesinato de Hervé Gourdel y, a continuación, ha desplegado un estilo más propio de una campaña presidencial que de la cita para la que ahora es candidato: la presidencia de la UMP en el congreso del próximo 29 de noviembre. Sarkozy ha criticado duramente a Hollande, a quien ha acusado de mentir. «Menos mal que iba ser una presidencia normal», ha ironizado. También ha sido duro con las disputas internas «que han puesto en ridículo» a su propio grupo político, al que ha pedido enterrar el hacha de guerra y trabajar por un proyecto inclusivo.

De hecho ha reivindicado «la experiencia y el talento» de quienes hoy por hoy son sus dos principales rivales en la carrera hacia el Elíseo en el 2017: los exministros François Fillon Alain Juppé, a quienes ha prometido que habría primarias para elegir al candidato. Fillon y Juppé habían hecho de la convocatoria de las primarias un 'casus belli' y este jueves Sarkozy les ha sacado de dudas. «Habrá primarias en la derecha. ¿Quién podría dudar que sería de otra forma? ¿Es que se han olvidado de mi carácter?», ha dicho entre aplausos y vítores.

Ha hablado también de Marine Le Pen, cuyo partido crece como la espuma provocando que izquierda y derecha se acusen mutuamente de su ascenso. «Rechazo las lecciones morales de quienes han usado el Frente Nacional al servicio de sus cálculos electorales. No acepto lecciones de quien en el 2012 echó una mano a su amigo Hollande», ha lanzado con aire vengativo. Por lo demás, ha repasado asuntos como la inmigración con su tradicional propuesta de revisar el Tratado de Schengen, se ha proclamado un arduo defensor de la familia y ha defendido la necesidad de llevar a cabo las reformas que el país necesita para salir de su actual marasmo económico y político. «Francia no tiene mas remedio que reformarse si no quiere instalarse en el declive. No hay más remedio», ha afirmado.

DERECHA RETRÓGRADA

Ha reivindicado una Francia que mire de igual a igual a Alemania, en lugar de pedirle a Berlín que afloje el paso. Y ha reprochado a la izquierda una actitud que ha calificado de «retrógrada» por oponerse, a su juicio, al progreso. El expresidente ha pedido, en definitiva, el «entusiasmo y el ánimo» de los militantes para encarar los próximos meses, en los que tiene previsto organizar una veintena de mítines hasta la celebración del Congreso.

Su propósito es, en un principio, unir al partido, sumido en una grave crisis política y financiera, para luego lanzarse a conquistar todo el espacio de la derecha francesa. Para ello pretende acometer una labor de descentralización y renovación de la UMP de manera que sea percibido como la única alternativa política tanto a izquierda como a derecha.

Criticado a menudo por codearse con hombres de negocios y mostrar su gusto por el lujo, Sarkozy se ha propuesto este jueves ofrecer su cara más popular y mostrar que, pese a los dos años transcurridos desde su derrota frente a François Hollande, no ha perdido el fervor de los militantes.

«Una nueva aventura va a comenzar; Francia necesita nuestra experiencia común», ha agregado poniendo fin a un largo discurso seguido de las notas de 'la Marsellesa'.