Policrisis en Bruselas

Theresa May, en el centro, saludando a otros dirigentes europeos

Theresa May, en el centro, saludando a otros dirigentes europeos / periodico

MARTA LÓPEZ / BRUSELAS

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El desconcierto reina en las instituciones comunitarias de Bruselas, donde el ambiente es de fin de etapa sin que nadie sepa como encarar la próxima. Policrisis es la palabra a la que recurren muchos para señalar el momento. Policrisis, que es la suma en definitiva de las múlitples crisis que sacuden a la UE: inmigración, terrorismo, Rusia y, ante todo, el 'Brexit', el punto de infexión que marca un antes y un después en la historia de la construcción europea y el asunto que mayor incertidumbre genera.

Repasando todos estos elementos y con una mención al auge de los populismos en el continente, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, se ha expresado con rotundidad esta semana. "Yo no me llamo a engaño. La situación es dramática", ha dicho en un seminario organizado por la Eurocámara para abordar el futuro de Europa con periodistas de los países miembros. En su opinión,  la UE "corre el riesgo de desintegrarse" y urge a actuar para recuperar la confianza.

Division entre los 'tories'

La sacudida provocada por el  'Brexit' ha llevado la parálisis a Bruselas. El tiempo parece suspendido en cuanto a la toma de decisiones. Nadie sabe qué hacer ni como abordar la negociación porque se desconoce como la van a enfocar los británicos, aunque la primera ministra, Theresa May, ha dado ya algunas pistas, adoptando una postura tan dura que ha dividido incluso a los eurodiputados tories. "Una desvinculación total -que deje al Reino Unido fuera del mercado único- de Europa dañará mucho a la economía", decía en Bruselas el europarlamentario conservador británico Charles Tannock.

En este terreno tan desconocido, solo existe un convencimiento: el divorcio será feo y las negociaciones largas y difíciles. "Van a ser duras porque May lo quiere así", comentaba Ramón Jáuregui, el eurodiputado socialista. Y  este convencimiento va acompañado de la determinación de que la negociación del 'brexit' haya finalizado para la primavera del 2019, cuando se debe votar el nuevo Parlamento Europeo. Se quiere evitar a toda costa que se elijan a 73 eurodiputados británicos que deberían abandonar luego la Cámara a mitad de legislatura. Un bochorno indeseable.

Pero a partir de aquí, afloran las divisiones: ¿Se ha de negociar primero la salida del Reino Unido y luego la nueva relación o han de ser dos negociaciones paralelas? ¿Es el 'Brexit' el principio del fin de Europa o la gran oportunidad para relanzar la UE? ¿Se ha de reformar el Tratado de Lisboa o se ha de profundizar en las posibilidades que brinda este? ¿Se ha de avanzar hacia la unión presupuestaria y fiscal o se ha de asumir que la UE es y será una unión imperfecta de estados soberanos? ¿Se ha de ir a la Europa de dos velocidades? ¿Se ha de avanzar hacia una integracion a la carta?

Tres ponencias

El debate está sobre la mesa. En el Parlamento Europeo los eurodiputados trabajan y debaten sobre tres ponencias. Se escuchan opiniones de todos los gustos para "salvar Europa". Los enemigos están identificados: el populismo, el proteccionismo y el nacionalismo. Aflora también la autocrítica y se identifican los factores que minan la confianza: la falta de una respuesta efectiva a la crisis de los refugiados, la desigualdad , la tolerancia con la evasión fiscal, la falta de un discurso constructivo. 

Schulz opina que la UE está amenazada desde dentro y desde fuera y llama a pasar a la acción ya. "Para la victoria del mal, solo hace falta que los buenos no hagan nada", sostiene. Pero el reloj parece detenido en Bruselas porque el 'brexit' es de digestión lenta y el final es conocido: todos pierden.