La salud debilita la campaña de Clinton

Clinton entra en su coche oficial tras abandonar el domingo la casa de su hija Chelsea en Nueva York.

Clinton entra en su coche oficial tras abandonar el domingo la casa de su hija Chelsea en Nueva York. / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Hillary Clinton ha suspendido los actos de campaña que tenía previstos para los dos próximos días en California y todavía no está claro si retomara su agenda el miércoles en Nevada. Una neumonía la ha dejado temporalmente fuera de juego cuando quedan algo menos de dos meses para las elecciones presidenciales. Pero el parón de su actividad política es posiblemente lo de menos. El diagnóstico ha alimentado las dudas sobre su estado general de salud, propulsadas desde hace meses por Donald Trump y su entorno, mientras que la forma en la que fue revelado ha evidenciado una vez más la opacidad de su campaña. El momento no es bueno. Su baja por enfermedad llega solo unos días después de que hiciera una de esas declaraciones llamadas a perseguirle hasta el final.

Todo sucedió el domingo, durante los actos de conmemoración del 15 aniversario de los atentados terroristas del 11-S en Nueva York. Tras algo menos de 90 minutos bajo el sol, Clinton desapareció abruptamente sin que se informara a los periodistas que cubren su campaña. Cuando las preguntas arreciaron, los asesores de la candidata aseguraron inicialmente que había sufrido un golpe de calor. Pero poco después apareció un vídeo que mostraba como los agentes del servicio secreto tuvieron que ayudar a Clinton para evitar que se desplomara por un desfallecimiento cuando trataba de subir a un coche para abandonar la ceremonia. Solo horas después, su campaña reveló que dos días antes, el viernes, se le diagnosticó una neumonía. Los médicos le recetaron antibióticos y le recomendaron reposo.

SECRETISMO DE LOS CLINTON

Pero ese secretismo, tan inherente a los Clinton, solo ha servido para alimentar las especulaciones sobre la salud de la exprimera dama de 68 años, que ha sufrido varias trombosis en los últimos tres lustros. Tanto los republicanos como los demócratas criticaron la falta de transparencia de su campaña. “Los antibióticos se pueden ocupar de la neumonía”, aseguró David Axelrod, el cerebro de las campañas del presidente Barack Obama. “¿Cuál es la cura para una nada saludable fijación por la privacidad que repetidamente crea problemas innecesarios”.

Los estrategas de comunicación de Clinton han reconocido este lunes que “se podría haber hecho mejor”, pero han justificado la opacidad apelando al mantra de que los estadounidenses “saben más de Hillary Clinton que de cualquier otro nominado en la historia”. En cualquier caso, parecen haber entendido que el daño está hecho, ya que han anunciado que esta misma semana harán públicos documentos del historial médico de la candidata. También Trump ha anunciado que hará lo propio en los próximos días.   

Hasta ahora tanto la demócrata como el republicano habían roto con la tradición de los candidatos a la presidencia de revelar los informes médicos sobre su estado de salud. Un aspecto especialmente relevante esta vez, dado que ella tiene 68 años y Trump, al que le gusta la comida basura, 70, lo que les sitúa entre los aspirantes más entrados en años de la historia moderna. Todo lo que habían ofrecido uno y otro en el último año son declaraciones vagas de sus médicos, describiendo su "excelente" estado de salud.

TEORÍAS CONSPIRATORIAS

En los últimos meses, el magnate inmobiliario ha tratado de desacreditar a Clinton pintándola como una mujer “débil” y “sin vigor” para liderar el país, al tiempo que permitía que se airearan desde su entorno diversas teorías conspiratorias sobre la salud de su rival. Esta vez, sin embargo, Trump ha preferido mostrar una actitud más respetuosa y presidencialista, aunque dejando espacio para la duda. “Espero que se ponga bien pronto. No sé qué está pasando”, dijo en una entrevista a Fox News.

El motivo es que el neoyorkino pretende centrar sus energías en explotar políticamente las explosivas declaraciones que Clinton hizo el viernes. “Ya sabéis, si generalizamos un poco, podríamos meter a la mitad de los simpatizantes de Trump en lo que yo llamo una ‘cesta de deplorables’”, dijo durante un evento de recaudación de fondos con la comunidad LGBT. “Los racistas, sexistas, homófobos, xenófobos, islamófobos y así lo que queráis añadir”. La candidata lamentó más tarde la generalización (“lamento haber dicho la mitad, me equivoqué”), pero Trump ya la está utilizando en un anuncio electoral en el que acusa a su rival de “demonizar maliciosamente a la gente que trabaja duro”.

Mitt Romney sabe bien que declaraciones como esas, en su caso dirigida contra el 47% de la población a los que acusó de no pagar impuestos, de vivir de las ayudas sociales y de victimizarse, acaban pasando factura.