La carrera hacia la Casa Blanca

Recta final feroz en EEUU

IDOYA NOAIN

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Tanto en juego, tan poco tiempo, tantos estados bisagra, tan igualados... A dos semanas de las elecciones presidenciales de Estados Unidos del 6 de noviembre, con los tres debates ya en la memoria de hemerotecas, archivos digitales y Youtube tras el celebrado el lunes en Boca Ratón (Florida), Barack Obama y Mitt Romney entraron ayer en la recta final de la carrera a la Casa Blanca, que se anticipa descarnada y que enfrentan con brutal ferocidad.

Aunque Obama fue claro ganador del debate en Florida sobre política exterior, en el duelo ahora los dos parten desde una igualdad que la campaña del presidente visionó solo en sus peores pesadillas, convertidas en realidad tras la estelar actuación del exgobernador de Massachusetts en el primer debate.

Ni el triunfo de Obama en el segundo ni en el del lunes hacen contrapeso suficiente a la resurrección que logró en Denver el Romney oportuna y triunfalmente moderado. Ayer, el equipo del candidato republicano empezó a mostrar su optimismo, haciendo debutar el mensaje Vamos a ganar seis años después de que arrancara su primer asalto a la Casa Blanca. Y el senador Marco Rubio, estrella hispana en alza dentro del partido conservador, lanzó la misma idea: «Por primera vez en esta carrera prefiero ser nosotros que ellos».

VENTAJA / Optimismo no es triunfalismo y los republicanos saben que no pueden descartar a Obama. El presidente, con ventaja reducida pero ventaja en sondeos de muchos de los estados clave (no en los nacionales), ha puesto a pleno funcionamiento su potente maquinaria: por un lado la del presidente en activo; por otro, la que intenta resucitar a aquel candidato que hace cuatro años dio un vuelco a la historia impulsado, entre otras cosas, por una campaña que llevó el entusiasmo y la organización a una nueva dimensión.

Ayer por la mañana, horas después del debate en la Universidad Lynn, Obama volvió a presentarse ante varios miles de personas reunidas en el club de tenis de la cercana Delray Beach. Fue, como la víspera, un Obama agresivo, centrado en el ataque implacable salpicado de sarcasmo contra un rival al que sigue esforzándose en retratar como a un político veleta oportunista no digno de confianza que amenaza con hacer devolver al país políticas que contribuyeron a la crisis.

«Estamos acostumbrados a ver a los políticos cambiar de postura respecto a las de hace cuatro años, pero no a las de hace cuatro días», dijo Obama, que criticó también a Romney ironizando con que «su política exterior es de los años 80, su política social de los 50 y sus políticas económicas de los 20».

Obama y sus estrategas saben que el ataque no es suficiente a estas alturas. Por eso el presidente amplió ayer su propuesta para un segundo mandato colgando en su web y distribuyendo entre las oficinas de su campaña un documento de 20 páginas con detalles -no muchos- sobre un plan que ha bautizado como Nuevo patriotismo económico.

ESFUERZO EN ESTADOS BISAGRA / El presidente inició también una gira que le lleva hasta mañana a recorrer siete estados, incluyendo dos veces Florida y dos Ohio, además de Virginia, Iowa, Colorado y Nevada. En los dos últimos es donde ayer Romney puso en marcha esta fase final.

Seguir los planes de viaje de los dos candidatos permite saber dónde sus estrategas creen que los votos del colegio electoral aún están a su alcance para trazar una ruta hasta los 270 que abren la Casa Blanca. Además de los mencionados están en juego Nuevo Hampshire (que Obama visitará el sábado), Carolina del Norte (que se inclina por Romney) y, según las últimas indicaciones, Wisconsin. Y los demócratas aún tienen más combinaciones posibles para diseñar distintas rutas.

Los ciudadanos de esos estados deben prepararse para un aluvión de llamadas, visitas y anuncios. En tres, Obama ha estrenado un espot en que plantea su visión de futuro. Pero tiene competencia. Uno de los grupos de apoyo a Romney se gasta casi 18 millones de dólares en inundar 10 territorios con otro en que se insiste en atribuir a Obama «una gira de disculpa» por el mundo. Ya no pueden acusarse cara a cara. Ni defenderse. La lucha, ahora, es otra cosa. Es feroz.