DESAFÍO EN LA EXCOLONIA BRITÁNICA

Hong Kong se enroca

Los manifestantes bloquean una calle en las proximidades de la sede del Gobierno local de Hong Kong.

Los manifestantes bloquean una calle en las proximidades de la sede del Gobierno local de Hong Kong.

ADRIÁN FONCILLAS / HONG KONG (Enviado especial)

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Hong Kong se ha asentado en la anormalidad tras cinco días de protestas ciudadanas. Los distritos tomados por las masas, las calles cortadas al tráfico, las tiendas vacías o los estudiantes en huelga ya no extrañan en la que fue hasta la semana pasada la urbe más perfectamente engrasada para amasar dinero.

La pretensión inicial de Occupy Central se ha quedado corta: además del distrito financiero ha caído también Wanchai y Admiralty, el eje clave de la isla. Se ha instaurado el espíritu lúdico en la protesta una vez que la presencia policial se ha rebajado a lo imprescindible. El ambiente se agradece porque el enroque político insinúa un conflicto largo.

Todos los focos apuntan a Pekín. El presidente Xi Jinping se limitó ayer a desear que Hong Kong dibuje un futuro incluso mejor «en la gran familia de la patria». Por dejación de funciones, el asunto queda para el Gobierno de la excolonia, claramente superado. CY Leung, el jefe del Ejecutivo, es despreciado por títere del Partido Comunista. Sus intentos por reconducir la situación no pueden ser calificados de eficaces. Esperó a que las protestas se desbordasen para ofrecer más diálogo y en su defensa solo cabe alegar que no hay nada que dialogar: Pekín nunca permitirá el sufragio universal del 2017 sin un filtro que elimine a los candidatos incómodos.

El paso de los días solo ha enturbiado aún más las relaciones. Leung exige el final inmediato de las ocupaciones mientras los líderes de la protesta exigen su dimisión inmediata, una reclamación que no venía en el paquete inicial.

NECESARIO E INNECESARIO

Las concentraciones se suceden sin novedades remarcables. Estudiantes reparten galletas, zumos y lo que sea necesario e innecesario en un contexto de sobreabundancia y buenrollismo.

Un chaparrón amenazó con arruinar anoche las protestas, pero las primeras gotas fueron contestadas con la apertura de miles de paraguas. No debía de haber muchos menos paraguas que manifestantes. Unos jóvenes repartían fundas de plástico para evitar que la lluvia arruinara los móviles. Una revuelta popular con fundas de plástico para móviles sólo se entiende en Hong Kong.

PRENSA OCCIDENTAL

La prensa occidental mete en el mismo saco de prodemócratas a todos los congregados cuando una rápida encuesta lo desmiente. Los miles de estudiantes que insuflaron aire a la protesta la semana pasada cuando ya languidecía siguen tan apolíticos como siempre y están mucho menos preocupados por las elecciones libres que por mostrar su indignación con la intervención policial de la madrugada del domingo. La mayoría se sumó a la protesta al día siguiente.

Ocurrió que la policía repelió con gas lacrimógeno, espray de pimienta y algunos palos a los estudiantes que querían entrar por la fuerza en la sede gubernamental. Hong Kong es un oasis donde no se han utilizado gases lacrimógenos en una década y la imagen de adolescentes golpeados multiplicó por tres a los congregados, lo que permite avanzar que no habrá más palos en la protesta si hay algo de sentido común en la clase política. El fin del conflicto pasa por la muerte por cansancio de las concentraciones.

GAS LACRIMÓGENO

«Mira, mira lo que hace la policía», pide Wendy Chow, estudiante de Derecho de 20 años. Muestra una grabación corta en su móvil de un agente lanzando gas lacrimógeno a un manifestante. «El Gobierno no hace nada para responder a nuestras peticiones, solo envía a la policía. Nos debería proteger, pero ya has visto», señala en Gloucester Road, la arteria tomada por los manifestantes. «Nunca he pensado en política, nadie en mi universidad tiene el más mínimo interés, pero el 70% de mi clase está aquí», revela.

También acudió después del domingo Joanne Tsoi, estudiante de Empresariales de 21 años. «Quiero mostrar mi apoyo a los jóvenes y luchar, porque siento que tengo cierta responsabilidad por el futuro de Hong Kong», añade.

DESOBEDIENCIA CIVIL

La Federación de Estudiantes de Hong Kong advirtió que ampliaría la desobediencia civil si no recibía respuesta de Leung antes de la medianoche. Entre las opciones figura una huelga de trabajadores y la ocupación, ahora sí, de un edificio gubernamental.

Es previsible que la protesta aumente hoy sus decibelios, en el Día Nacional de China. El Gobierno de Hong Kong ya ha cancelado los habituales fuegos artificiales porque el contexto no acompaña. Los estudiantes se han aprovisionado de víveres suficientes para una larga temporada en su campamento de Gloucester Road, por donde antes fluía el capital del segundo centro financiero de Asia.