Sanders le gana otras primarias a Clinton

El candidato demócrata, Bernie Sanders, en un acto de campaña en Salem, Oregon.

El candidato demócrata, Bernie Sanders, en un acto de campaña en Salem, Oregon. / RK

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Bernie Sanders ha retrasado una semana más la coronación de Hillary Clinton, lo que ha vuelto a poner en evidencia la división que impera entre el electorado demócrata cuatro meses después del inicio de las primarias. El socialdemócrata de Vermont se impuso cómodamente a su rival en las primarias de Virginia Occidental tras obtener el 51% de los votos frente al 36% de la ex secretaria de Estado. Su victoria a estas alturas, cuando apenas tiene opciones para obtener la nominación, refleja el escaso entusiasmo que Clinton despierta en amplios sectores de las bases del partido. Una encuesta a pie de urna lo puso de manifiesto: un tercio de los demócratas del estado aseguraron que votarán por Trump en las generales.

A falta de ocho estados y tres territorios por disputarse en el bando demócrata antes de que concluyan las primarias el próximo 14 de junio, Sanders tendría que conquistar alrededor de dos tercios de los delegados que restan para alcanzar a Clinton. Es casi un imposible, pero el senador no tira la toalla. Pretende llegar hasta la Convención. Pase lo que pase. “Déjenme que sea claro, estamos en esta campaña para ganar la nominación demócrata”, dijo anoche a sus seguidores desde Oregón, la próxima parada del tren de las primarias. “Sabemos que es una batalla cuesta arriba, pero estamos acostumbrados a batallar cuesta arriba”.

Virginia Occidental era terreno propicio para Sanders. El 93% de su población es blanca y podían votar los independientes, un grupo que se ha decantado en masa por Sanders durante todas las primarias. Clinton apenas hizo campaña en el estado. Desde que dejó prácticamente sentenciada la carrera el 26 de abril con su victoria en cuatro estados de la costa este ha dejado de gastar dinero en anuncios de campaña. Lo quiere reservar para  las generales. Y en Virginia Occidental, un estado minero y pobre, lo tenía todo en contra después de decir en marzo que sus políticas medioambientales “dejarán en el dique seco a muchos mineros y compañías mineras”.

La frase salió en discurso en el que abogó por reconvertir las zonas mineras y ayudar a sus trabajadores ante la crisis que enfrenta el carbón por el auge del gas natural y las regulaciones de la Administración Obama para reducir las emisiones contaminantes. Clinton pidió más tarde perdón, insistiendo en que sus palabras se sacaron de contexto, pero nada de eso impidió que la semana pasada la recibieran en el estado al grito de “Go home”.

Aunque se le escape la victoria, Sanders quiere llegar a la Convención de Philadelphia para que sus ideas queden plasmadas en la plataforma del partido, un documento al que aquí, sin embargo, nadie presta atención. Son el futuro del partido, insiste apoyándose en los millones de votos que ha sacado de los menores de 45 años. Ideas como la sanidad pública, la universidad gratuita o mayores impuestos para los millonarios. Por el momento, están obligando a Clinton a posicionarse cada vez más a la izquierda. Ayer anunció que está ahora está dispuesta a rebajar a los 50 años el acceso a la sanidad pública (Medicare).

Entre la jerarquía demócrata, que apoya de forma masiva a la ex primera dama, muchos empiezan a pensar que el pulso contra Trump será complicado. Las encuestas los sitúan muy cerca en estados claves como Pensilvania y Ohio, donde se decide al presidente. El multimillonario neoyorkino está ya casi totalmente centrado en las generales y en unificar al partido, al que necesita para recaudar fondos y propagar su mensaje.

Las primarias son ya intrascendentes. Trump barrió anoche en Nebraska y Virginia Occidental tras obtener el 61% de los votos y el 76% respectivamente. En las papeletas de ambos estados aparecían también los nombres de Ted Cruz, John Kasich, Marco Rubio y Ben Carson, pero su su presencia es testimonial porque todos ellos han suspendido sus candidaturas. El populista trajeado ya no tiene rival. Su mente está ahora en la reunión que el jueves mantendrá con el ‘speaker’ Paul Ryan, el más alto de los cargos republicanos en el Congreso. Ryan ha dicho que todavía no está listo para apoyar a Trump en las generales, algo inaudito que demuestra el cisma que vive el partido, y el millonario intentará convencerle para que cambie de parecer.

Esa guerra civil que se libra en las filas conservadoras ha eclipsado la fractura demócrata pero, como Bernie Sanders volvió a demostrar anoche, la división de los demócratas es real y profunda.