El reto de definir la nueva UE

Viajera 8 Renzi, Merkel y un oficial tratan de ajustar la alfombra roja en el aeropuerto de Nápoles, antes de desplazarse a Ventotene.

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ELISEO OLIVERAS

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La definición de la nueva Unión Europa (UE) tras la salida británica tropieza con los planteamientos contrapuestos de los distintos países europeos a dos semanas de la cumbre de Bratislava del 16 de septiembre. Dos meses y medio después de la decisión británica de abandonar la UE, los líderes y las instituciones europeas siguen careciendo de una plan concreto para recuperar el perdido apoyo ciudadano y frenar el avance de la extrema derecha, que podría conquistar la presidencia de Austria el 2 de octubre.

Existe cierto consenso entre los Veintisiete para reforzar la seguridad, el control de las fronteras de la UE e incluso impulsar un ejército europeo, pero sigue sin abordarse el malestar ciudadano por la creciente desigualdad, la precariedad laboral, los recortes sociales y la desprotección frente a las consecuencias negativas de la globalización. Ni tampoco se aborda el grave déficit democrático de la UE, "donde decisiones económicas básicas que afectan a todos han quedado excluidas de la elección democrática", como critica el filosofo y sociólogo alemán Jürgen Habermas.

La reciente cumbre en Ventotene entre Alemania, Francia e Italia evidenció divergencias en el diagnóstico y en las recetas para superar la crisis europea. El maratón de reuniones que ha mantenido la cancillera alemana, Angela Merkel, con la mayoría de líderes de los otros países también ha mostrado divergencias ente Europa oriental y occidental. "Los países tienen opiniones bastante diferentes sobre cómo reformar la UE", resumió el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, cuyo país asume la gestión rotativa europea durante este semestre.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Espa\u00f1a permanece al margen\u00a0","text":"de los debates sobre el futuro europeo"}}Francia e Italia abogan por profundizar la integración europea para contrarrestar la salida británica, mientras que Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia reclaman reforzar los poderes nacionales frente a la UE. Francia e Italia defienden un mayor esfuerzo en inversión pública para impulsar el crecimiento económico y el empleo, mientras que Alemania se opone a modificar la política de austeridad centrada en reducir el déficit público y plantea que la creación de empleo se produzca a través de reformas económicas y laborales. España, por su parte, permanece ajena a los debates sobre el futuro europeo.

Merkel está realizando una ofensiva diplomática para reparar sus lazos con los países del Este tras las heridas creadas por la política alemana de puertas abiertas a los refugiados. La cancillera aspira a apoyarse en esos países para frenar los intentos de Francia e Italia de romper el statu quo de la política económica europea y para evitar unas negociaciones punitivas con Gran Bretaña sobre su salida de la UE.

 la política alemana de puertas abiertas a los refugiados. intentos de Francia e Italia de romper el statu quo de la política económica europeaREPARAR LAZOS CON EL ESTE

Hasta ahora los únicos puntos donde existe un cierto consenso entre los Veintisiete son reforzar la seguridad interna, el control de las fronteras exteriores de la UE y la posible creación de un ejército europeo, que cuenta con el respaldo de los euroescépticos primeros ministros de Hungría, Viktor Orban, y la República Checa, Bohuslav Sobotka. Ante la imposibilidad de lograr un reparto equitativo entre los países de los refugiados, los líderes europeos defienden preservar a cualquier precio el controvertido acuerdo con Turquía, que ha detenido la llegada masiva de inmigrantes a Grecia. "Las prioridades europeas —señala el presidente de la UE, Donald Tusk— deben ser restablecer el control total en seguridad interior y en las fronteras exteriores. Nunca más debe permitirse que se repita el caos del 2015".

DESIGUALDAD Y ESTANCAMIENTO ECONÓMICO

Tusk reconoce que "las élites europeas parecen desconectadas muy a menudo de la realidad" y que los ciudadanos están preocupados por las incertidumbres sobre su futuro económico y por las amenazas a su bienestar que han generado las consecuencias de la globalización, por lo que es esencial que "restaurar su confianza en que la UE está a su servicio y garantiza su protección". Pero estos problemas de la creciente desigualdad, precariedad laboral y recortes sociales, que constituyen la base del auge electoral de las fuerzas populistas euroescépticas y de la extrema derecha, no parecen ocupar un lugar prioritario en los debates.

En las últimas décadas, Europa occidental "ha permitido que arraigue una gran desigualdad y un estancamiento económico que hubiera sido impensable en la década de 1960 y 1970" en plena Guerra Fría, destaca el profesor norteamericano Jack A. Goldstone. Esta debilidad interna, añade Goldstone, limita su capacidad de hacer frente con éxito a los líderes autoritarios e islamistas que la UE ha dejado proliferar en su entorno y que son una amenaza para la democracia y su seguridad.